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Dermatitis atópica y probioticos

La dermatitis atópica es una afección crónica de la piel, que en la mayoría de las ocasiones tiende a aparecer a una edad muy temprana (en bebés o niños pequeños), y que suele resolverse o desaparecer con el paso de los años, a medida que la persona crece. Es común que curse con brotes, de manera que durante un tiempo pueden no aparecer síntomas de ningún tipo, para luego posteriormente surgir con bastante intensidad.

Es decir, consiste en una condición crónica que puede aparecer y desaparecer a lo largo de la vida, especialmente durante los primeros años. Para luego desaparecer, resolverse, o incluso llegar a superponerse con otros tipos de dermatitis.

Dermatitis atópica y probioticos

De hecho, la dermatitis atópica es considerada como uno de los tipos de dermatitis más comunes, la cual es habitualmente conocida bajo el nombre de eccema atópico. Se estima que, solo en los Estados Unidos, afecta a más de 9 millones de niños y a alrededor de 16 millones de adultos.

Por el momento no se conoce la causa exacta que origina que, en las personas con dermatitis atópica, su sistema inmunológico se vuelva hiperactivo, lo que desencadena una inflamación que daña la barrera cutánea, dejándola no solo seca o muy reseca, sino que además tiende a ser muy propensa tanto a la picazón como a las erupciones cutáneas, surgiendo a partir de entonces la mayoría de los síntomas típicos y característicos de esta enfermedad.

Sí se sabe que la genética puede influir muchísimo. De hecho, las investigaciones han encontrado que algunas personas con dermatitis, en especial con dermatitis atópica, presentan una mutación del gen responsable de crear la filagrina, una proteína que ayuda al cuerpo a mantener una barrera cutánea protectora saludable en la capa superior de la piel, protegiéndola de los contaminantes ambientales, la suciedad y los microorganismos. 

Sin embargo, sin la suficiente cantidad de filagrina con la que poder construir una barrera protectora cutánea fuerte, pueden entrar bacterias, virus y otros microorganismos, y la humedad puede salir con demasiada facilidad. Por todo ello, es común que la mayoría de las personas con dermatitis atópica tengan la piel seca y con picazón, y también sean propensas a las infecciones. Es decir, la piel tiende a ser más vulnerable a las agresiones externas, motivo por el cual favorece la aparición de áreas con dermatitis o eccemas, que cursan como zonas de la piel secas, inflamadas, rojas, con descamación y también con picazón.

Dicho de otra forma: existen determinadas zonas donde es más fácil la entrada de las agresiones externas, por lo que es común que puedan acceder más fácilmente diferentes partículas que acaban afectando a nuestro sistema inmune. De hecho, en las personas con dermatitis atópica, es fácil que los alérgenos contacten con el sistema inmune a través de la piel, lo que origina una sensibilización repetida, que con el tiempo puede ocasionar la aparición de la alergia.

Generalmente comienza en la infancia, habitualmente en los primeros seis meses de vida del bebé. Y aunque se trata de una forma de dermatitis tremendamente común y habitual (lo que significa que muchas personas se ven afectadas por él), en realidad es un tipo de eccema considerado como duradero -crónico- y grave. De hecho, aunque puede mejorar con el tiempo, otras veces puede empeorar, de manera que en algunos niños los síntomas pueden disminuir a medida que van cumpliendo años, mientras que en otros presentarán y sufrirán brotes de dermatitis atópica hasta la etapa adulta.

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En ocasiones puede producirse lo que se conoce como marcha atópica, en la que la dermatitis atópica surge con otras enfermedades alérgicas, motivo por el cual es también conocido médicamente como marcha alérgica. No en vano, consiste en la secuencia con que se presentan las enfermedades alérgicas. Y, básicamente, se refiere a la progresión, en la mayoría de las ocasiones predeterminada, de la historia natural de este tipo de padecimientos, el cual se tiende a manifestar de forma progresiva durante varios años.

