Aunque su nombre puede recordar mucho al salmón, lo cierto es que el salmonete originalmente poco tiene que ver con él. Se trata de un pescado que pertenece a la familia de los Múlidos (Peciformes). Existen dos especies fácilmente identificables: el salmonete de roca o Mullus surmuletus, y el salmonete de fango o Mullus barbatus.
El salmonete habita sobretodo en las aguas del océano Atlántico y en el mar mediterráneo. Como sus propios nombres indican, mientras que el salmonete de roca lo encontramos en fondos de roca a una profundidad de más de 100 metros, el salmonete de fango lo encontramos principalmente en fondos de fango y arena.
Respecto a sus mejores meses de temporada, destacan sobretodo los meses de octubre, noviembre y diciembre, aunque también es posible encontrarlo prácticamente todo el año en pescaderías y mercados.
Propiedades nutricionales del salmonete
El salmonete es un pescado semigraso, lo que significa que en determinadas épocas del año su contenido graso hace que sea un pescado azul, mientras que en otras épocas es un pescado blanco.
De hecho, por regla general nos encontramos más bien ante un pescado blanco más que azul, ya que su contenido en grasas es en realidad muy bajo: 100 gramos de salmonete aportan sólo 3,5 gramos de grasa y casi 90 calorías. De estas grasas podemos destacar la presencia de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas.
Respecto a su riqueza nutricional, nos encontramos con una cantidad interesante de proteínas de alto valor biológico, lo que significa que aporta la mayoría de aminoácidos esenciales. También aporta vitaminas (especialmente del grupo B, como la B1, B2 y B3) y minerales (como el hierro, fósforo, magnesio, yodo y potasio).
Beneficios del salmonete
Aunque nos encontremos más bien ante un pescado semigraso –más que un pescado blanco o magro en sí mismo- lo cierto es que su contenido en grasas es tan bajo que se convierte en un alimento ideal en dietas equilibradas, además de en dietas bajas en grasas e hipocalóricas que busquen el objetivo de adelgazar y perder peso. Por su riqueza nutricional, precisamente son una buenísima opción en la alimentación de los más peques.
De su contenido en vitaminas podemos destacar sobretodo los beneficios que nos aportan las siguientes:
-
Vitamina B1: fundamental para la actividad mental y para el buen funcionamiento del sistema nervioso. Ayuda en caso de pérdida de memoria y concentración, y es fundamental en la digestión de los hidratos de carbono y en el crecimiento.
-
Vitamina B2: fundamental para la salud de la piel y mucosas, interviene en los diferentes procesos enzimáticos.
-
Vitamina B3: imprescindible en el aprovechamiento de la energía que aportan las proteínas, carbohidratos y grasas (macronutrientes). Participa en la síntesis de glucógeno y en la producción de las hormonas sexuales.
Respecto a su alto contenido en minerales, podemos destacar:
-
Hierro: necesaria para la formación de la hemoglobina, previene la anemia ferropénica.
-
Fósforo: participa en los procesos de obtención de la energía, está presente sobretodo en dientes y huesos.
-
Magnesio: ayuda a mejorar la inmunidad natural de nuestro organismo, es útil para los músculos, intestinos y nervios.
-
Potasio: es necesario para el sistema nervioso y la actividad muscular.
Imágenes | jlastras
Comentar