Tal y como te comentábamos en un artículo anterior en el que te hablábamos sobre las principales funciones de la vesícula biliar, se trata de un pequeño órgano que forma parte del aparato digestivo, lo encontramos situado por debajo del hígado, y se caracteriza principalmente por ser una víscera de entre 5 a 7 centímetros de diámetro, con forma que recuerda mucho a una pera, y que a su vez se conectado con el duodeno (intestino delgado) por vía biliar común.
Fundamentalmente actúa como almacenamiento de la bilis, un líquido de color amarillo verdoso producido por el hígado y que ayuda en el proceso de la digestión y en la absorción de las grasas.
Aunque se trata de un órgano importante para nuestro organismo, no es indispensable, ya que en caso de ser médicamente necesario es posible vivir sin vesícula biliar tras su extirpación quirúrgica. Para que esto sea posible es necesario seguir una serie de hábitos dietéticos adecuados.
Precisamente a la hora de cuidar la vesícula es importantísimo saber qué alimentos no son recomendables:
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Productos y alimentos “light”: desequilibran el metabolismo natural de nuestro cuerpo.
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Carnes: sobretodo las carnes rojas, al ser más ricas en grasas. También destacan otros productos, como de charcutería, embutidos, patés, vísceras…
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Pescados: pescado azul.
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Verduras y hortalizas: coliflor, col, repollo, cebolla y pimientos, ya que causan gases y flatulencias.
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Frutas: sobretodo frutas crudas, ácidas (como el limón o las naranjas), y las frutas confitadas.
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Bebidas: café normal o descafeinado, tés demasiado fuertes o cargados, bebidas con cafeína o guaraná, gasificadas y con alcohol.
Por el contrario, sí se recomiendan consumir alimentos como las frutas y verduras frescas en general (salvo las indicadas anteriormente), ensaladas de hojas verdes aliñadas con aceite de oliva y vinagre, pan y cereales integrales, lácteos bajos en grasas, carnes magras, y sobretodo beber mucha agua.
Imagen | sean dreilinger
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