Esto significa que la primera etapa surge con la dermatitis atópica. Posteriormente, pueden aparecer alergia a los alimentos (algo que suele ocurrir habitualmente entre los 6 a los 12 meses de edad del niño), asma infantil y rinitis alérgica (en esta ocasión, la rinitis es más común que surja durante la pubertad, la adolescencia o incluso en la etapa adulta). Es, precisamente, esta sensibilización de forma repetida lo que con el tiempo lleva a la aparición de una alergia, y poco más tarde, las intolerancias a los alimentos, la rinitis y el asma.

En cualquier caso, es evidente que los síntomas de la dermatitis atópica son bastante característicos. De hecho, la picazón se convierte en uno de los síntomas distintivos del eccema. No en vano, algunas estadísticas señalan que alrededor del 85 por ciento de las personas con esta afección la experimentan diariamente. Además, tanto el dolor como los trastornos del sueño asociados a este incómodo síntoma son igualmente comunes. 

Es habitual que las personas afectadas presenten erupciones cutáneas en cualquier parte del cuerpo, las cuales pueden acabar supurando líquido y sangrar cuando se rascan. Y se produce lo que se conoce como el ciclo de picor-rascado, de manera que la picazón origina la necesidad constante de rascarse, y ese rascado origina más inflamación; a su vez, esa inflamación causa más ganas de rascarse. Y, nuevamente, se vuelve a repetir el ciclo.

Debemos tener en cuenta que la dermatitis atópica puede acabar perturbando profundamente la calidad de vida de la persona afectada, a lo que se le une el desarrollo de otras enfermedades o condiciones asociadas, como por ejemplo es el caso de las alergias alimentarias, el asma y la rinitis alérgica. Además, es común que los niños, sobre todo cuando son todavía pequeños, puedan no cooperar demasiado a la hora de aplicar el tratamiento, por lo que su calidad de vida disminuye como consecuencia de los diferentes síntomas incómodos y molestos que acompañan comúnmente a la dermatitis atópica (la picazón, de hecho, se convierte en uno de los más problemáticos). De ahí que la aplicación del tratamiento sea esencial, y sobre todo, cuanto antes.

¿Qué son los probióticos?

Los probióticos consisten en una serie de microorganismos vivos que, cuando se ingieren, proporcionan numerosos beneficios y propiedades para la salud. Por lo general son bacterias, aunque también es cierto que distintos tipos de levadura igualmente pueden actuar y funcionar como probióticos. Es posible obtenerlos a partir de suplementos nutricionales, o también en alimentos preparados mediante fermentación bacteriana.

Los grupos más comunes incluyen principalmente Bifidobacterium y Lactobacillus. Aunque es cierto que, cada grupo, comprende a su vez distintos tipos de especies. Y, a su vez, cada especie tiene muchas cepas. Entre los alimentos probióticos más comunes podemos mencionar principalmente el yogur, kéfir, tempeh, chucrut y kimchi. Además, no deben ser confundidos con los prebióticos, que se diferencian en que son fibras dietéticas útiles para alimentar a las bacterias beneficiosas que ya se encuentran naturalmente en el intestino.

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Es decir, los probióticos consisten en microorganismos vivos que, cuando son administrados en las cantidades suficientes, proporcionan beneficios interesantes, ya que bloquean el epitelio y las diferentes superficies mucosas del intestino, evitando con ello la invasión y la adherencia de patóngenos.

Después del momento del nacimiento, la persona recibe un estímulo microbiano primario a través de la instalación de la microbiota intestinal, o bien mediante la exposición a cepas bacterianas específicas. 

Es ese establecimiento de la flora microbiana en el período posnatal temprano el que ayuda a activar el sistema inmunológico innato y adaptativo, mientras que el estímulo microbiano ininterrumpido ayuda a que el sistema inmunológico de la mucosa intestinal madure. Sin embargo, cuando el estímulo microbiano se ve comprometido puede conducir a la existencia de una superficie intestinal reducida o disminuida, una alteración y descoordinación en el metabolismo intermedio de la mucosa, un sistema de IgA secretor de la mucosa y una barrera mucosa sensible.  En este sentido, un desequilibrio en la respuesta inmune Th1 / Th2 se ha relacionado con la patogenia de las enfermedades alérgicas.

