El café descafeinado se ha convertido desde hace años en una alternativa sumamente interesante para quienes desean seguir disfrutando de su taza de café por la mañana o en la merienda, pero sin embargo no pueden o no desean tomar café normal, ya sea porque les excita mucho, porque lo tienen contraindicado (por ejemplo, en caso de hipertensión arterial), o porque simplemente no les gusta.
Se trata de una bebida de igual sabor amargo -en comparación con la bebida tradicional de café-. Lo que, a diferencia de la original, a los granos con que se elabora se le han extraído parte de la cafeína, que es una de sus principales sustancias excitantes.
No obstante, no debemos olvidarnos de algo fundamental. Aunque al café descafeinado se le haya extraído la cafeína, esto no significa que haya sido descafeinado al cien por cien. Es decir, por el momento, ningún método usado durante el proceso de extracción es capaz de eliminar la cafeína de los granos del todo.
De hecho, mientras que una taza de café normal contiene aproximadamente 100 mg. de cafeína, una taza de café descafeinado posee alrededor de 2 mg. de cafeína. Se trata, como vemos, de una cantidad ciertamente insignificante, pero que podría aún así continuar resultado excesiva en caso de que el consumo de cafeína esté contraindicado.
¿El café descafeinado sube los niveles de colesterol en sangre?
En el año 2005 se publicó un estudio llevado a cabo por el Centro del Corazón Fuqua y del Centro para la Salud y Aprendizaje Piedmonton-Merce, según el cual el café descafeinado podría ocasionar un aumento en los niveles de colesterol LDL, el popularmente conocido como colesterol malo, al elevar los valores de un tipo específico de grasa que se encuentra vinculada al síndrome metabólico.
Durante la realización del citado estudio -que duró 3 meses- participaron un total de 187 personas que de manera aleatoria fueron asignadas a tres grupos distintos: un grupo bebió entre tres y seis tazas de café con cafeína al día; otro grupo bebió entre tres y seis tazas de café descafeinado al día; y el tercer grupo, de control, no bebió nada de café.
Los científicos midieron los niveles de los indicadores de salud cardíaca tanto antes como después del estudio de los participantes, además de medir el nivel de cafeína en la sangre. Entre otros aspectos, tuvieron en cuenta parámetros como los niveles de LDL y HDL, colesterol total, triglicéridos, presión sanguínea, glucosa, insulina, ritmo cardíaco, apolipoproteína B (asociada con el LDL) y la lipoproteína 2 de densidad alta (HDL2).
Mientras que los científicos no encontraron cambios significativos tanto en los niveles de insulina como glucosa de la sangre, después de los 3 meses de tomar café el grupo que tomó descafeinado experimentó un aumento en ácidos grasos, aumentando la cantidad total de grasa en la sangre en un 18%, no viéndose alterado en los otros dos grupos.
Además, en el grupo que tomó café descafeinado, las personas que no tenían sobrepeso (esto es, un índice de masa corporal superior a 25), los niveles de HDL2 disminuyeron alrededor de un 30%. Si tenemos en cuenta que el HDL2 es un tipo de HDL cuyos niveles altos se asocian a un bajo riesgo de enfermedad cardíaca, parece que el café descafeinado tenía un efecto evidentemente negativo en la salud cardiovascular de aquellos que lo consumían regularmente.
Entonces, ¿el café descafeinado no es tan saludable como el café normal?
Lo cierto es que en la comunidad científica existe cierta discrepancia sobre esto. Y no solo sobre si el café normal es más saludable que el descafeinado, sino sobre si el café en sí mismo es adecuado.
Fundamentalmente porque existen estudios contrapuestos entre sí, que por un lado confirman que el café ayuda a reducir los niveles de colesterol, mientras que otros constataron su elevación.
Por ejemplo, en el año 1991 un ensayo constató que cambiar el café normal por el descafeinado aumentaba los niveles de colesterol LDL en el plasma, así como la apolipoproteína B. Sin embargo, en el año 1994, un nuevo ensayo en adultos jóvenes sanos (en el que participaron 119 personas) observó que el cambio de café normal a descafeinado no tuvo efectos en la elevación del colesterol.
No obstante, pocos años después, se llevo a cabo un metaanálisis de distintos estudios controlados sobre los efectos del café en el colesterol. Y se constató que dos compuestos propios del café (conocidos como cafestol y kahweol), podían disminuir los ácidos biliares y los esteroles neutros, conduciendo a un aumento del colesterol. Así lo constató también otro estudio.
Pero los efectos nocivos de estos dos compuestos sólo se observarían si el café descafeinado -o el café normal- se toma en cantidades elevadas.
Por tanto, en caso de no existir ningún tipo de contraindicación, el café normal o descafeinado se puede tomar sin excesos, no superando las 2-3 tazas al día.
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