De la misma manera que las enfermedades físicas tienden a influir de manera negativa en nuestro propio estado de ánimo, causándonos en muchas ocasiones miedo o preocupación, no hay duda que muchos problemas y trastornos psicológicos tienden a causar a su vez síntomas físicos. Son las que, médicamente, se conocen como enfermedades psicosomáticas.
Se estima que en torno a un 15% de la población europea sufre enfermedades psicosomáticas, de manera que podemos decir que este tipo de “enfermedades” son en realidad muy frecuentes. De hecho, las estadísticas indican que una cuarta parte de los pacientes que acuden al médico de cabecera (o médico de atención primaria), las presentan.
Podemos decir que una persona tiene una enfermedad psicosomática cuando presenta uno o más síntomas físicos, que tras un examen médico, estos síntomas no son explicados por una enfermedad médica. Es decir, el médico no encuentra una causa física real que haya provocado la aparición de dichos síntomas.
Por otra parte, aunque la persona o paciente pueda padecer en realidad una enfermedad, lo cierto es que tanto los síntomas como sus consecuencias tienden a ser más excesivas, en comparación con lo que desde un punto de vista médico cabría esperar, ya que la persona sufre molestias que les causa un grandísimo malestar en su día a día.
Es común que estas personas acudan de médico en médico en la búsqueda de un diagnóstico que no llega, y continúan sintiéndose mal y presentando los mismos síntomas que la llevaron por primera vez a la consulta del especialista.
Por este motivo, es habitual que los médicos traten a estos pacientes con la administración de medicamentos ansiolíticos, que calman a la persona durante un tiempo, para luego volver con los mismos síntomas (o con otro diferente), simplemente por algo muy sencillo: no se ha resuelto el problema.
Debemos tener en cuenta que la mayoría de las personas que sufren enfermedades psicosomáticas no creen tener un problema psicológico, de manera que continúan visitando las consultas de los médicos con el fin de encontrar esa enfermedad o trastorno.
Pero cuando se avanza un poco y se indaga en su día a día, es habitual que estas personas se den cuenta de que hay algo en sus vidas que efectivamente les genera esa ansiedad o malestar.
¿Por qué aparecen las enfermedades psicosomáticas?
Las causas de las que deseamos hablar son aquellas originadas en cada uno de nosotros, de nuestra vida, del día a día, en lo que pensamos, en lo que sentimos, en lo que hacemos y lo que ello conlleva.
La ansiedad que genera la familia, el cuidado de los niños, la preocupación por la salud y bienestar de los nuestros, el estrés del trabajo y sobretodo en tiempos de crisis como en los que estamos son factores que influyen y ocasionan esta enfermedad que principalmente aparece por las causas que hemos mencionado en el otro artículo.
Pero el estrés, la ansiedad, el agotamiento, la angustia… pueden provocar cierto desequilibrio emocional, desembocando en enfermedades “físicas” del sistema digestivo que finalmente reciben el nombre de enfermedades psicosomáticas.
Esas enfermedades psicosomáticas son producidas por somatizaciones del individuo; esto es, las preocupaciones salen a la luz en forma de enfermedades físicas, enfermedades que no tienen nada que ver con lo que ocurre aunque la mayoría de las veces es el sistema digestivo el que recibe toda esa información y reproduce los síntomas en forma de enfermedades.
Aquí hemos de recomendar que la sanación de estas enfermedades, en el caso del sistema digestivo, no consiste en llevar una dieta blanda y evitar ciertos alimentos que pueden empeorar nuestra salud, sino sanar nuestro estado de ánimo, alimentar nuestro optimismo día a día, concienciarnos de que las preocupaciones son parte de la vida y llevarlas de la mejor manera; por ello realizar ejercicios de meditación y relajación ayudaran a que nuestra mente y nuestro cuerpo estén en perfecto equilibrio.
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