Para muchas personas morderse las uñas se convierte en un auténtico ritual que, más que por nervios, tensión o ansiedad, cuando ya se ha convertido en una rutina pasa por ser un hábito malsano que puede favorecer infecciones tanto en la boca como en los dedos, además de causar daños en las uñas y los dientes (puesto que el constante repiqueteo al que sometemos a los incisivos tienden a producir desgaste).
Es un hábito frecuente que suele empezar en la infancia. Aunque es un hábito que suele desaparecer, también es cierto que muchas personas continúan mordiéndose las uñas incluso en la edad adulta. Se indica incluso que dos de cada diez personas mayores de 30 años siguen mordiéndoselas.
Médicamente el acto de morderse las uñas tiene un nombre: onicofagia, un hábito que puede convertirse en un problema de salud si ésta se mantiene en el tiempo.
¿Por qué nos mordemos las uñas?
Suele ser habitual que este hábito comience en la infancia. Los motivos pueden ser variados, aunque los más habituales pasan por la tensión y nerviosismo que le puede causar al pequeño determinadas situaciones que temen (por ejemplo, pueden ser muy tímidos y no ser capaces de hablar en público).
Para tratar de mitigar ese nerviosismo optan por morderse las uñas, lo que finalmente puede convertirse en un hábito común que se extiende hasta la vida adulta.
Causar de morderse las uñas:
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Desgaste de las piezas dentales: sobretodo de los incisivos, debido al continuo repiqueteo. En ocasiones puede afectar también a las encías.
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Traumatismos bajo las uñas: puede a su vez causar inflamaciones en los dedos, a la vez que dolor agudo.
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Riesgo de infecciones: al llevarnos los dedos a la boca estando en la calle provocamos que bacterias, hongos y virus puedan pasarse a la boca.
¿Cómo acabar con morderse las uñas?
Es fundamental la fuerza de voluntad, dado que aunque la manía de morderse las uñas puede extenderse en el tiempo, es imprescindible que la persona sea consciente de esta manía, quiera por un lado reducirla y eliminarla, y luego ‘luchar’ por irla modificando poco a poco.
En ocasiones puede ser posible la asistencia psicológica, que aportará al paciente recursos psicológicos útiles para reducir este hábito.
No obstante, existen determinados trucos para evitar comerse las uñas:
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Uñas que saben mal: existen esmaltes específicos que, aplicados sobre las uñas, ocasionan que cuando te las lleves a la boca éstas sepan horriblemente mal. En caso de que no cuentes con un esmalte de este tipo, puedes probar a frotar tus uñas con ajo crudo.
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Oculta tus uñas: las uñas de porcelana pueden ser ideales para que no puedas morderte las uñas. En caso contrario, puedes probar a usar cintas adhesivas o tiritas.
Cuando estos consejos no te ayudan a reducir el hábito puede ser interesante que acudas al psicólogo, quien mediante terapia te ayudará a reducir y terminar con este hábito malsano.
Imagen | meddygarnet
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