Si te preocupa lo que comes cada día, y particularmente te sueles fijar en las distintas cualidades y propiedades nutritivas que te tienden a aportar los alimentos que consumes en tu dieta diaria, es bastante probable que en algún momento te hayas planteado si los alimentos y productos alimenticios congelados conservan todas sus propiedades y beneficios. O si las pierden.
Como manifiestan muchas estadísticas, cada vez es mayor el número de personas que optan por los alimentos congelados, y por recetas -por ejemplo- ya elaboradas con anterioridad y congeladas después. Es una alternativa muy útil especialmente para quienes no disponen de mucho tiempo libre, y necesitan descongelar un determinado alimento y cocinarlo o consumirlo rápidamente.
¿Qué es un alimento congelado? ¿Cuáles son sus ventajas?
Básicamente podríamos definir al alimento congelado como un alimento que ha sido sometido a una aplicación intensa de frío, ayudando a evitar el deterioro del producto y deteniendo los distintos procesos tanto bacteriológicos como enzimáticos que podrían tener lugar en éste cuando se encuentra a temperatura ambiente o conservado en la nevera.
Es decir, la principal diferencia entre un alimento fresco y un alimento congelado viene de que, precisamente, este último ha sido sometido a una disminución extrema de temperatura, que produce la congelación del agua, que es su componente principal.
Esto ofrece interesantes ventajas, puesto que aumenta la vida útil del alimento, a la vez que, como indicábamos al comienzo de este apartado, se asegura el mantenimiento de su calidad microbiológica. Mientras que, además, casi no se alteran sus virtudes y cualidades organolépticas.
Además, suele ser común que ya se encuentren peladas, lavadas y cortadas, especialmente si son verduras y hortalizas congeladas. Por lo que su uso en la cocina puede ser mucho más rápido y sencillo.
¿Es cierto que los alimentos congelados pierden propiedades?
A diferencia de lo que erróneamente se suele pensar, muchos nutricionistas coinciden en señalar que, en la mayoría de las ocasiones, los productos naturales que han sido congelados pueden contener una mayor cantidad de vitaminas y minerales, en comparación con aquellos que han sido refrigerados más tarde, a pesar de que estos últimos sean frescos.
¿Por qué? Fundamentalmente porque los alimentos naturales congelados tienden a ser procesados, y por tanto congelados, casi inmediatamente después de su recolección.
Esto significa que, en definitiva, la mayoría de sus cualidades nutritivas se mantienen. Y si las comparamos de hecho con el mismo alimento natural fresco que ha sido refrigerado días después de su recolección (por ejemplo al comprarlo y traerlo a casa), es probable que éstas se hayan conservado mejor en el alimento congelado.
No obstante, aunque los alimentos naturales congelados conserven sus propiedades no significa que sean mejores que su opción fresca. Es cierto que pueden contener y mantener todas sus cualidades nutritivas si han sido congeladas rápidamente tras su recolección. Pero en la mayoría de las ocasiones esto último es muy difícil de averiguar, por lo que nunca estaremos del todo seguros.
Por tanto, la opción natural y fresca estará siempre por encima de su alternativa congelada, ya que nos aseguraremos que se encuentra en su período óptimo de consumo y contendrá la mayoría de sus nutrientes esenciales.
No todos los alimentos congelados son saludables…
Pero debemos tener cuidado en pensar que los alimentos congelados son mejores, o que tengan los mismos beneficios siempre.
Debemos diferenciar claramente entre aquellos alimentos congelados que son naturales (como las verduras o las frutas) o provenientes de sacrificio (como la carne o el pescado), los cuales conservan su valor nutricional, sabor y frescura, de los alimentos precocinados o preparados congelados.
Generalmente, los alimentos precocinados o preparados congelados poseen una mayor cantidad de grasa y aditivos, por lo que desde un punto de vista nutricional no son siempre muy recomendables. Podríamos mencionar productos como las patatas prefritas, las croquetas congeladas o la lasaña.
Bibliografía:
- Gomaa NF, Fawzi M, Ibrahim NK, Ghoneim E (2002). Assessment of safety of frozen foods. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17216975
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