El vínculo de la amistad tiende a proporcionar una cierta satisfacción, apoyo emocional, seguridad, y nos ayuda especialmente a desarrollar una buena autoestima.
Nos ayuda, por ejemplo, a partir del sentimiento de aceptación y de valoración que recibimos por parte de los demás; especialmente, por parte de aquellas personas que cada cual consideramos como amigos.
Esto es así, porque a través de la amistad aprendemos a confiar y a compartir, ayudándonos a descubrir lo bien que nos sentimos ayudando a las demás personas.
Y es que cuando nos sentimos agraciados por la amistad, emociones tan insanas como la desconfianza o el odio pueden llegar a templarse gracias a este tipo de relaciones.
Cómo se forja una amistad
Especialmente con el primer encuentro entre dos personas, tiende a iniciarse un proceso que puede concluir en amistad.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que existen personas (sobretodo las más inseguras) que piensan que si en ese primer encuentro la amistad no surge, es porque han fallado, algo que como podemos imaginar, distaría mucho de la realidad.
En estos casos, debemos pensar que, por ejemplo, no se hayan dado aún las circunstancias adecuadas para que una determinada amistad pueda forjarse. En cualquier caso, lo único cierto en este punto es que nadie ha fallado.
Verdad y sinceridad en la amistad
Que la relación de amistad implica la confianza en verdad entre dos personas, no es nada nuevo. Nadie negaría que dos personas que se mienten, o que no son sinceras entre ellas, no se las puede considerar amigas, en el más estricto sentido del término.
Sin embargo, en nombre de esa amistad, ¿se debe decir toda la verdad a la otra persona? Dicho de otra manera, ¿qué es primero, la amistad o la sinceridad? Evidentemente, la respuesta no es fácil, porque todos nos hemos visto confrontados a situaciones parecidas, alguna vez en nuestra vida. Y, al final, siempre nos hemos quedado con el amargo sentimiento de que, o bien no hemos sido francos con nuestro amigo, o le hemos hecho daño al decirle toda la verdad.
En realidad, se trata de un conflicto de valores, puesto que en la amistad, se dan por hecho estas dos realidades, como base fundamental que sostiene la relación. No obstante, ni la verdad, ni la sinceridad pueden estar por encima del amor, o la caridad. El problema surge cuando pensamos que más allá del afecto que une a dos personas, está el decirse siempre la verdad, a cualquier precio.
Esta falacia, conlleva no pocos problemas, puesto que la verdad forma parte de cualquier relación seria que el ser humano establece con sus semejantes. Sin embargo, los amigos se escogen en otro orden de realidades, donde el amor es la principal garantía de esa unidad.
La cuestión es muy simple, si decir toda la verdad en una amistad, implica el dolor físico o moral, mejor es abstenerse, siempre que lo que se oculte no vaya en detrimento de la propia relación. La verdad no necesita intermediarios, pero el amor pasa por mediaciones como el respeto, el tiempo, o la madurez, que posponen u ocultan la verdad hasta que deje de hacer daño.
Consejos para abrirnos a la amistad
- No pretendas que una amistad se tienda a formar sí o sí en el denominado como “primer encuentro”. Trata de ser tú mismo/a, sin esperar nada.
- El consejo anterior podría ser equiparable a que no pretendas ir demasiado rápido, dado que la amistad es algo que se tiende a consolidar con el paso del tiempo.
- No existe ese amigo que pueda compartir tus áreas de interés, o que pueda conectar con todos los aspectos de tu propia personalidad. Este tipo de amigos no existen, ya que cada cual es como es, y debemos aceptarlo precisamente tal y como es.
Comentar