Nos encontramos en un momento en el que las prisas y el estrés diario está a la orden del día, en el que –a veces- preparar un buen plato de comida se convierte en una odisea, y motivo por el cual, entre otras cuestiones, nacieron las sopas de verduras preparadas. Pero, ¿qué es mejor opción? ¿las sopas de verduras preparadas o las sopas preparadas naturales?
Fue allá por los años cuarenta cuando la primera de las sopas preparadas se elaboró en Estados Unidos; y, desde entonces, las grandes compañías han ido multiplicando la gran variedad de sabores, de tal forma que a día de hoy nos encontramos con una docena de sopas distintas.
Las sopas preparadas: aditivos, glutamato monosódico y alto contenido en sal
Básicamente existen dos clases de sopas preparadas: aquellas que se presentan en sobres, en componentes deshidratados que deben ser cocidos, y las que se presentan en lata acuosas, de manera que sólo deben calentarse.
A este tipo de sopas se le añaden grasas y potenciadores de sabor para que, por ende, adquieran un sabor más fuerte.
Lejos de indicar que, en las sopas de lata acuosas, se han encontrado destacadas cantidades de metales pesados (como el cadmio), el principal problema de las sopas preparadas en sobre es que cuentan con aditivos que pueden ser ciertamente negativos para la salud.
Es el caso, por ejemplo, del glutamato monosódico, una sustancia que puede llegar a provocar graves reacciones alérgicas, la cual puede provocar mareos, palpitaciones y problemas nerviosos.
Pero uno de los principales problemas que encontramos en este tipo de preparaciones (ya sean sopas en sobre como las populares sopas de tallarines para preparar al microondas que tan conocidas se han vuelto en los últimos años), es su elevado contenido en sal. Mientras que ese alto contenido lo encontramos en la propia sopa de sobre, en el caso de las sopas japonesas de fideos instantáneas (tipo Yakisoba o Yatekomo) los encontramos en la salsa de soja que acompaña a las mismas.
De esta forma, no se recomienda el consumo de este tipo de sopas preparadas en personas con hipertensión arterial, precisamente por su elevado contenido en sal.
¿Y las sopas preparadas naturales?
A diferencia de las sopas preparadas en sí, las sopas preparadas naturales se diferencian de éstas en que contienen trozos de verduras variadas deshidratadas, y se ha eliminado el glutamato monosódico.
Aunque vienen ya preparadas en sí y estén igualmente deshidratadas, tratan de que los ingredientes de sabor sean lo más naturales posible. En este caso, por ejemplo, nos encontramos con las sopas de agricultura biológica.
Las sopas caseras hechas en casa: las mejores
Aunque como hemos visto, en el mercado podemos escoger entre una amplísima diversidad de sopas preparadas en muy diferentes envases (sobre, brick…), lo cierto es que debemos fijarnos muchísimo en su etiqueta de ingredientes (y en su etiquetado nutritivo) para asegurarnos de si contienen aditivos y si su composición nutritiva dejaría mucho que desear.
Así, si por ejemplo observamos ingredientes como «grasas o aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados», «aceite de girasol refinado», «aceite de palma», «azúcar», o aditivos como el «glutamato monosódico»; o si observamos que su aporte en sodio es elevado, lo mejor es dejarlas en el estante del supermercado y desecharlas.
Por todo ello, casi sin ninguna duda lo mejor es optar por sopas caseras de verduras, que podemos elaborar además fácilmente y de forma muy sencilla en casa. ¿Por qué? Principalmente porque solo nosotros escogeremos los ingredientes con los que vayamos a prepararlas, siendo más común que elijamos verduras y vegetales frescos, e incluso podamos controlar mejor la cantidad de sal que añadimos a la misma.
Nuestra recomendación
Siempre es mejor optar por lo natural que por lo ya preparado, sobretodo si cuenta con aditivos o componentes químicos que es mejor evitarlos.
Pero si no tienes demasiado tiempo para preparar una buena sopa natural, siempre podemos optar por sopas preparadas naturales, las cuales siempre resultarán mucho más sanas que las preparadas industrialmente en sí. Por ejemplo: escoger sopas preparadas con ingredientes procedentes de agricultura ecológica.
Eso sí, fíjate que no contengan aditivos como potenciadores del sabor ni glutamato, y que las grasas vegetales no sean hidrogenadas (y se conozca su procedencia).
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