A raíz de la denuncia realizada recientemente por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de que existen marcas de aceite de oliva que engañan al consumidor al vender aceite de oliva como ‘virgen extra’ cuando en realidad son sólo y únicamente ‘extra’, queremos analizar las diferencias existentes entre el aceite de oliva virgen y el aceite de oliva virgen extra, también conocido popularmente como aceite de oliva extra.
No hay duda que uno de los mejores productos gastronómicos de España es el aceite de oliva, un producto característico y conocido de la denominada como dieta mediterránea, que ya no solo es un alimento que desde un punto de vista nutricional aporta una gran diversidad de beneficios y propiedades, sino que se convierte en un auténtico manjar en muchas cocinas españolas.
¿Qué es el aceite de oliva?
Como de buen seguro sabrás, el aceite de oliva consiste en un maravilloso aceite de origen vegetal, el cual se extrae del fruto del olivo, conocido comúnmente con los nombres de aceituna u oliva.
Desde muy antiguo este aceite se ha extraído utilizando un molino, el cual ejerce presión sobre el fruto. Si tenemos en cuenta que alrededor de la tercera parte de la pulpa de la oliva es aceite, es normal que esta extracción se viniera haciendo desde aproximadamente el año 4000 a.C., cuando en el Creciente Fértil se realizó una mezcla entre una variedad africana y otra oriental para producir una especie con frutos más grandes, con el fin de extraer su aceite.
La extracción se realiza a partir de aceitunas u olivas maduras, que poseen entre 6 a 8 meses, preferiblemente a finales del otoño, ya que es el momento en el que contienen su mayor cantidad de aceite.
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Para ello, las aceitunas son sometidas a una primera presión con el fin de obtener su jugo. Es más, el procesado posterior es el que marca en mayor medida la calidad del aceite, de ahí que todos los pasos se sigan con muchísimo cuidado.
Cuando acudimos a nuestro supermercado habitual es cierto que podemos encontrarnos con un total de cuatro variedades de aceites de oliva: aceite de oliva, aceite de oliva virgen, aceite de oliva virgen extra y el aceite de orujo de oliva.
Diferencias entre los diversos tipos de aceites de oliva
Aceite de oliva
Es un tipo de aceite que en realidad es una mezcla de aceite de oliva refinado (no superior al 90%, el cual no ha pasado las pruebas pertinentes de sabor, aroma y acidez) y aceite de oliva virgen o aceite de oliva virgen extra.
Desde un punto de vista tanto organoléptico como de salud es el aceite de oliva de peor calidad, dado que no posee menos vitaminas y antioxidantes.
Aceite de oliva virgen
Es obtenido directamente de las aceitunas mediante procedimientos mecánicos. Intervienen a su vez condiciones térmicas adecuadas con el objetivo de que el aceite no se vea alterado.
Para ello, se obtiene a partir de sólo cuatro pasos: lavado, decantación, centrifugación y decantado.
En cuanto a sus propiedades organolépticas, su acidez puede a elevarse a 2º, aunque desde un punto de vista nutricional sí contiene los antioxidantes y vitaminas que aportan las aceitunas.
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Aceite de oliva virgen extra
Sin duda es el mejor aceite, ya que las propiedades organolépticas y nutricionales de las aceitunas permanecen completamente intactas.
De ahí que aporte un sabor ciertamente intenso y un aroma igual de inconfundible. Respecto a su grado de acidez éste debe ser menor o igual a 1º.
¿Por qué el aceite de oliva extra es mejor?
Es bastante posible que en muchos momentos hayas escuchado o leído que el aceite de oliva virgen extra es la mejor de las opciones a la hora de consumir aceite de oliva. Y con razón. El motivo es que se trata de un aceite de mayor calidad, no solo en propiedades organolépticas (en cuanto a sabor y aroma), sino también en beneficios nutritivos.
Sus ventajas son simplemente mayores porque posee una mayor cantidad en ácido oleico. Además, destaca por su sabor y aroma, prácticamente despreciables en los otros tipos de aceite de oliva.
También es interesante si lo utilizas habitualmente en frituras, aunque es cierto que no se trata de una opción de consumo adecuada, dado que es capaz de resistir mejor las altas temperaturas, siendo menos propenso a producir peróxidos o a enranciarse.
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