El café es sin duda alguna una de las bebidas más consumidas cada día, después del agua y conjuntamente con otro de los líquidos naturales por excelencia, el té. De hecho, ¿sabías que solo en nuestro país cada día se consumen al menos 22 millones de tazas de café?.
Se convierte en una bebida llena de propiedades y cualidades organolépticas. ¿Y qué son sus características organolépticas? Muy fácil: todas aquellas cualidades sensoriales que podemos apreciar en los granos del café y en la taza de un café preparado al observarlo, al olerlo y al probarlo, y se refiere a la acidez, al amargor, al cuerpo, al sabor y al dulzor que podríamos percibir con una buena taza de esta maravillosa bebida.
La fragancia del café destaca precisamente por su aroma tostado, aunque también puede ser frutal, dulce, herbal, terroso… Este aroma se encuentra formado por miles de sustancias volátiles entre los que distinguimos cetonas, aldehidos, ésteres y ácidos. Dependiendo de su intensidad y cualidad nos ayudarán a descubrir la calidad y frescura del café.
Generalmente se trata de una bebida ligeramente ácida, una cualidad que encontramos sobre todo en la variedad Coffea arabica L., cuya intensidad finalmente es modificada durante el proceso de torrefacción.
El cuerpo del café es percibido en la lengua cuando lo probamos, y su concentración puede ser mayor o menor. Nos brinda la posibilidad de saber si el café que hemos preparado es de buena calidad, ya que una taza de café elaborado con un buen café presenta un cuerpo balanceado y completo.
Las impresionantes características organolépticas del café
En una única taza de café encontramos más de mil sustancias diferentes que son las que le confieren sus cualidades aromáticas y de sabor. Por ejemplo, contiene aminoácidos, polisacáridos, compuestos nitrogenados, ácidos volátiles y no volátiles, y también triglicéridos.
Precisamente durante la fase de tostado es cuando se desarrollan sus propiedades organolépticas, dado que a las altas temperaturas que alcanza (entre 200 a 250º C) se producen distintas transformaciones físico-químicas, confiriéndole sus cualidades relacionadas con el sabor, el olor y su tonalidad tan característica.
Por ello a mayor tueste más tienden a propagarse sus aceites hacia el exterior, y el grano de café posee menos poder ácido, a la vez que su contenido o aporte en cafeína será mucho menor ya que durante el proceso una parte de ésta se quema.
Consejos útiles para lavar la cafetera cada vez que la preparemos
El motivo por el que hayamos comenzado esta nota hablándote de las impresionantes características y propiedades organolépticas que encontramos en una taza de café es sencillo: sus cualidades aromáticas tienden a quedarse impregnadas en las paredes de la cafetera donde lo preparas cada día.
Esto se traduce en que cada vez que preparas en casa una taza de café no solo adquiere las características propias de los granos de café con lo que lo elabores; también adquiere el aroma que posea la cafetera en esos momentos.
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Por este motivo no es muy buena idea que, cada vez que vayas a lavar la cafetera, utilices jabón o lavavajillas para limpiarla. Porque de esta manera las paredes de la cafetera estaría perdiendo todas las cualidades organolépticas (especialmente aromáticas) que ha ido adquiriendo a lo largo del tiempo. Por otro lado, tampoco es útil usar un estropajo para raspar o restregar a fondo la cafetera.
Obviamente no nos estamos refiriendo a no lavar la cafetera. Una opción adecuada es lavarla siempre -y únicamente- con agua. De esta forma tendremos la cafetera siempre limpia, pero con las cualidades que haya obtenido en la preparación de cada taza.
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