Ejemplos de probióticos

El uso de probióticos en el tratamiento de la dermatitis atópica

Debemos tener en cuenta que en nuestro intestino (en mayor medida en el intestino grueso o colon) vive una compleja comunidad de microorganismos, la cual es conocida como microbiota o flora intestinal. De acuerdo a algunas estimaciones, se cree que existen cientos de diferentes tipos de microorganismos, hasta 1.000. Lo que incluye no solo bacterias, sino también virus y levaduras. Aunque, es cierto, las bacterias son la mayoría.

Y la flora intestinal, aunque posiblemente te sorprenda, realiza muchas funciones que, en resumidas cuentas, son esenciales a la hora de mantener una buena salud. Por ejemplo, se encarga de fabricar algunas vitaminas (en especial algunas vitaminas del complejo B y la vitamina K), convierte las fibras en grasas de cadena corta útiles para alimentar la pared intestinal y llevar a cabo muchas funciones metabólicas, las cuales a su vez estimulan el sistema inmunológico y fortalecen la pared intestinal. Lo que puede ayudar a la hora de evitar que determinadas sustancias no deseadas entren en el cuerpo y originen o provoquen una respuesta inmunitaria.

Un gran número de estudios han explorado la eficacia potencial de los probióticos no solo en la prevención sino en el tratamiento de la dermatitis atópica. Y la Lactobacillus rhamnosus ha sido la cepa probiótica más estudiada. Por ejemplo, se han llevado a cabo estudios de prevención en niños con alto riesgo de dermatitis atópica, y la administración de probióticos se realizó de 2 a 4 semanas antes del nacimiento a las madres embarazadas, y posteriormente, luego del nacimiento del bebé durante un período de 1 año. 

Podemos mencionar, por ejemplo, un estudio epidemiológico llevado a cabo en Noruega, en el que se investigó la posible asociación existente entre la administración de leche probiótica tanto durante el embarazo como en la infancia, y la aparición o el establecimiento de determinadas enfermedades atópicas, como por ejemplo podría ser el caso de la propia dermatitis atópica, el asma y la rinoconjuntivitis. Encontró una correlación inversa entre la ingesta de productos lácteos probióticos y la incidencia de dermatitis atópica.

Otro estudio llevado publicado en el año evaluó el impacto de la administración de Bifidobacterium breve y Bifidobacterium longum durante un período de tiempo de 1 mes antes del nacimiento, 6 meses durante la infancia y un período de seguimiento de 18 meses en el manejo de las enfermedades alérgicas. Los investigadores concluyeron que la incidencia de eccema atópico era menor en aquellos casos en los que se administró probióticos, en comparación con los controles.

Y, de acuerdo a los expertos, las bacterias podrían desempeñar un papel importante en la dermatitis atópica, así como en la salud general de la piel. De hecho, más allá de las frecuentes infecciones cutáneas comúnmente asociadas a enfermedades graves, existe la creencia que las bacterias colonizadoras, las que residen en la piel, también podrían impulsar la inflamación. Por ejemplo, un estudio publicado en el año 2008 encontró que, en personas con dermatitis atópica, el equilibrio de bacterias en la piel era muy anormal, con un aumento de bacterias “malas”, entre las que destacaban principalmente los estafilococos.

Resulta que, nuestro cuerpo, alberga una increíble cantidad de bacterias. Así, en conjunto, los microorganismos que habitan en nuestro cuerpo es conocido con el nombre de microbiona. Y gran parte de la investigación que se está llevando a cabo en la actualidad se centra principalmente en la recopulación de los datos sobre estas comunidades microbianas, y los sitios del cuerpo humano donde se encuentran en mayores cantidades, además de descubrir cuáles son las implicaciones que los diferentes cambios en la microbioma influye en la salud humana.

