Seguramente recordarás aquella campaña de salud que el Ministerio de Sanidad español organizó y publicó hace ya algunos años bajo el título 5 al día, en el que promovía el consumo de 5 piezas de frutas y verduras frescas cada día, como una opción sana a la hora de cuidar nuestra salud y de seguir una dieta lo más saludable posible.
Y es que no hay duda que los beneficios de las frutas son en realidad muchísimos: son especialmente ricos en vitaminas (provitamina A, vitamina C y vitaminas del grupo B principalmente) y en minerales (destacan sobretodo el potasio y el magnesio), aportan una grandísima cantidad de fibra, son muy ricas en agua y aportan antioxidantes.
Por ejemplo, son especialmente ricas en fibra, destacando en este caso la pectina, la cual es soluble en agua. Aportan un interesante efecto saciante, a la vez que ayudan a prevenir el estreñimiento. Por otro lado, su riqueza en magnesio ayudan a mantener un buen funcionamiento intestinal, mientras que por su contenido en agua ayudan a depurar nuestro organismo y a eliminar las toxinas que se han ido acumulando en él.
Pero, ¿es mejor consumirlas con cáscara o piel, o sin ella? Todas las frutas presentan cáscaras comestibles, salvo algunas pieles que tienden a ser más duras, como por ejemplo es el caso de las naranjas, sandías o melones, aunque también hay otras que simplemente no es común comerlas, tal es el caso del plátano o del aguacate.
¿Qué son las cáscaras de las frutas?
Podemos decir que las cáscaras son la piel de la fruta. Es el lugar con el que la fruta interactúa con la luz, formando una variedad de pigmentos que absorben diferentes longitudes de onda de la luz, como es el caso de los flavonoides y los carotenoides (los cuales, dicho sea de paso, son muy beneficiosos para nuestra salud).
¿Cuáles son las propiedades de las cáscaras de frutas?
Antes de descubrirte cuáles son sus principales propiedades y beneficios, ¿sabías que en realidad la mayor parte de los nutrientes y de los beneficios que nos aportan las frutas, los encontramos en su cáscara?.
Beneficios para la digestión
Determinadas cáscaras, como por ejemplo es el caso de la naranja, aportan fitonutrientes y flavonoides en mayores cantidades que la propia pulpa de la naranja. Su cáscara es especialmente recomendada a la hora de disfrutar de una buena digestión, gracias en especial a sus propiedades antiinflamatorias.
Aunque es cierto que al comer naranjas puede darse el caso de causar en algunas personas acidez estomacal, con su cáscara ocurre todo lo contrario: ayuda a aliviarla, además de reducir las molestias causadas por flatulencias, la diarrea y en general por malas digestiones.
Como no podría ser menos, tanto la cáscara de naranja como la de limón son especialmente ricas en antioxidantes naturales y en vitamina C, ideales para disfrutar de un buen funcionamiento del sistema inmunológico.
Ayudan a reducir el azúcar en la sangre
Es una cualidad interesante que sobretodo aporta la cáscara de tomate verde. De hecho, diferentes investigaciones constataron que consumir cáscara de tomate verde en forma de infusión resultaba muy beneficioso para bajar los niveles de azúcar en la sangre.
Este efecto se lo debemos a la presencia de un compuesto conocido con el nombre acilsacarosa, la cual presenta acción hipoglucemiante.
Esta misma cualidad lo presentan no solo la cáscara de tomate verde, sino también las cáscaras de frutas como los arándanos, ciruelas, manzanas y peras.
Ayudan a disminuir la grasa y a ganar músculo
Un estudio pudo constatar que consumir la cáscara de determinadas frutas (ciruelas, manzanas, peras y arándanos), ayudaban a disminuir la cantidad de grasa corporal a la vez que permitían ganar músculo.
Reducen los niveles de colesterol y de triglicéridos
Por otra parte, la cáscara de frutas como las peras, manzanas, arándanos y ciruelas ayudan a reducir los niveles altos no solo de colesterol, sino también de triglicéridos.
Reducen el sobrepeso y la obesidad
Particularmente en el caso de la cáscara de manzana, la cual no solo ayuda a reducir los niveles de grasas en la sangre (como ya conocíamos en el párrafo anterior). También es rica en ácido ursólico, el cual disminuye la masa grasa y aumenta la grasa magra.
Además, ayuda a prevenir sus complicaciones más habituales: tanto la prediabetes como el hígado graso, al incrementar el gasto de energía.
Imágenes | fdecomite / Andrew Gustar
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