Los estrógenos son consideradas como unas hormonas sexuales esteroideas, sobre todo femeninas, que son principalmente producidas no solo por los ovarios sino también por las glándulas suprarrenales. El hombre también posee estrógenos (al igual que progesterona) pero en una menor cantidad.
Se encargan principalmente del desarrollo de las características sexuales secundarias de la mujer, como por ejemplo es el caso del crecimiento de las mamas, la aparición de la menstruación y el ensanchamiento de las caderas.
Por ello tienden a aparecer en mayor cantidad durante la pubertad, cuando se eleva su producción, y se estimula la maduración del útero, las trompas de Falopio, el endometrio y la vagina. Luego, su nivel se mantiene ciertamente estable hasta la llegada de la menopausia, justo cuando se produce una disminución importante.
Mientras que los estrógenos son hormonas endógenas (es decir, son producidas por nuestro propio organismo), también podemos encontrarnos con otras hormonas de acción más o menos similar sobre el cuerpo humano, pero que se encuentran presentes en determinados alimentos de origen vegetal.
Son los conocidos como fitoestrógenos, que consisten básicamente en compuestos químicos presentes en algunos alimentos de origen vegetal, que como indicábamos tienden a ejercer una acción en nuestro organismo bastante similar a los estrógenos humanos. Pero debemos tener en cuenta algo fundamental: los efectos de las isoflavonas son menores que las que ejerce el estrógeno.
¿Qué son las isoflavonas?
Las isoflavonas son sustancias vegetales que actúan en el cuerpo como lo hacen los estrógenos endogénos (es decir, los producidos por el propio organismo). Las encontramos sobre todo en la soja, de ahí que popularmente sean más bien conocidas simplemente como isoflavonas de soja, puesto que en realidad se trata de la principal fuente alimentaria.
Consisten en un conjunto de compuestos que encontramos en especial en la soja. Dentro de la familia de isoflavonas podemos distinguir la genisteína, la gliciteína y la daidzeína. De hecho, 100 gramos de soja aportan en torno a 300 mg. de isoflavonas, mientras que otras legumbres tienden a aportar apenas entre 5 a 10 mg.
No obstante, a diferencia de lo que se piensa, las isoflavonas que se consumen a partir de la soja fermentada (como es el caso del tempeh, la salsa de soja o el tamari) son muchísimo mejores, dado que su absorción es mucho mejor.
Cuáles son las principales funciones de las isoflavonas
Las isoflavonas presentan una doble actividad. Por un lado, actúan como estrogénicas. Mientras que, por el otro, también presentan la capacidad de actuar como antiestrogénicas, motivo por el que confiere a las isoflavonas una serie de cualidades únicas para regular el balance hormonal de la mujer en función del momento en el que se encuentre.
Así, por ejemplo, podemos resumir sus principales funciones a continuación:
- Reduce los síntomas de la menopausia: concretamente, ayuda a combatir y disminuir los síntomas más comunes y típicos del climaterio, como son los sofocos, la sudoración excesiva, el dolor de cabeza, la irritabilidad y la inestabilidad emocional, el insomnio, la ansiedad y el nerviosismo. ¿Por qué? Fundamentalmente porque las isoflavonas tienden a compensar la disminución de estrógenos que se produce habitualmente durante esta etapa.
- Previene enfermedades cardiovasculares: al ayudar a reducir el colesterol LDL y el colesterol total. Como de buen seguro sabrás, tras la llegada de la menopausia existe un riesgo mayor de problemas cardiovasculares.
- Mejora la absorción del calcio: gracias a la presencia de saponinas, útiles para mantener una adecuada densidad ósea, por lo que ayuda en la prevención de la osteoporosis.
- Mejora las defensas: al producir una mayor actividad tanto de los glóbulos blancos como de los macrófagos, las isoflavonas mejoran el sistema inmunológico en general.
A pesar de todas estas cualidades, debemos tener en cuenta que en personas que no necesitan estrógenos, o en quienes las consumen de forma exagerada, puede producir tiroiditis autoinmune o bocio, de forma que se aconseja consultar con un especialista antes de optar por consumir isoflavonas por nuestra cuenta.
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