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Lo cierto es que, a pesar de la enorme actividad llevada a cabo por los investigadores en relación a indagar y descubrir acerca de si los probióticos pueden ayudar al tratamiento de las enfermedades, los datos que respaldarían su eficacia han sido mixtos, a la vez que la evidencia clínica sobre el uso de cepas probióticas específicas para el tratamiento o la prevención de enfermedades es, todavía, limitada.

Por ejemplo, los estudios con resultados más prometedores han demostrado que podrían ser útiles tanto en la prevención como en el tratamiento de las enfermedades gastrointestinales, en especial la diarrea asociada a antibióticos, la conocida como diarrea del viajero y el síndrome del intestino irritable. Un estudio publicado encontró que la suplementación con probióticos de múltiples cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium muestra una disminución en la gravedad de los síntomas asociados al síndrome del intestino irritable, a la vez que una revisión sistemática publicada unos años antes, en 2009, concluyó que una única cepa específica -de Bifidobacterium infantis– mostró eficacia para mejorar los síntomas del SII.

Pero, ¿qué ocurre con la piel? ¿Y particularmente con la dermatitis atópica? Debemos tener en cuenta, como ya te hemos mencionado anteriormente, que a menudo la dermatitis atópica se asocia con otras enfermedades alérgicas, y muchos expertos abogan por la conocida como marcha atópica, que ya hemos visto que es una teoría que sugiere que la dermatitis puede provocar afecciones alérgicas posteriores, principalmente en las vías respiratorias y en los sistemas gastrointestinales. De ahí que exista un interés significativo y evidente en la prevención de la dermatitis atópica con la finalidad de detener el desarrollo de otras enfermedades alérgicas. 

Puesto que se ha encontrado que la flora bacteriana es bastante diferente en aquellas personas con la dermatitis atópica, la idea principal de los expertos es volver a añadir bacterias saludables como tratamiento médico convincente. Ya en el año 2001 un estudio encontró que la cepa probiótica Lactobacillus rhamnosus GG consiguió reducir la incidencia de dermatitis atópica en bebés con riesgo hasta la edad de 7 años. 

En el año 2005 un artículo científicó mostró que algunos probióticos administrados dos veces al día en niños con dermatitis atópica de moderada a grave (la misma que influiría en la aparición de la conocida como marcha atópica), consiguieron mejoras significativas, en comparación con aquellos pacientes en los que únicamente se utilizó un placebo. No obstante, en el año 2008 un estudio no encontró una reducción en la incidencia o en la severidad de los síntomas de la dermatitis atópica tras la suplementación con probióticos, encontrando una asociación entre dicha suplementación, con una mayor incidencia de bronquitis con sibilancias. 

En los estudios posteriores los investigadores experimentaron con distintas cepas de probióticos. Así, en el año 2009, los participantes en un ensayo recibieron un suplemento probiótico de múltiples cepas (en especial Lactococcus lactis, Bifidobacterium bifidum y Bifidobacterium lactis), o bien un placebo administrado prenatalmente, de 6 a 8 semanas antes del parto, y después del nacimiento del bebé, durante 12 meses. Se confirmó una colonización fecal con Bifidobacterium en el cien por cien de los casos que recibió el grupo de probióticos a los tres meses de edad, mientras que únicamente el 85 por ciento del grupo control mostró tal colonización. Además, una mayor proporción del grupo probiótico mostró también una colonización por Lactococcus lactis.

Por otro lado, los análisis de sangre utilizados con la finalidad de medir los diferentes niveles de marcadores inflamatorios relevaron niveles más bajos en el grupo de probióticos, lo que sugeriría, además, un efecto antiinflamatorio

Pero esto no lo es todo: un metaanálisis de 14 ensayos encontró que los probióticos redujeron la incidencia de dermatitis atópica, independientemente del momento en el que la suplementación fue suministrada (prenatal o postanal, es decir, madre embarazada o niño). Igualmente, una revisión encontró una reducción significativa del riesgo de dermatitis atópica en niños de 2 a 7 años de edad, lueo de la administración de cepas de Lactobacilli de probióticos a lo largo del embarazo.

