Bajo el nombre de ajoblanco o simplemente como ajo blanco, nos encontramos ante un maravilloso plato característico de la cocina andaluza, concretamente de zonas como Granada, Almería, Málaga o Córdoba. Básicamente consiste en una sopa fría elaborada tradicionalmente con pan, almendras molidas, ajo, aceite de oliva, agua y sal, y luego es acompañado con uvas o con melón, ingredientes que combinan a la perfección y contrastan irremediablemente bien con el sabor ligeramente fuerte de la sopa.
Sobre su origen, hay quienes señalan que probablemente provenga de la gastronomía griega. No obstante, muchos coinciden en señalar que nos encontramos ante una variante del tradicional y popular gazpacho andaluz, fundamentalmente porque en su elaboración se utilizan 3 de sus ingredientes principales: el pan, el ajo y el aceite de oliva.
Ingredientes:
- 250 g de almendras marcona (crudas y sin piel)
- 2 dientes de ajo
- 600 ml de agua mineral (fría)
- 25 granos de uvas blancas y negras (combinar)
- 3 cucharadas de vinagre de manzana
- 4 cucharadas de aceite de oliva + Aceite de oliva para servir
- Sal
Preparación:
Pela los dientes de ajo y córtalos en varios trozos (si lo deseas, puedes partirlos por la mitad y retiran su germen, para conseguir que sean un poco más suaves). Luego pon en el vaso de la batidora las almendras marcona, los dientes de ajo troceados, el vinagre de manzana, la sal y un poco de agua. Tritúralo todo muy bien. Posteriormente añade el agua que falta, y vuelve a triturar de nuevo.
Aliña con las 4 cucharadas de aceite de oliva, añade sal (al gusto) y reserva en la nevera con un poco de papel film transparente por encima. Lo ideal es dejar que repose durante toda la noche, para que al momento de servir la sopa esté bien fría.
Al día siguiente, o al momento de comer, lava bien las uvas. Retira el rabito (si tienen), pártelas por la mitad y elimina las pepitas que encontrarás en su interior.
Si observas que la sopa ha quedado un poco espesa puedes colarla, en caso contrario, si por ejemplo ha quedado con textura fina, no será necesario. Para terminar, sirve en tazas o platos hondos, añade por encima algunas uvas partidas al gusto, y termina con un ligero chorrito de aceite de oliva.
Como vemos, se trata de una receta sumamente sencilla y tremendamente fácil de preparar, que sorprende de manera muy positiva por su maravilloso contraste de sabores: el ácido y ligeramente potente del ajo se contrarresta con el delicado dulzor de las uvas.
Por otro lado, si no dispones de uvas o si deseas elaborar otra preparación igual de característica, puedes sustituir las uvas por melón cortado en dados. Comprobarás que el resultado es igual de delicioso.
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