El cardo es el nombre común que reciben varias plantas de la familia de las Compuestas (o Asteráceas), de la cual existen más de un millar de géneros y más de 20.000 especies. Un buen ejemplo es el cardo mariano, una de las plantas medicinales más populares en el cuidado y protección del hígado, al ayudar a su regeneración celular.
Desde un punto de vista nutricional podemos destacar el cardo como hortaliza, la cual es originaria de regiones templadas y cuyo cultivo está ciertamente extendido por toda Europa. De hecho algunos expertos tienden a relacionarla con la alcachofa, considerándola como una subespecie.
Propiedades nutricionales de los cardos
El cardo es bastante parecido a la alcachofa en lo que se refiere a su composición nutricional, de ahí que muchos autores lo consideren como una especie emparentada a esta última.
Presenta un contenido bajo en hidratos de carbono, proteínas y grasas, de forma que su contenido calórico es realmente bajo (100 gramos de cardos aportan sólo 20 kilocalorías).
Es una hortaliza muy rica en agua, aportando beneficios diuréticos y depurativos.
Nutricionalmente hablando, el cardo destaca por su mayor contenido en hierro y calcio en comparación con otras hortalizas, destacando a su vez la presencia de vitamina C, aunque en cantidades algo más pequeñas.
Calorías |
20 kcal |
||
Proteínas |
1.2 g |
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Hidratos de carbono |
3.5 g |
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Grasas totales |
0.3 g |
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Fibra |
1 g |
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Vitaminas |
Minerales |
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Vitamina C |
1 mg |
Calcio |
115 mg |
Vitamina B3 |
0.2 mg |
Hierro |
1.5 mg |
Beneficios de los cardos
Si tenemos en cuenta que, en lo que se refiere a su composición nutricional y beneficios, los cardos tienden a parecerse mucho a la alcachofa, es normal que una de sus propiedades más destacadas sea su acción como hepatoprotector. Es decir, es una hortaliza que ayuda a proteger y cuidar el hígado.
Mejora la digestión gracias a sus propiedades coleréticas, siendo interesante a la hora de mejorar la función de la vesícula biliar y del hígado, ayudando a la hora de eliminar sustancias tóxicas como el alcohol o el consumo excesivo de proteínas de origen animal y grasas.
Destaca la presencia de cinarina, una sustancia de sabor amargo que estimula la secreción de bilis, estimulando el apetito, favoreciendo la digestión y además resulta útil a la hora de prevenir el hígado graso.
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