La historia de J. K. Rowling, conocida sobre todo por ser la autora de la obra de Harry Potter, está llena de todo tipo de momentos oscuros.
Aunque gracias a su afición por la escritura, nunca se amilanó para lanzar después una de las sagas más prolíficas de la novela juvenil.
Su éxito fue tal, que a día de hoy ha conseguido vender más de 300 millones de unidades en todo el mundo y la obra de Harry Potter se ha sido traducido a más de 64 idiomas.
La vida de JK Rowling estuvo marcada por la muerte de su madre
Aunque como os hemos comentado, antes de lanzar las aventuras de este carismático y joven mago, la vida de JK Rowling estuvo sobre todo marcada por la desgracia y el maltrato. Y a continuación os vamos a contar el porqué.
Corría el año 1990 cuando nuestra querida escritora se encontraba de camino hacia su trabajo en Manchester. Fue ahí cuando de repente se le ocurrió la idea de contar la historia sobre una escuela de Magos. “De repente, la idea de Harry apareció en mi imaginación, simplemente. No puedo decir por qué, o qué la desencadenó, pero vi la idea de Harry y de la escuela de magos muy explícitamente” explicaba la propia Joanne.
Sin embargo, justo antes de llegar a casa, le llegó una noticia que la iba a marcar por el resto de su vida. La madre de Rowling fallecía debido a la enfermedad de esclerosis múltiple que llevaba arrastrando un par de meses atrás. Con esta muerte, esta chica del sur del Reino Unido perdía a unos de sus más preciados apoyos.
JK Rowling también tuvo que lidiar con el maltrato y la depresión
Tras la repentina muerte de su madre, JK Rowling se veía con la necesidad de resetear y empezar una nueva vida fuera del Reino Unido. Dicho y hecho. Se tomó el “mundo por montera” y se trasladó a la ciudad portuguesa de Oporto para trabajar como profesora en una pequeña academia de inglés.
Una vez asentada, pasaron los años hasta que finalmente conoció a un periodista con el que se sentía amada y querida tras el fallecimiento de su más que querida madre. Sin embargo, los siguientes meses fueron un auténtico calvario para Joanne. Fue víctima de abusos físicos y psicológicos por parte de su marido de manera continuada y premeditada. Sin embargo, esto no impidió que en el año 1993 naciera su primera hija, a la que llamó Isabel.
Poco tiempo más tarde, JK Rowling pidió el divorcio y rápidamente se marchó a Edimburgo (Escocia) para huir de todo ese infierno en el que se había visto envuelta. Sin embargo, la fortuna tampoco sonrió a esta escritora. Con una hija a la que educar y alimentar, la protagonista de esta historia se vio obligada a pedir dinero por las calles. No tenía trabajo e incluso a veces no tenía dos peniques para comprarle una mísera lata de guisantes a su hija pequeña.
JK Rowling empieza a saborear las mieles del éxito
Fue en ese momento cuando todo parecía perdido. ¿Tenía sentido seguir viviendo de forma miserable? ¿De verdad era este el futuro que le quería dar a su hija? Pues obviamente que no. A partir de ahí, JK Rowling no tuvo otro remedio que ir al hospital. Fueron los propios médicos los que le diagnosticaron una depresión clínica, una enfermedad que le podría haber llevado al suicidio con bastante seguridad.
Aunque a partir de ese instante, esta autora británica empezó su camino hacia la cima. Se dio cuenta que tenía que seguir viviendo para darle a su pequeña un futuro y mundo mejor en el que vivir. Por ello, mientras JK Rowling cuidaba de su preciosa niña en un café, empezó a escribir la historia de un joven mago que iba ayudar a entretenerla antes de irse a dormir.
La verdad que quedó tan satisfecha por esta primera historia, que decidió venderla a cualquiera de las editoriales de la zona. En primera instancia, fue rechazada por más de doce de ellas. Aunque una aceptó ofreciéndole un contrato de 345 dólares al mes por sus historietas. Y a partir de ahí, su ascenso fue meteórico.
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Todo lo escrito por JK Rowling tuvo tanto éxito, que sus ejemplares se empezaron a vender por cientos y después miles. Para que os hagáis una idea, sus últimos libros, llegaron a vender más de 10 millones de unidades en todo el mundo en apenas 24 horas, hecho que la convirtió en una de las escritoras inglesas más exitosas de este siglo.
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