Aunque todavía hay mucha gente que no las puede presenciar, hay otras para que las películas de terror son como una especie de imán de la que no se pueden despegar.
Desde que le dan al “play” y se empapan de su ambiente lúgubre y de lo más terrorífico, tienen unas imperiosas ganas de saber cuál será el cruel destino de su protagonista. Lo peor de todo es que muchas veces este acabará agonizando por el asesino de turno en un una persecución que seguramente tendrá un final de lo más sangriento y violento.
Entonces, ¿por qué nos sentimos atraídos por este tipo de cintas? ¿Por qué no apartamos la mirada en ciertas escenas? Pues incluso la ciencia ha encontrado una explicación lógica a este fenómeno tan común en nuestra sociedad
Llegamos a empatizar con el protagonista principal
Justo cuando empieza cualquier película de terror que se precie, se nos presenta al personaje principal que siempre suele estar en una situación algo conflictiva. La mayoría de veces son situaciones parecidas a las que nosotros podemos vivir en nuestro día a día. Y es ahí donde empezamos a empatizar con el protagonista de la película junto a todo su estrés y preocupaciones.
Todo va empeorando hasta que aparece el asesino de turno e intenta acabar con el personaje principal de la historia. Como ya hemos creado un cierto vínculo emocional con él, pues es normal que en parte “suframos” a lo largo de toda la cinta.
Todo esto se va acrecentado más y más cuando lo vemos en un momento de máxima tensión donde incluso su vida está en peligro. Ya lo tomamos como algo personal y de ahí que tengamos la imperiosa necesidad de saber qué está ocurriendo en todo momento. Por esta razón, nos mantenemos enganchados a la pantalla hasta conocer el ¿cruel? destino de nuestro querido y amado personaje.
Aquí ya depende un poco de la habilidad del director y el montaje de la película para conseguir esta sensación. Pero si lo que se consigue es que el espectador se empape de todo este ambiente oscuro, violento y lúgubre, seguro que el éxito de la cinta estará asegurado.
Como seres humanos que somos, a veces nos sentimos atraídos por el sufriente ajeno ya que gracias a él florecen nuestros sentimientos más primitivos y por ende nos sentimos humanos.
Llenan nuestros instintos más primarios
Los seres humanos no dejamos de ser animales con una inteligencia súper desarrollada. Sin embargo, esto no quita que en ocasiones se nos despierten nuestros instintos más primarios, los cuales estaban muy presentes en la prehistoria. En aquellos instantes teníamos que cazar y matar para sobrevivir como cualquier especie animal.
Y por tanto, es normal que estos sentimientos tan primarios sigan un poco inherentes dentro de nosotros mismos.
Para que se entienda, cada vez que visualizamos una peli de terror y nos sentimos identificados con el protagonista, es como si una inyección de adrenalina recorriese todo nuestro cuerpo. Sentimos como el instituto de supervivencia se activa y nos pone en un estado de alerta. Esta es una sensación que afortunadamente no tenemos que vivir durante nuestro día a día. Y por ello, cada vez que la sentimos es como algo completamente nuevo para nosotros.
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Esto crea una especie de “adicción” sana que nace de la simple curiosidad de experimentar cosas buenas y por tanto no hay que avergonzarse de ello. Somos seres curiosos por naturaleza y por tanto es muy normal que a muchos de nosotros nos atraigan las pelis de miedo. ¿Y tú? ¿Te atreves a apagar la luz esta noche y empezar ver una peli de terror? ¡Ármate de valor y después te darás cuenta de que no es para tanto!
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