Un reciente estudio llevado a cabo por la doctora en psicología Sonia Rodríguez Ruiz (Universidad de Granada), ha analizado los diferentes mecanismos -tanto psicológicos como fisiológicos- que llevan aparejados un deseo irresistible por comer chocolate negro.
Según la investigación, el chocolate provoca un conflicto motivacional de aproximación y de rechazo, un querer y no poder, algo que vendría a estar relacionado cuando una persona necesita de manera impetuosa comer chocolate.
Diversas teorías apuntarían que el cacao contiene una serie de sustancias adictivas, actuando como una «droga» al hacernos sentirnos bien; en tal manera que recurriremos a ella cuando estamos con estados de ánimo bajos o negativos, como pueden ser el caso de la ansiedad, la depresión o el estrés.
Según la investigadora, comparando entre hombres y mujeres, es esta última quien sufre una mayor atracción por las chocolatinas o los bombones, especialmente porque, a nivel social, se le exige estar delgada. Al comerlos, experimenta un sentimiento de culpabilidad que los hombres en muy pocas ocasiones padecen.
¿En qué consistió el estudio?
- Se seleccionaron 72 mujeres, estudiantes y sanas que no sufrieran ningún tipo de trastorno alimenticio.
- Edad comprendida: entre los 18 y los 23 años.
- Se las sometió a pruebas consistentes en la visualización de imágenes de diverso contenido emocional, tanto agradables como desagradables.
- Se estudiaron reacciones corporales (parpadeo, sudor, ritmo cardíaco y respiración).
No hay duda que el chocolate es un alimento sumamente beneficioso para la salud, sobretodo porque es capaz de aportarnos nutrientes que nos ayudan a mantener un estado de ánimo óptimo, a la vez que es rico en antioxidantes (su versión chocolate negro puro).
En la actualidad lo puedes adquirir en una gran variedad de establecimientos y supermercados. Si deseas disfrutar de sus propiedades más importantes, te recomendamos comprar chocolate negro de al menos un 70%. Las versiones con leche poseen menos virtudes, y sí más contenido calórico.
¿Y cuáles son las cualidades del chocolate para nuestras emociones?
Es por todos sabido que, casi sin ninguna duda, el chocolate es un excelente aliado de nuestras emociones, ayudándonos de manera ciertamente positiva a la hora de mejorar nuestro estado de ánimo, y nos brinda la posibilidad en definitiva sentirnos muchísimo mejor con nosotros mismos.
El chocolate, en especial el chocolate negro (cuanto más puro mejor), ejerce una interesante acción tanto sobre el cerebro como sobre el estado de ánimo. ¿Por qué? Muy sencillo: posee un aminoácido conocido con el nombre de triptófano, el cual estimula la producción de serotonina.
La serotonina, dicho sea de paso, es un neurotransmisor que entre otras importantes funciones se encarga de regular nuestro estado de ánimo, de manera que sus niveles bajos son una causa reconocida de ansiedad.
El chocolate también produce endorfinas, que destacan por ser sustancias que produce nuestro hipotálamo y la glándula pituitaria, y son las encargadas de producir sensación de bienestar y placer. Dicho de otra forma, comer chocolate nos aporta muchísimo placer.
Por otro lado, el chocolate aporta magnesio, un mineral esencial especialmente útil contra la ansiedad (comúnmente usado de hecho en el tratamiento para la ansiedad).
Pero sus cualidades no acaban aquí, ya que el chocolate negro aporta también interesantes cantidades de antioxidantes, especialmente útiles para reducir los niveles elevados tanto de colesterol como de triglicéridos, siempre y cuando -eso sí- sea consumido con moderación y nunca en exceso. Igualmente un consumo regular de antioxidantes naturales ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro de las células, y disminuir el riesgo de cáncer.
Como vemos, no hay duda que el chocolate puede convertirse en un maravilloso complemento para cualquier tratamiento natural contra la ansiedad. En cualquier caso, no se trata del único suplemento útil y debemos recordar que la ansiedad siempre debe ser tratada de forma profesional, en especial cuando ésta se extiende en el tiempo, sobre todo para evitar sus consecuencias más peligrosas y graves para la salud.
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