La leche es un alimento de origen animal indispensable dentro de una alimentación variada y equilibrada, gracias a su composición nutritiva y su riqueza nutricional, lo que la convierte en el alimento más completo para el ser humano, tal y como opinan -y coinciden- muchos nutricionistas.
Por ejemplo, destaca por su elevado contenido en proteínas de alto valor biológico, lo que significa que es un alimento tremendamente completo porque contiene -y aporta- todos los aminoácidos esenciales, y además en proporciones ciertamente elevadas.
Además, también aporta vitaminas y minerales imprescindibles, como por ejemplo es el caso del calcio, que ayuda entre otros aspectos a que los huesos se mantengan sanos y crezcan fuertes. Por este motivo se convierte en un alimento importantísimo en la alimentación infantil, gracias a que este mineral interviene en la formación tanto de los huesos como de los dientes.
Tal y como defienden muchos expertos, un desayuno nutritivo y sano debe contar entre sus alimentos con la leche, o al menos con algún producto lácteo tal como yogur o el queso. De esta forma, conseguiremos que la primera comida del día sea lo más completa posible.
No obstante, la industria alimenticia utiliza diversos y diferentes métodos para conservar la leche durante periodos prolongados, de tal forma que a día de hoy existen diferentes tipos y variedades de leche que podemos adquirir en el supermercado en función de nuestros propios gustos personales.
Variedades y tipos de leche
Entre los distintos tipos y variedades de leche que existen encontramos:
- Leche hervida: La ebullición de la leche es un proceso obligatorio, la cual modifica su sabor y olor, a cambio de que, claro está, se obtenga una cierta garantía higiénica.
- Leche uperizada (UHT): Es un procidimiento similar al que veremos a continuación de esterilización, pero con las ventajas de que, con él, se conservan todo el sabor y el propio color en sí de la leche. Dicho sea de paso, su valor nutritivo es absolutamente similar al de la leche pasteurizada, aunque su conservación es mucho más larga siempre y cuando se guarde en envases protegidos de la luz y del oxígeno.
- Leche pasteurizada: Es una leche tratada a una temperatura inferior a la ebullición durante aproximadamente 15 segundos. Con este tratamiento se destruye gérmenes patógenos, de tal forma que la mayoría de las bacterías son destruidas, sin afectar –como es lógico- a las distintas y diferentes cualidades de la leche. Eso sí, las pérdidas vitamínicas son mínimas.
- Leche esterilizada: La leche esterilizada se obtiene cuando la aplicación del calor supera la temperatura de ebullición. De esta forma se consiguen destruir las esporas y los microorganismos, y su conservación puede durar en torno a los seis meses, aunque es cierto que las pérdidas de las vitaminas son mucho mayores.
- Leche deshidratada o en polvo: La leche en polvo se obtiene después de la evaporación casi completa del agua que contiene en sí la leche. Es tremendamente fácil de conservar, siempre y cuando se almacene en recipientes cerrados y en lugares secos. Puede ser obtenida a partir de la leche descremada o leche entera.
- Leche condensada: Es una de las más utilizadas a la hora por ejemplo de tomar café, y viene a ser la leche evaporada a la que se ha añadido un peso igual de azúcar. Eso sí, se debe tener en cuenta que un 50% de su peso es sacarosa, por lo que contiene menos grasa y menos proteínas, pero a la vez un mayor número de hidratos de carbono.
- Leche descremada: Viene a ser una leche esterilizada la cual se le ha extraído la casi totalidad de sus grasas o lípidos, pero conservando su calcio, lactosa y proteínas, aunque no conservará las vitaminas liposolubles.
Los 3 tipos de leche más comunes
Aunque a continuación te hemos hablado acerca de los distintos tipos de leche que podemos consumir cada día, es cierto que son fundamentalmente 3 las variedades de leche que habitualmente tomamos diariamente: entera, semidesnatada y desnatada. ¿Sabes en qué consiste cada una de ellas? Toma nota:
- Leche entera: Consiste en el tipo de leche más básico, ya que no ha pasado por un proceso en el que su contenido en nata se reduce. Su sabor es por tanto más completo, y posee una mayor cantidad de grasas saturadas. Aporta alrededor de un 3,5% de grasa por cada 100ml. Es la opción más recomendada nutricionalmente para los niños, y también para adultos sanos por su riqueza nutritiva.
- Leche semidesnatada: Su contenido en grasas es algo menor, ya que la leche pasa por un proceso de reducción de nata, aunque en realidad no se elimina toda. Contiene entre un 1,5 y 1,8% de grasa por cada 100ml. Es una opción aconsejada para quienes desean reducir el contenido calórico que le aporta la leche.
- Leche desnatada: Tiende a no ser tan aconsejada por los nutricionistas, siendo solo recomendada cuando se sigue una dieta de adelgazamiento estricta. Su contenido graso baja hasta el 0,1% de grasa por cada 100ml.
Como vemos, podemos escoger entre una amplísima diversidad de leches, entre muchas variedades y tipos. La clave está, claro está, en elegir aquella que más nos guste.
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