El aceite de oliva es, probablemente, uno de los aceites más saludables que existen, sobre todo dentro de una alimentación sana, variada y en especial equilibrada. ¿Por qué? Por su increíble riqueza en grasas saludables, entre las que destacan el ácido oléico, que nos ayudan a disfrutar de una buena salud cardiovascular, reduciendo los niveles elevados tanto de colesterol como de triglicéridos en sangre y previniéndonos la aparición de enfermedades de origen cardiovascular.
Pero su aporte nutritivo no acaba aquí, ya que también destaca por su contenido en vitamina E (un nutriente esencial de reconocida acción antioxidante, ideal para ayudarnos a reducir la acción negativa de los radicales libres), y antioxidantes naturales como por ejemplo es el caso de los polifenoles.
Sin embargo, tal y como opinan muchos nutricionistas, tiene un único factor negativo: su elevado contenido calórico, de ahí que aunque es tremendamente recomendable consumir cada día al menos una cucharada de aceite de oliva al día, es fundamental moderar su consumo. Es en este punto donde nos encontramos con el conocido como aceite acalórico.
¿En qué consiste el conocido como aceite acalórico?
El aceite acalórico consiste básicamente en una combinación de aceite de oliva y aceite de parafina, el cual destaca por sus cualidades y, sobre todo, por su bajo contenido calórico. También es conocido con el nombre de aceite hipocalórico.
A diferencia del aceite de oliva, mientras que una cucharada sopera de aceite de oliva aporta 135 calorías, una cucharada sopera de aceite acalórico aporta apenas 13,5 calorías. Por otro lado, aporta un 90% menos de grasas.
La principal cualidad del aceite acalórico es que actúa como laxante, ayudando a lubricar los intestinos para facilitar por tanto la salida de las heces. Es una opción útil ante el estreñimiento ocasional, al ayudar a la evacuación.
Se trata de un tipo de aceite que puedes encontrar fácilmente en farmacias, y adquirirlo sin receta.
¿Cómo consumirlo?
Es aconsejable consumirlo siempre en crudo, nunca cocinarlo ni calentarlo, dado que al freírlo podría resultar tóxico. Respecto a las cantidades recomendadas, lo más adecuado es nunca superar las 3 cucharadas soperas de este aceite al día.
Un ejemplo de uso es utilizarlo en crudo por encima de las ensaladas. O si has cocinado carnes y pescados, luego de terminar la cocción rociar un poco de este aceite por encima para dar sabor.
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