Aunque la raya es un pescado tan popular como conocido (sobretodo por su curiosa forma y apariencia), lo cierto es que ello no se traduce en que sea un alimento muy consumido. Se la conoce con los nombres de raya común o raya de boca rosa.
Pertenece a la familia de los Ráyidos, habita en mares templados y fríos y es posible encontrarla sobretodo en el Atlántico y en el mar Mediterráneo, viviendo a profundidades de 100 metros durante el invierno, mientras que en el verano es posible verlos a apenas 2 metros de profundidad.
Respecto precisamente a su curiosa forma –que es lo que hace que sea tan conocido- presenta un cuerpo plano y aletas pectorales triangulares, con color gris claro.
Propiedades nutricionales de la raya
La raya es un pescado blanco, de forma que nos encontramos ante un pescado que podríamos denominar como magro, lo que significa que posee un bajísimo contenido graso: 100 gramos de raya aportan sólo 0,9 gramos de grasa y 79 calorías.
Es sumamente rico en proteínas de alto valor biológico, de forma que incluyen todos los aminoácidos esenciales, lo que lo convierten en un pescado interesantísimo desde un punto de vista nutricional.
Respecto a sus vitaminas, destacan el contenido de vitaminas del complejo B (como la B2, B3, B6 y B12) y vitamina A, además de minerales (como el hierro, magnesio, potasio y sodio).
Beneficios de la raya
Desde un primer momento podemos destacar que la raya es un pescado magro o blando, de manera que su contenido en grasas es realmente bajo en comparación con otros peces. Esto se traduce así mismo en que su aporte en calorías es igual de bajo.
Precisamente por su bajo contenido graso y calórico, es un pescado ideal en dietas bajas en calorías y en grasas. Además, también puede ser interesante para muchas mamás y papás que lo quieran incluir de vez en cuando en la dieta del pequeño, gracias a su aporte nutricional y su sabor suave.
En lo que se refiere a los diferentes beneficios que aportan sus vitaminas, podemos destacar:
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Vitamina A: contribuye al crecimiento, mantenimiento y reparación de la piel, tejidos y mucosas. Fundamental para la salud de la visión, favorece la resistencia frente a las infecciones.
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Vitamina B2: interviene en la transformación de los alimentos en energía, mejora la salud de la visión y participa en la reproducción y el crecimiento. Además, interviene en la regeneración de los tejidos.
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Vitamina B3: participa en el aprovechamiento de la energía que contienen los carbohidratos, proteínas y grasas. Es fundamental en la síntesis de glucógeno y en la producción de hormonas sexuales.
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Vitamina B6: fundamental en la síntesis de grasas, proteínas y carbohidratos. Participa en la formación de hormonas, células sanguíneas y glóbulos rojos.
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Vitamina B12: ayuda en la maduración de los glóbulos rojos, así como en el funcionamiento de las neuronas.
No podemos olvidarnos tampoco de su contenido en minerales, como:
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Hierro: necesaria para la formación de la hemoglobina, ayuda en la prevención de la anemia (concretamente la anemia ferropénica, de forma que es útil incluirlo en la dieta cuando ésta ya se encuentra presente).
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Fósforo: útil en estudiantes, está presente en dientes y huesos. Además, participa en los procesos de obtención de la energía.
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Magnesio: mejora la resistencia de nuestro organismo a infecciones al mejorar la inmunidad. Es fundamental para el funcionamiento de los nervios y músculos.
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Potasio: necesaria para la correcta actividad del sistema nervioso y muscular, interviene a su vez en el equilibrio dentro y fuera de la célula.
Imágenes | Eljay / Thomas-Harris
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