Otro estudio publicado en el mismo año -2012- encontró que la suplementación con sepas Bifidobacterium longum y Lactobacillus rhamnosus o Bifidobacterium longum y Lactobacillus paracasei en combinación fue capaz de reducir el riesgo de desarrollo de dermatitis atópica en los bebés. En este estudio en concreto participaron un total de 241 parejas de madre e hijo; las madres que daban el pecho fueron suplementadas con probióticos 2 meses antes del parto y durante los 2 primeros meses de lactancia materna. Y se confirmó la reducción en el desarrollo de la dermatitis atópica en aquellos bebés considerados como de alto riesgo hasta los 2 años de edad.

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El tratamiento de la dermatitis atópica con probióticos

Algunos investigadores creen que la dermatitis atópica empieza en el intestino, lo que significaría que los diferentes microorganismos colectivos que viven en el sistema digestivo (esto es, en la conocida como microbioma intestinal) se encuentran desequilibrados. De hecho, algún estudio ha demostrado que aquellas personas con dermatitis atópica también presentan un microbioma intestinal menos diverso, en comparación con las que no padecen este tipo de afección.

Y los estudiosos teorizan acerca de la posibilidad de que la falta de bacterias naturalmente presentes en el intestino pueden disminuir y reducir la inmunidad, dejando a las personas más predispuestas a sufrir determinadas enfermedades inflamatorias, como por ejemplo es el caso de la dermatitis atópica.

Ya sabemos, como hemos visto, que los probióticos pueden ser de enorme utilidad a la hora de influir positivamente en la microbiona intestinal. Pero la realidad es que un cambio en esta microbioma no siempre se correlaciona con una mejora de la dermatitis atípica, de manera que es necesario llevar a cabo una mayor investigación al respecto.

En lo que se refiere a la investigación científica principalmente centrada en la utilización de probióticos para el tratamiento de la dermatitis atópica ya establecida, por el momento no ha arrojado resultados tan prometedores, en comparación con sus beneficios a la hora de prevenir su aparición en niños de riesgo. De hecho, por el momento la investigación que se ha encargado de estudiar acerca de los efectos de los probióticos en el tratamiento de la dermatitis ha arrojado resultados mixtos.

Podemos mencionar un metaanálisis que encontró que los probióticos podrían ser útiles en la prevención y tratamiento de la dermatitis atópica, que como ya hemos visto, es considerada como el tipo más común de dermatitis o eccema. Al observar los hallazgos realizados por distitnos ensayos clínicos publicados con anterioridad sobre el uso de probióticos y la dermatitis atópica, los autores del metaanálisis, publicado en Annals of Allergy, Asthma and Inmunology encontraron que los probióticos parecían ser efectivos en la prevención de la afección, en especial Lactobacillus sp.

No obstante, los investigadores son claros en este sentido: aunque es cierto que los probióticos ayudarían a reducir la gravedad de los síntomas comúnmente asociados con la dermatitis (y particularmente con la dermatitis atópica), muchos de estos ensayos encontraron que los probióticos no habían logrado reducir la inflamación, que es una de las principales características de la dermatitis atópica.

Por ejemplo, una revisión llevada a cabo en el año 2008 en el que se analizaron 12 ensayos no fue capaz de encontrar diferencias en los resultados relacionados con el uso de probióticos y placebos. Se encontró, incluso, un pequeño aumento del riesgo de determinados efectos adversos, como isquemia intestinal o infecciones en aquellos que utilizaban probióticos. Por otro lado, una revisión en el que se analizó la evidencia clínica del uso de probióticos en el tratamiento de la dermatitis atópica no encontró una evidencia convincente para recomendar el uso de probióticos con esta finalidad.

