Podemos diferenciar, desde un punto de vista nutricional, las patatas fritas de paquete (entendidas éstas como aperitivos salados tipo snack) con las que podemos elaborar en casa fritas en un poco de aceite. Es cierto que las que elaboramos en casa son igualmente poco recomendadas por su aporte nutricional y contenido tanto en grasas como en calorías, pero al menos no aportan grasas saturadas en exceso como sí ocurre con las de paquete.
De hecho, una ración de patatas fritas de paquete aportan entre 10 y 11 gramos de grasa, de los cuales 3 gramos corresponden a grasas saturadas, mucho menos saludables que las grasas insaturadas. Estos valores suponen un aporte del 15% del valor diario recomendado para una dieta de 2.000 calorías.
Por tanto, los riesgos ante un consumo regular y excesivo de patatas fritas de paquete y otros aperitivos y snacks son evidentes: representan riesgos serios para la salud, dado que contribuye a la formación de placas en las arterias, aumentando el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o un ataque cardíaco. Además, pueden influir en la aparición de obesidad y diabetes.
En el caso de las patatas fritas hechas en casa tienden a ser algo más saludables, aunque es cierto que no es una forma de cocción óptima, ya que es mejor hacerlas cocidas con un poco de agua. No obstante, sí existen consejos a la hora de hacer que las patatas fritas sean mucho más ligeras.
En primer lugar lo más recomendable es freírlas siempre con aceite de oliva virgen extra, una variedad de aceite popular en la dieta mediterránea muchísimo más saludable.
Por otro lado la clave está en evitar o reducir que las patatas al momento de freírlas absorban demasiado aceite. ¿La clave? Sumergerlas antes de freírlas en agua muy fría y secarlas bien, consiguiendo con ello que el aceite salte. Una vez las hayamos retirado del aceite, no te olvides de escurrir la grasa con ayuda de un papel de cocina.
Imagen | DesheBoard
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