La vesícula biliar es un órgano que encontramos situado en nuestro aparato digestivo, concretamente y para ser más precisos, se sitúa por debajo del hígado. Concretamente, la vesícula biliar es una víscera de pequeño tamaño (entre 5 a 7 centímetros de diamétro), y que presenta una forma característica, la cual recuerda mucho a la forma que posee una pera.
Se conecta con el duodeno (el intestino delgado) a través del conducto colédoco o la vía biliar común, y su principal función es la de acumular bilis. De hecho, se estima que la vesícula biliar es capaz de almacenar alrededor de 50 ml. de bilis, la cual es liberada luego al intestino delgado cuando es requerida por el proceso de la digestión.
Es decir, su principal función es la de almacenar y concentrar la bilis, que anteriormente ha sido producida por el hígado. Por tanto, la secreción biliar se encuentra almacenado en la vesícula hasta que su secreción es estimulado por la ingestión de alimentos, causando su liberación precisamente por la contracción de su pared muscular.
A pesar de ser un órgano de cierta importancia en la correcta y adecuada digestión de los alimentos (aunque no debemos olvidarnos que se puede vivir sin vesícula), no es habitualmente conocida por las funciones que lleva a cabo, sino por las distintas enfermedades y patologías que tienden a afectarle.
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Cálculos biliares (colelitiasis)
Los cálculos en la vesícula biliar se convierten probablemente en una de las patologías más conocidas, comunes y habituales, de las que tienden a afectar a este órgano. Básicamente consisten en piedras que se forman en la vesícula como consecuencia de la sedimentación de los distintos componentes que encontramos en la bilis (colesterol, calcio y sales biliares).
El tamaño y la consistencia de estos cálculos o piedras tienden a ser muy variables, de manera que podemos encontrarnos con cálculos de cierto tamaño y con cálculos tan pequeños que médicamente son conocidas con el nombre de «barro biliar».
Estos cálculos se forman como consecuencia del exceso de colesterol presente en la bilis. Este colesterol se espesa y se endurece hasta el punto de formar cristales de pequeño tamaño, hasta que posteriormente acaban en piedras.
¿Y cuáles son sus síntomas? Dolor tipo cólico, que puede ser intenso y duradero, fiebre y escalofríos, náuseas y vómitos… Por otro lado, debemos tener en cuenta que los síntomas son variables, por lo que todo dependerá del grupo en el que la afección se encuentre, ya que por ejemplo puede existir una infección e inflamación aguda de la vesícula por la presencia de los cálculos, o bien ser crónico.
Aunque los cálculos pueden presentarse a prácticamente cualquier edad, existen determinados factores que pueden influir en su aparición: personas con antecedentes familiares de cálculos biliares, niveles elevados de colesterol y triglicéridos, obesidad y sobrepeso, consumo de anticonceptivos (en la mujer), así como la existencia de alguna inflamación intestinal crónica.
Inflamación de la vesícula biliar (colecistitis)
Con el nombre médico de colecistitis nos encontramos ante la inflamación de la vesícula biliar. Habitualmente se inflama la pared de la vesícula biliar, y se produce habitualmente cuando la bilis queda almacenada y atrapada en el interior de la vesícula.
En la mayoría de las ocasiones la inflamación consiste por la presencia de cálculos biliares, que bloquean el conducto a través del que la bilis viaja tanto dentro como fuera de la vesícula biliar. Por ello, cuando un cálculo o piedra bloquea este conducto la bilis se acumula, lo que ocasiona irritación y presión.
La colecistitis puede ser aguda o crónica. Así, cuando la colecistitis es aguda es habitual que aparezca un dolor abdominal intenso, de tipo cólico y sordo, que puede ser continuo y que se irradia a la espalda. También pueden aparecer heces de color arcilla, náuseas y vómitos y fiebre.
Colangitis esclerosante
La colangitis esclerosante consiste en la inflamación de la vesícula acompañada de la formación de tejido cicatricial y daño en los distintos ductos biliares, produciéndose la destrucción de las vías biliares tanto dentro como fuera del hígado.
Se desconoce su causa, aunque es habitual que esta enfermedad surja en personas con pancreatitis crónica, enfermedad intestinal inflamatoria, sarcoidosis y distintos trastornos autoinmunitarios.
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