Aunque desde un punto de vista botánico las bayas son también frutas y hortalizas tan comunes y conocidas como la uva, el tomate, la berenjena, el pimiento o los caquis, es cierto que habitualmente se conoce por este nombre a las fresas, arándanos, frambuesas y moras.
Mención aparte merecen las bayas del Goji, unas cerezas provenientes del Tíbet, que son conocidas científicamente con el nombre de Lycium barbarum, y cuyo consumo se ha incrementado enormemente en los últimos años.
Es habitual que las bayas se coman solas, o bien acompañadas con yogur natural o helado (de hecho son deliciosas más acompañadas que solas, además de que su contenido nutricional aumenta).
Beneficios de las bayas
Útiles para bajar de peso
Además de ser unas frutas bajas en grasas (y por tanto en calorías), sus beneficios adelgazantes no vienen por esta cuestión en particular –que también-, sino por su contenido en antocianina.
La antocianina es un antioxidante capaz de alterar la actividad de los genes que encontramos en las células grasas, de manera que cuando consumimos bayas con regularidad (o en definitiva cualquier otro alimento rico en este antioxidante) no tendemos a subir tanto de peso.
Beneficios para prevenir el cáncer
De todos es sabido que las frutas son sumamente beneficiosas a la hora de prevenir el cáncer.
En este sentido, las bayas son especialmente ricas en ácido fólico, fibra y fitoquímicos los cuales actúan previniendo la aparición del cáncer, reduciendo por tanto las probabilidades de padecerlo.
Beneficiosas para la salud ocular
Las bayas (especialmente frambuesas y arándanos) son especialmente ricos en luteína, un carotenoide importantísimo para la salud ocular, ayudando a su vez en la prevención de las cataratas.
Tienes más información en nuestro artículo dedicado a los alimentos para la vista y los ojos.
Ayudan a retrasar el envejecimiento
Su riqueza en antioxidantes convierten a las bayas en unas frutas adecuadas frente a las principales consecuencias del envejecimiento, ayudando en la prevención de los daños de los radicales libres en nuestro organismo.
Imagen | epSos.de
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