El amor se ha acabado, ya no compartimos los mismos intereses, no soporto más algunos aspectos de tu personalidad, no soy feliz. Estos y otros motivos son los causantes de que llegue a nuestras vidas el divorcio o separación.
Es un proceso normal y saludable que no ha de estar vinculado al sentimiento de la felicidad de nuestros hijos. Es cierto que no es plato de buen gusto para nuestros hijos aceptar que mamá y papá ya no estarán juntos, pero es menos agradable empeorar la situación por forzar la unidad familiar.
Consejos que te ayudarán a llevar mejor un divorcio cuando tienes hijos
Tomando la decisión
Llegar a casa ya no resulta agradable. Los choques y peleas son cada vez más frecuentes y la paciencia disminuye cada día. “Lo hemos decidido. Nos divorciamos”. Aparentemente este es el paso más complejo, pero cuando se tienen hijos, seguidamente cae sobre nosotros un peso: ¿Cómo se lo decimos a nuestros hijos? El dolor es ya suficiente y lo que menos deseamos es seguir provocando sufrimiento… ¡Y MENOS A NUESTROS HIJOS!
Ambas partes no desean ser los culpables de la situación que va a establecer un antes y un después radical en la vida de nuestros hijos y la tendencia de “culpar” a la otra parte nos resulta tentadora de forma inconsciente. No queremos ser los malos, no queremos ser los responsables de su dolor. Es normal. Entonces, ¿Cómo les damos la noticia?.
La historia común
En primer lugar, hemos de ser conscientes de que cada miembro de la pareja vive la situación de divorcio de forma diferente y desde su punto subjetivo de vista. En segundo lugar, a tu hijo no le importa quién fue el culpable, les quiere por igual y lo menos que le apetece en este mundo es añadir a esta situación un padre o madre malo y uno bueno.
La creación de la historia común no solo hace el divorcio más amistoso sino que le da a tu hijo una misma versión desde la cual puede hacerse una composición de lugar, sin dudar de uno de los dos progenitores y sin pensar que uno de los dos miente. Es mejor saber que mamá y papá ya no se quieren por diversos motivos que pensar que uno de los dos progenitores ha traicionado al otro. De esta última forma el niño cuando esté con cada uno sentirá que está engañando al otro.
¿Cuándo y cómo se lo decimos?
Muchos padres deciden comunicarles a su hijo su decisión cuando el proceso está ya muy avanzado e incluso cuando ya los progenitores no viven juntos. Esta situación hace que el niño a lo largo de todo este proceso que pensamos que “NO SE DA CUENTA” saque sus propias y posiblemente equivocadas conclusiones. Este hecho solo crea desvinculación con los padres e inseguridad acerca de su futuro.
Primeramente, antes de hablar con nuestros hijos es necesario planificar qué es lo que se va a decir, cómo se va a decir y prever qué preguntas deberán de responder para tener un mismo criterio.
Lo ideal sería comunicar la noticia en un lugar relajado y disponiendo de tiempo y sin prisas. En el caso de que haya más hermanos, sugerimos que la noticia se dé a la vez con el fin de que ellos se sientan apoyados y empaticen con sus iguales. En ese momento podremos proceder siguiendo los pasos que a continuación sugerimos:
- Adaptar el lenguaje a la edad de nuestros hijos.
- Contar la historia común juntos y mantenerse en la misma a lo largo del tiempo.
- No hablar negativamente de ninguno de los miembros de la pareja.
- Clarificar y recordar que lo que nunca cambiará será el sentimiento hacia ellos. Que les queremos mucho y que lo seguiremos haciendo.
- Explicar qué va a suceder a continuación: cambio de vivienda, visitas, horarios, etc.
- Dar un margen de digestión y favorecer la realización de preguntas resolviendo las dudas que tenga el niño.
La temida reacción
Como comentábamos anteriormente, este no es un plato de buen gusto, por lo que la reacción de nuestro hijo en los primeros momentos no será positiva. Aparecerán probablemente al comienzo del proceso en nuestro hijo episodios de ansiedad, culpabilidad, enfado y depresión. Recalcamos que es normal, por ello ambos progenitores debemos de estar junto a él apoyándolo y favoreciendo que se comunique con nosotros.
Decir siempre la verdad, ser honestos, no culpar al otro progenitor y mantener las rutinas favorece el proceso de aceptación de esta nueva realidad que debe significar siempre un cambio a mejor para todos los miembros de la familia.
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