Podemos decir que la empatía es una destreza básica que encontramos dentro de la propia comunicación interpersonal, ya que nos brinda la posibilidad de mantener un entendimiento ciertamente sólido entre dos personas.
Consiste en la capacidad de ponernos en el lugar del otro, y saber lo que éste siente, o incluso aquello que puede estar pensando en un determinado momento. Nos ayuda a comprender los sentimientos que tienen otras personas, lo que nos facilita también saber por qué actúan de una determinada manera. Es útil sobretodo a la hora de prevenir conflictos.
Se trata sin duda alguna de una habilidad, ya que nos ponemos en el lugar del otro, y además así se lo hacemos saber a la otra persona. Por ello hay personas que son más o menos empáticas, y que no son del todo capaces de entender la emoción o los motivos del otro.
Las personas empáticas poseen una habilidad muy especial, dado que son capaces de captar una grandísima cantidad de información sobre la otra persona a partir de sus palabras, del tono de su voz, de su postura, y en definitiva de todos aquellos elementos relacionados de forma directa con su lenguaje no verbal. Podemos decir, de hecho, que son personas que saben “leer” a los demás.
No en vano, la empatía ayuda a que nuestras relaciones con los demás sean más satisfactorias y gratificantes, puesto que cuando somos empáticos la relación tiende a volverse más profunda y directa. Es decir, nos sentimos mucho más en sintonía con los demás.
La palabra empatía deriva de la palabra griega Empháteia, la cual significa sentir dentro afecto. A pesar de que este término ya se utilizaba por aquel entonces, no fue hasta el siglo XVIII cuando se llevó a cabo una aproximación etimológica auténtica de lo que hoy día entendemos efectivamente por empatía, a partir del término EinFülung, de origen alemán.
¿Cómo podemos ser más empáticos?
Como indicábamos, podemos entender la empatía como la intuición de lo que le pasa y le ocurre al otro, sin olvidarnos que se es uno mismo (en caso contrario nos encontraríamos ante una identificación, más que con la empatía).
Es decir, la empatía consiste en ser capaces de captar tanto las referencias internas como los diferentes componentes emocionales de otra persona, y comprenderlas como si uno mismo fuera esta otra persona.
Se caracteriza por ser una de las cualidades más valoradas, sobretodo en un medio tan colectivo y social como es la sociedad en la que desarrollamos nuestra vida día a día, ya que nos ayuda a intentar comprender –y entender- aquello por lo que está pasando la persona, de forma que ésta se siente menos solo y más acompañado.
Respecto a las diferencias entre empatía e identificación, suele ser muy común que el psicólogo pierda los límites entre ambas condiciones, de manera que el especialista puede verse reflejado en los problemas del paciente, perdiendo –por tanto- toda objetividad.
Elimina los prejuicios
Es habitual que la empatía se pierda cuando tendemos a juzgar –incluso de manera inconsciente- a la persona que nos está hablando. Evidentemente, tu forma de escuchar y de responderle cambia de manera notable si con anterioridad tienes o no prejuicios.
Debes trabajar en eliminar poco a poco esos prejuicios, y escuchar a la persona de forma completa, sin pensar en nada más. Te ayudará a comprenderlo mejor, y a saber por aquello que está pasando.
Recuerda que la primera impresión de una persona, en la mayoría de las ocasiones, suele ser equivocada. Por tanto, es vital poder tener la capacidad de mantener siempre una mentalidad abierta y flexible.
No tengas prisa y respeta los tiempos
A veces nos impacientamos cuando estamos hablando con alguna persona, ya sea porque tarda en expresarse o porque tiende a extenderse mucho. ¿Nuestra respuesta? Interrumpimos su discurso y tratamos de adelantarnos a aquello que nos está intentando decir.
Otra de las claves para ser más empáticos es tener paciencia y respetar los tiempos de la otra persona.
Estar en silencio también respondemos empáticamente
Aunque a través de la palabra podemos expresar lo empático que somos con la otra persona, los silencios –y los gestos- también tienen mucho que decir, sobretodo cuando necesita expresarse y sólo precisa desahogarse.
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