El jamón se ha convertido en un producto alimenticio indispensable dentro de la denominada como dieta mediterránea, y en una auténtica seña de identidad de nuestro país, que cuenta con una grandísima tradición en su producción.
Aunque es posible disfrutarla durante todo el año (y comerla, por ejemplo, en tapitas con aceitunas o en bocadillos con aceite de oliva y tomate), lo cierto es que es durante las Navidades cuando su consumo aumenta de forma considerable.
En el momento que vas a la charcutería o al supermercado y piensas en comprar una buena pata de jamón debes tener clara cuáles son las diferencias entre el jamón serrano y el jamón ibérico, dado que dependiendo de la raza del animal y su alimentación, podemos encontrarnos con diferentes tipos o variedades de jamón.
El jamón ibérico
Es el jamón que procede del cerdo ibérico (variedad que tienden a tener el color negro, de ahí el nombre de “Pata negra”, con poco pelaje y hocico largo), una especie mediterránea especialmente seleccionada para aprovechar al máximo las diferentes cualidades y características de los alcornoques y las dehesas de encinas, donde tradicional y habitualmente pastorean esta variedad de cerdos.
Cuentan con la capacidad de acumular grasas bajo la piel e infiltrarla bajo los músculos, capacidad que le otorga esa característica veta blanca, propia de este tipo de jamones.
Nos podemos encontrar con diferentes variedades de jamón ibérico, que se diferencian del alimento consumido por el animal (dado que, en función de la raza, todas estas variedades provienen del cerdo ibérico):
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Jamón ibérico de bellota: proviene de cerdo ibérico alimentario de bellotas y pastos naturales.
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Jamón ibérico de recebo: proviene de cerdo ibérico alimentado con bellotas, pastos y piensos.
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Jamón ibérico de cebo: proviene de cerdo ibérico alimentado de pastos naturales y piensos.
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Jamón ibérico de cebo de campo: proviene de cerdo ibérico alimentado de pastos naturales y piensos en terrenos al aire libre.
El jamón blanco
Es una de las variedades generalmente más consumidas, sobretodo por su precio más económico. Básicamente consisten en todos aquellos jamones que no proceden del cerdo ibérico, por lo que sus cualidades organolépticas son algo diferentes –y menores- al que nos aporta el jamón ibérico en sus diferentes variedades.
Provienen de razas de cerdos blancos como la Pietrain, Duroc, Landrace y Large White.
Dentro del propio jamón blanco podemos distinguir:
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Jamón serrano: proviene de cerdos de capa blanca, criados de manera intensiva y alimentados con piensos, y un tiempo mínimo de curación de 7 meses, en clima frío y seco de la sierra.
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Jamón curado: proviene de cerdos de capa blanca, criados en régimen intensivo, alimentados con piensos.
¿Cómo diferenciarlos?
Cuando vayas a comprar un jamón ibérico o un jamón serrano debes tener en cuenta los siguientes consejos para diferenciarlos fácilmente:
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Etiqueta: en ella se indica la categoría del producto (nombre del producto, raza del animal y alimentación) y la garantía de calidad (si dicho producto se encuentra certificado, y por qué organismo de control ha sido certificado).
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Certificados de calidad: aunque esta información la encontramos en la etiqueta, determinados jamones ibéricos pueden contar con otros certificados de calidad en función de las denominaciones de origen protegidas de jamón ibérico existentes en nuestro país.
Si quieres saber más sobre el jamón serrano te aconsejamos leer nuestra nota dedicada a los beneficios del jamón serrano, las calorías de la pata de jamón y cómo cortar jamón serrano para triunfar cada vez que lo sirvas.
Imagen | goodiesfirst
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