¿Sabías que las compresas, al igual que los cataplasmas y los ungüentos, permiten tratar determinadas dolencias y problemas tanto internos como de la piel, de forma totalmente efectiva y además de manera completamente natural?.
Explicado de forma sencilla, podemos decir que dentro de la conocida como botica de la abuela (o en definitiva, dentro de los diferentes remedios caseros que nos han legado nuestras abuelas y que han ido pasando de generación en generación), las compresas son remedios –habitualmente de tela- que se empapan con tras sustancias ricas en determinadas sustancias activas.
Dependiendo del problema, trastorno o enfermedad que se desee tratar de esta manera es posible utilizar compresas frías o compresas calientes. De ahí que sea fundamental e importante descubrir cuáles son sus principales diferencias, y sobretodo, cuándo es recomendable usar una opción u otra.
¿Qué son las compresas frías y cuándo usarlas?
Las compresas frías son aquellas que se empapan en alguna sustancia fría o tibia con el objetivo de rebajar la temperatura o la sensación de calor en determinadas zonas del cuerpo. Es decir, son remedios caseros útiles para ayudar a salir el calor del cuerpo, o incluso para refrescarlo.
Las conocidas como compresas frías son especialmente interesantes a la hora de aliviar la fiebre, aliviar las quemaduras y disminuir el enrojecimiento relacionado con este tipo de afecciones y problemas. Un ejemplo son los paños fríos con vinagre, ideales para bajar la fiebre.
Para ello es necesario detectar aquellas zonas del cuerpo que se encuentren calientes dependiendo del malestar que se haya producido, y usar –por tanto- la compresa fría con el fin de ayudar a salir el calor.
Seguramente recordarás cómo cuando eras pequeño tu abuela o tu mamá te ponía paños fríos empapados en vinagre de manzana con el fin de bajarte la fiebre. Efectivamente, ese es uno de los fines por los que se utiliza este tipo de remedios.
Por ejemplo, si se busca enfriar rápidamente el cuerpo o esa zona caliente del cuerpo se puede empapar la compresa en agua fría y alguna otra sustancia como el alcohol. Mientras que si se busca tratar y aliviar quemaduras leves, se puede empapar en agua fría y en áloe vera.
¿Y las compresas calientes? ¿Cuándo usarlas?
Las compresas (en sus diferentes variantes, ya sean frías, tibias o calientes) se convirtieron hace años en unos remedios naturales y caseros particularmente utilizados por nuestras abuelas y madres en el tratamiento natural de diferentes dolencias y problemas de salud, de la misma forma que antaño también se utilizaban cataplasmas y ungüentos.
No obstante, se tratan de remedios que se diferencian claramente de los otros remedios mencionados anteriormente: mientras que los ungüentos o las cataplasmas se utilizan aplicando sobre ellos pastas elaboradas con hierbas y plantas medicinales, las compresas únicamente se empapan en una determinada sustancia activa (que puede ser desde alcohol hasta un aceite esencial, pasando por jugos de plantas).
Las compresas calientes, a diferencia de las frías, son aquellas que se empapan en alguna sustancia que previamente ha sido calentada, con el objetivo de ayudar a relajar y disminuir el dolor. También pueden haber sido calentadas previamente, y luego empapadas en la solución líquida (que no necesariamente debe estar caliente, pero no fría).
Las conocidas como compresas calientes son especialmente interesantes y útiles a la hora de relajar el cuerpo, ayudar al organismo a la expulsión de toxinas a través de la piel, y en el tratamiento de dolencias crónicas (como puede ser el dolor de lumbago o el dolor de espalda).
También son interesantes a la hora de disminuir el dolor del síndrome premenstrual, reducir la inflamación producida por los cólicos y para aliviar problemas en las vías urinarias y biliares.
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