Sí se ha encontrado que dosis elevadas de determinados probióticos, entre los que se encuentran Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus rhamnosus y Bifidobacterium lactis en formulaciones de una, o varias cepas, sí parecen ser las más prometedoras no solo en la prevención sino también en el tratamiento del eccema atópico. Aunque, es cierto, no todavía se precisan más estudios con la finalidad de evaluar si pueden ser útiles para la dermatitis atópica única o múltiple. Es más, es necesario el uso de probióticos de cepa y la dosificación exacta para confirmar cuáles serían verdaderamente las especies bacterianas más beneficiosas en este sentido. 

Por todo ello, y a pesar de las promesas iniciales, el uso de probióticos en la prevención y el tratamiento de la dermatitis atópica todavía no es del todo concluyente, aunque es posible que, a medida que se descubran más datos, sí pueda ser viable encontrar las bacterias más útiles con las que poder sanar la piel.

Probióticos y tratamiento de dermatitis atópica

¿Y qué ocurre con los probióticos tópicos? ¿Son útiles en el tratamiento de la dermatitis atópica?

La investigación ha mostrado, como ya te hemos mencionado en algún que otro momento a lo largo de la presente nota, que las diferentes colonias de bacterias que viven naturalmente en la piel tienden a ser diferentes en aquellas personas que tienen dermatitis o eccema, en comparación con las que no sufren esta condición. Al igual que ocurre con el intestino, se cree que la microbioma de la piel en las personas con dermatitis tiende a no ser tan diverso, lo que podría hacer que la piel acabe volviéndose más vulnerable a la proliferación de determinadas bacterias, consideradas como bacterias “malas”, como por ejemplo podría ser el caso de Staphylococcus.

De hecho, el estafilococo se ha relacionado con los brotes de dermatitis, puesto que puede acabar desencadenando una respuesta inflamatoria en la piel. De esta forma, quienes tienen eccema o dermatitis suelen tener a su vez poblaciones mucho más elevadas de este tipo de bacterias en la piel.

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Debido a ello, la idea detrás de la conocida como terapia probiótica tópica es la construcción de una microbioma de la piel mucho más sana y saludable, mediante la introducción de aquellas cepas de bacterias consideradas como más adecuadas en la piel, ayudando a mantener a raya las cepas de bacterias “malas” dañinas.

En este sentido, los investigadores han examinado, en los últimos años, cómo los probióticos tópicos podrían afectar a la piel. Y si bien es cierto que estos estudios, por el momento, son relativamente nuevos, parece que los resultados obtenidos hasta el momento han sido prometedores.

Según parece, la mucosa de Roseomonas ha pasado a convertirse en una cepa probiótica útil en el tratamiento tópico de la dermatitis. Y es que esta bacteria la tendemos a encontrar de forma totalmente natural en la piel sana humana. Por ejemplo, una pequeña investigación publicada en el año encontró que una loción que contenía este tipo de cepa era capaz de reducir la cantidad de bacterias “malas” en la piel, a la vez que mejoró incluso la gravedad de la dermatitis en las personas que lo usaron.

Y es lo mismo que ha ocurrido con otras cepas de Lactobacillus, que también habrían tenido resultados positivos. Por ejemplo, un estudio publicado en el año encontró que una loción tópica con Lactobacillus johnsonii ayudó a mejorar los síntomas clínicos del eccema, a la vez que fue capaz de reducir el volumen de bacterias “malas” presentesen la piel. Sin embargo, los estudiosos son claros en este sentido: la mayoría de inconvenientes relacionados con estos estudios son los tamaños de las muestras, que se cacterizan principalmente por ser pequeños. Esto significa que se necesita una mayor investigación con la finalidad de comprender de forma completa cuál es el impacto que los probióticos tópicos tendrían sobre la dermatitis.

Por el momento, por tanto, los probióticos tópicos no han sido aprobados como tratamientos efectivos para la dermatitis. De hecho, todavía no está del todo claro si verdadera y realmente son efectivos para la mejora del eccema. Es más, como hemos visto, mientras que algunos estudios encontraron que los probióticos tópicos sí mostraron resultados prometedores, en otros sin embargo no se observó ninguna mejora. Por tanto, si bien es cierto que los probióticos tópicos pueden ser de mucha ayuda a la hora de mejorar la gravedad de la dermatitis, los expertos son claros en este sentido: nunca deberían ser utilizados como reemplazo de tratamientos convencionales que sí parecen ser efectivos para el eccema, así como la propia hidratación regular.

