¿Quién no ha llorado al cortar la cebolla alguna vez? De hecho, casi podríamos volver a reformular la pregunta… ¿Quién no ha cortado una cebolla alguna vez y ha llorado siempre al hacerlo? No hay duda que nos encontramos, sin duda alguna, ante un inconveniente ciertamente incómodo, especialmente para quienes cocinan habitualmente y utilizan a la cebolla entre sus ingredientes más comunes y habituales. Pero, ¿por qué lloramos? ¿Tal vez sintamos una pena inconsciente por pasar el cuchillo por sus diferentes capas?.
Antes de descubrirlo, debemos comentar que la cebolla es un bulbo subterráneo, comestible, que crece en la planta del mismo nombre (cuyo nombre científico para ser más precisos es Allium cepa). Es una hortaliza de origen asiático cuyo cultivo se conoce y se realiza desde el 6.000 a.C, cuando poco después se extendió por Europa hasta finalmente llegar a América. Pertenece a la familia de las Liliáceas, con hojas exteriores encargadas de proteger el bulbo.
Nos encontramos, por tanto, ante una hortaliza sumamente popular en muchos países del mundo, cuyo consumo se ha extendido desde hace ya muchísimos siglos. En lo que se refiere a los beneficios de la cebolla más importantes, podemos destacar que se trata de un alimento natural con acción bactericida y fungicida, ayuda a disminuir los niveles de azúcar en la sangre y también los niveles altos de colesterol, es un maravilloso depurativo de la sangre con una importante función diurética, además de ser útil a la hora de regular el tránsito intestinal.
Aunque se trata de un alimento muy común y popular, desde el primer momento en que retiramos su primera capa y comenzamos a cortarla nuestros ojos empiezan a picar y a lagrimear. El motivo lo encontramos en un gas irritante conocido con el nombre de alinasa, que respiramos al momento de cortar las cebollas. Causa una irritación de las mucosas nasales. Explicado de forma mucho más técnica y precisa, al momento de cortar una cebolla se producen roturas celulares que permiten que la enzima alinasa entre en contacto con el trans-(+)-S-(1-propenil)-L-cisteina sulfóxido, produciendo, piruvato, amoniaco y syn-propanotial-S-óxido. Ésta última es la molécula responsable del lagrimeo y de la irritación ocular.
Muchos expertos consideran que el propanotial ejerce una acción lacrimógena, debido a que al entrar en contacto con el agua se descompone dando como resultado ácido sulfhídrico, ácido sulfúrico y propanal, siendo probablemente el ácido sulfúrico el que dañe la membrana conjuntival, produciendo el molesto lagrimeo.
Si te apasionan y te gustan mucho las cebollas pero te resulta muy incómodo cortarlas, descubre más sobre cómo cortar la cebolla sin que te lloren los ojos.
Imágenes | Leonardo Shinagawa / Quinn Dombrowski
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