Desde hace siglos, siempre se nos ha inculcado la idea de que solo podemos ser felices a través de una pareja que nos quiera y nos procese amor eterno.
Cuando llegamos a la veintena, muchas personas de nuestro círculo familiar y de amistad nos dicen sin cesar: “A ver cuando te echas una novio/a”, “Cásate ya que se te va a pasar el arroz”, dándonos a entender que el amor correspondido es la única forma de alcanzar la felicidad plena.
Sin embargo, a veces no caemos en la cuenta que nuestro bienestar depende únicamente de nosotros mismos. Solo a través de nuestras acciones y metas que nos vamos poniendo cada vez que vamos madurando, es posible conseguir la felicidad absoluta sin depender de nadie.
Y esta es una de las grandes bazas que existen a la hora de ser una persona completamente independiente en términos de emociones.
Nunca tendremos puestas demasiadas expectativas en los demás. Si quieren seguirnos en nuestro camino a lo largo de nuestra preciada vida, pues adelante. Aquí hay sitio para todos. Aunque si por cualquier razón te quieres ir de mi lado, pues ahí está la puerta abierta. Sin malos rollos, ni enfados ni reproches de ningún tipo.
A veces idealizamos el amor
Como bien hemos explicado en otros artículos de Natursan, existen personas dependientes emocionalmente. Vagan como almas en pena buscando el beneplácito y aceptación de los demás. Carecen de iniciativa propia y por tanto se quedan “bloqueadas” ante cualquier adversidad que les presenta la vida.
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No saben qué hacer en este tipo de situación. De ahí que vean muy necesario echarse pareja que les sirva como hombro donde apoyarse y llenar sus carencias afectivas
Pero queridos amigos, esto no es amor. Esto es simplemente una dependencia emocional a la hora de tener pareja. Lo malo viene cuando al idealizar a la otra parte, solo vemos sus virtudes (que las tendrá) como persona sin echarle también cuenta a sus defectos. Podríamos decir que el amor se basa en eso. En amar incondicionalmente a la otra persona sin prestar atención a sus defectos. Simplemente en aceptar a nuestra querida pareja tal y como es sin tapujo alguno.
La autoestima es un romance que dura toda la vida
Una vez que os hemos contando esto, ¿significa esto que no es necesario tener pareja nunca en la vida? Pues tampoco es eso. A través de la persona que queremos “llenaremos” ciertos vacíos sexuales y afectivos que son imposibles de conseguir por nosotros mismos.
Sin embargo, no debemos depositar toda nuestra felicidad en la otra persona. Sino simplemente en una forma más de complementarla y llegar a ella de una forma más plena.
Siempre se nos ha dicho que hay que encontrar a “nuestra media naranja”. Sin embargo, a lo largo de todo este tiempo no nos hemos dado cuenta que la hemos tenido delante de nosotros desde el preciso instante en el que nacemos. Y que nos ha acompañado hasta convertirnos en lo que hoy somos.
Esta es el argumento principal sobre el que gira “Angel-A” una película francesa que nos en la piel de André, un chico parisino que toma la difícil decisión de quitarse la vida tras una vida llena de fracasos y problemas personales.
Sin embargo, todo cambia hasta que en ese instante conoce a otra chica que está en su misma situación. Gracias a ella, empezará a conocer el regalo que supone la vida en sí. Y que solo a través de la autoestima y confianza personal podremos disfrutarla en su máximo esplendor.
Ahí os dejamos con una de las escenas más impactantes e ilustradoras de esta cinta y que nos vuelven a enseñar que “amarse a uno mismo es el inicio de un romance que dura toda la vida”, como bien explicó el escritor Oscar Wilde.
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