¿Los probióticos ayudan a prevenir la dermatitis atópica infantil?

Ya hemos visto que la dermatitis atópica se caracteriza por ser bastante común en los bebés y los niños, debido fundamentalmente al hecho de que su sistema inmunológico todavía se encuentra en desarrollo, motivo por el cual tienden a ser más vulnerables a esta condición.

Si bien es cierto que la investigación existente hasta el momento sobre el uso de probióticos como tratamiento para la dermatitis infantil es, todavía, algo limitada, los estudios disponibles por el momento han producido resultados contradictorios.

Es lo que ocurrió con una revisión publicada en el año, en el que se analizaron más de una docena de ensayos clínicos acerca de la supuesta efectividad del uso de los probióticos en el tratamiento de la dermatitis atópica en los niños. Concluyeron que no existe la suficienta evidencia como para respaldar su uso

Lo mismo ocurrió con otro estudio, esta vez publicado en el año, en el que los investigadores examinaron cuáles seran los efectos de los probióticos sobre la dermatitis, la rinitis y el asma en los bebés considerados como de alto riesgo. A los recién nacidos, por ejemplo, se les administró Lactobacillus rhamnosus GG durante alrededor de 6 meses. Encontraron que la suplementación como preventivo a una etapa más bien temprana no era útil para prevenir el desarrollo de asma o dermatitis a los 2 años de edad.

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Pero existe, como sí hemos visto, cierta evidencia de que los niños cuyas madres usaron suplementos probióticos durante la gestación podrían tener un riesgo reducido de dermatitis. Es lo que encontró una revisión publicada en la British Journal of Nutrition, en la que los investigadores analizaron distintos ensayos clínicos publicados con anterioridad (concretamente, un total de siete ensayos). Encontraron que el uso de determinados probióticos durante la gestación fue útil en la prevención de la dermatitis en niños de 2 a 7 años de edad.

No en vano, los autores de esta revisión señalaron que, si bien es cierto que las bacterias Lactobacilli parecían ser útiles en la protección frente a la dermatitis, los suplementos que contienen una combinación de varias cepas con cualidades probióticas no influyeron en el desarrollo en sí del eccema.

Otras opciones de tratamiento de la dermatitis atópica

En lo que se refiere a las diferentes opciones de tratamiento, muchos expertos consideran que el tratamiento implica necesariamente una asociación entre el médico y la persona afectada, e incluso los diferentes miembros de la familia. Dependiendo de la edad, los síntomas y la salud general del paciente, el médico sugerirá un plan de tratamiento adecuado. 

El cuidado activo de la piel es esencial. Es esencial el uso de un jabón neutro no agrasivo, y también una crema hidratante. Debemos tene en cuenta que el uso de diferentes jabones, fragancias, lociones o incluso una mezcla de productos pueden ocasionar la aparición de una mayor sensibilidad de la piel, y con ello muchos más problemas. Por tanto, curar la piel y mantenerla saludable es de cierta importancia, sobre todo a la hora de prevenir daños mayores, y mejorar con ello la calidad de vida del paciente.

Para conseguirlo, es importantísimo desarrollar y seguir una rutina diaria de cuidado de la piel, lo que ayudará a prevenir los episodios recurrentes, y los brotes. Uno de los factores clave, especialmente en los bebés y niños pequeños, es el momento del baño, con la aplicación posterior de un emoliente sobre la piel todavía húmeda. Esto es debido a que ayuda a retener la humedad presente todavía en la piel, de manera que la mayoría de los síntomas asociados a la dermatitis atópica tienden a mejorar. Es decir, restaura la humedad de la piel e inhibe la evaporación del agua con lo que se consigue aumentar la velocidad de curación y establecer una barrera más saludable, útil contra la sequedad, la picazón y la irritación. Además, también es esencial evitar los baños y las duchas calientes, puesto que la temperatura elevada puede afectar a la piel muchísimo. 

