El agua es simplemente fundamental para la vida. Representa, de hecho, un 70% de la composición de nuestro organismo, y en definitiva es importantísima e indispensable para el adecuado funcionamiento de nuestro cuerpo (y para nuestra propia salud).
¿Por qué? Es fundamental para el proceso de depuración natural de nuestro cuerpo, al ayudarnos a eliminar toxinas y limpiar el organismo, a la vez que es útil para nutrir nuestras células.
Dentro de esos mitos existentes alrededor de los alimentos o productos alimenticios que pueden o no consumirse durante el seguimiento de una dieta de adelgazamiento, tal y como te comentamos en un artículo anterior, uno de los más conocidos es el de si las frutas engordan o no.
Lo único cierto, como te comentamos anteriormente, es que aunque existan frutas (como el plátano o las uvas) que aportan un mayor número de calorías que otras (como, por ejemplo, una manzana o una naranja), lo cierto es que se pueden comer en menores cantidades para equiparar esas calorías a los que aportaría las frutas más livianas.
No obstante, si existe un mito sumamente difundido popularmente en la sociedad, y que sin embargo es un auténtico error, es si beber agua en la comida engorda.
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Pero, por desgracia, a pesar de ser un mito bastante extendido lo cierto es que mucha gente lo cree, de tal forma que muchos evitan tomar agua mientras comen por la creencia de que efectivamente aumentarán de peso. ¿Qué hay de cierto en ello?.
¿Beber agua en la comida engorda?
A diferencia de como erróneamente creen algunas personas, lo cierto es que beber agua en la comida no engorda. Es más, no existe evidencia ni fundamento científico de ello por algo muy sencillo y simple: el agua no aporta grasas, ni hidratos de carbono, ni proteínas.
Esto se traduce en algo muy sencillo: el agua no aporta energía, principalmente debido a que no contiene macronutrientes. Por este motivo, no engorda aunque se tome antes, durante o después de las comidas.
Es más, sus cualidades serían incluso contrarias a lo que se piensa, dado que no solo no engorda, sino que ayudaría a aumentar menos de peso porque nos aportará un efecto saciante si bebemos agua durante la comida, especialmente si consumimos alimentos con alto contenido en fibra.
El motivo en esta ocasión es evidente: la fibra, al encontrar en contacto con el agua, aumenta sorprendentemente su volumen, de manera que la sensación de saciedad en nuestro estómago será muchísimo mayor.
De hecho, un estudio llevado a cabo por la American Chemical Society en Boston (Estados Unidos), concluyó que beber agua antes de las comidas ayuda a comer menos durante las mismas, dado que los participantes en el estudio que tomaron dos vasos de agua de 230 ml. antes del almuerzo comieron entre 75 y 90 calorías menos.
Al ser un líquido sin calorías, ni macronutrientes y por tanto sin aportar energía, nuestro organismo es capaz de asimilarlo rápidamente al no tener que procesarlo, por lo que nos adentramos ahora ante un nuevo mito: ¿ralentiza el proceso de la digestión cuando se consume junto con la comida?.
¿Ralentiza la digestión si tomamos agua junto con las comidas?
La respuesta en esta ocasión debe ser igualmente rotunda: beber agua junto con la comida no afecta en la digestión, ni la ralentiza, precisamente porque al no contener nutrientes el organismo tiende a asimilarlo rápidamente, no teniendo que procesarlo como sí ocurriría con otro tipo de bebidas (como por ejemplo los jugos de frutas, cerveza, refrescos…).
No obstante, lo que recomiendan algunos dietistas es que, antes de cada comida, una persona que desee perder peso tome un buen vaso de agua, porque le provoca sensación de saciedad. Esto evita, por tanto, que consuma otros alimentos.
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