Cuando hablamos del hígado es habitual que casi al unísono también nos refiramos a la vesícula biliar, un órgano de pequeño tamaño que forma parte del aparato digestivo y se encuentra precisamente situado por debajo del hígado.
La vesícula biliar consiste en una víscera de pequeño tamaño (entre 5 a 7 centímetros de diámetro), con forma que recuerda mucho a una pera, y conectado con el duodeno (intestino delgado) por vía biliar común.
Aunque es un órgano fundamental para mejorar la solubilidad del colesterol, las grasas y para optimizar la mejor absorción de las vitaminas, es posible vivir sin vesícula biliar, aunque tras su extirpación el alimento tiene un proceso digestivo más lento y pesado.
El sistema biliar consta de la propia vesícula biliar en sí misma, los conductos biliares y las diferentes estructuras asociadas que participan activamente tanto en la producción como en el transporte de la bilis.
Las principales funciones de la vesícula biliar
La vesícula biliar actúa como almacenamiento de la bilis, un líquido de color amarillo verdoso producido en el hígado (concretamente en las células hepáticas o hepatocitos), el cual es secretado a través del sistema biliar hacia el intestino delgado con el objetivo de ayudar en la absorción de las grasas y el proceso de la digestión.
Cuando el alimento entra en el intestino delgado se libera una hormona conocida con el nombre de colecistoquinina, la cual estimula la contracción de la vesícula biliar.
Una vez en el intestino, es capaz de emulsionar a las moléculas de grasa, lo que permite que tanto las grasas como las vitaminas liposolubles sean absorbidas y pasen al torrente sanguíneo.
Si quieres aprender más sobre la vesícula biliar te aconsejamos leer las siguientes notas:
- Cómo depurar la vesícula biliar
- Eliminar la vesícula biliar
- Cuidar la vesícula
- Disolver los cálculos biliares
Imagen | Wikimedia
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