En lo que se refiere a los emolientes a usar, es fundamental evitar las lociones que contengan un alto contenido en agua o alcohol, puesto que tienden a evaporarse rápidamente. Es más, el alcohol puede aumentar los síntomas, al generar mayor inflamación, enorjecimiento y lo que es aún peor, picazón. Las cremas y ungüentos se convierten en las mejores opciones a la hora de curar la piel. Y la vaselina es una de las opciones más útiles.

Cómo escoger un probiótico

A pesar de que los probióticos no han demostrado ser cien por cien eficaces a la hora de prevenir el desarrollo de la dermatitis atópica, o aliviar sus síntomas más graves, sí son útiles al proporcionar una serie de beneficios y cualidades conocidas. Por ejemplo, sí son son beneficiosos a la hora de aliviar y tratar las diarreas ocasionadas por el consumo de antibióticos, el síndrome del intestino irritable y la conocida como diarrea del viajero.

Si deseas añadir probióticos existen distintas opciones a la hora de añadirlos, ya sea a través de la dieta o en la rutina diaria de cuidado de la piel. A continuación te mostramos algunas formas y ejemplos útiles:

A través de la alimentación

Se convierte posiblemente en una de las formas más simples, fáciles y sencillas a la hora de proporcionar probióticos a nuestro cuerpo: a través de los diferentes alimentos que consumimos cada día. Por ejemplo, destacan especialmente determinados alimentos fermentados, entre los que destacan el miso, chucrut o el kimchi. Y también otros probióticos que encontramos determinados productos lácteos cultivados, como el kéfir y el yogur.

No obstante, dependiendo del método de procesamiento, la cantidad de organismos vivos presentes en cada alimento puede variar mucho. Por otro lado, aunque su consumo es considerado seguro, se sabe que algunas personas podrían experimentar efectos adversos leves, como hinchazón abdominal o gases.

Mediante suplementos

Los suplementos probióticos se convierten igualmente en otra opción útil, que pueden encontrarse fácilmente en herbolarios y en tiendas especializadas de dietética y suplementos dietéticos.

Como manifiestan la mayoría de expertos, es preferible obtener los probióticos a partir de los alimentos en lugar de los suplementos, puesto que los alimentos, por lo general, tienden a contener una mayor cantidad de probióticos por porción. En cualquier caso, puede ocurrir que los alimentos fermentados o cultivados simplemente no nos gusten. En estas situaciones, los suplementos sí se convierten en una buena alternativa.

Preparaciones tópicas

Son las opciones utilizadas en el tratamiento de la dermatitis atópica. De hecho, los productos de belleza para el cuidado de la piel que contiene probióticos son cada vez más populares. Y pueden encontrarse fácilmente en tiendas de belleza e incluso en los lineales de productos cosméticos y de belleza de muchos supermercados y grandes almacenes.

Debemos tener en cuenta que un probiótico tópico no ayudará a tratar el eccema. De hecho, este tipo de productos no son, al menos por el momento, considerados como tratamientos tópicos verdaderamente útiles frente a la dermatitis, y no han sido clasificados como medicamentos.

En cualquier caso, en caso de probar uno, es fundamental escogerlo de la misma manera como escogerías cualquier producto que vayas a utilizar sobre la piel: no debe tener fragancia, ser hipoalergénico (para que no aumente el riesgo de irritar todavía más la dermatitis), y hacrer lo que se conoce como la prueba del parche, que consiste en aplicar una pequeñísima cantidad de producto en un área de la piel no tan visible, y esperar durante al menos 24 horas para comprobar si se han producido reacciones alérgicas o no.

En caso de no haber surgido reacción de ningún tipo, será una señal de que podrás utilizarlo con absoluta tranquilidad.

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C.Pérez

Escribo sobre ciencia, salud y nutrición desde hace 11 años. ¡Ah! Y también papá a tiempo completo con 4 años de experiencia.

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