Aunque probablemente no lo sepas, en realidad comemos cada día más azúcar de la que deberíamos, y de la que en cierto sentido sería aconsejable desde un punto de vista nutricional. El motivo es claro: muchos de los alimentos y productos alimenticios que ingerimos diariamente poseen azúcares añadidos, aún sin saberlo.
Y es que no solo encontramos azúcar añadido en los típicos refrescos o jugos de frutas. También en otros productos como el pan de molde, las hamburguesas, embutidos, salsas envasadas, platos precocinados… y hasta en productos lácteos. La lista, como vemos, es bastante extensa. Y como es de imaginar, la clave está siempre en leer bien las etiquetas de los alimentos (y saber interpretarlas de manera adecuada) antes de echarlos a la cesta de la compra.
El problema respecto al consumo de azúcar de la población actual es más que evidente: la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad ya ha advertido en más de alguna ocasión la relación preocupante que existe entre el consumo de alimentos con azúcares añadidos y el sobrepeso y la obesidad. Es más, ciudades como Nueva York ya se han puesto manos a la obra, prohibiendo la venta de refrescos de gran tamaño, a la vez que países como Francia han implantado un impuesto especial para las bebidas azucaradas.
Y, ahondando un poco más, ya existen estudios científicos que ponen los efectos del consumo excesivo de azúcar casi prácticamente a la misma altura de otras sustancias igualmente nocivas como por ejemplo es el caso del tabaco y el alcohol. De hecho, basta con descubrir un poco acerca de las consecuencias de su consumo para nuestra salud para percatarnos de ello: exceso de peso (sobrepeso y obesidad), mayor riesgo de diabetes y cardiopatías, acumulación y retención de líquidos, caries dentales, envejecimiento prematuro de la piel…
Llegados a este punto es bastante probable que te preguntes cuánto azúcar podríamos consumir cada día sin que supusiera un riesgo para nuestra salud. Aunque es evidente que lo mejor y más adecuado es tratar de reducir al máximo el consumo de alimentos con azúcares añadidos (o añadir azúcares refinados a los alimentos), optando únicamente por aquellos que ya contienen azúcares naturales (como es el caso de las frutas, las legumbres o los cereales), la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó el pasado año sus recomendaciones sanitarias en lo que a la ingestión diaria de azúcar se refiere.
Mientras que en 2002 aconsejaba limitar el consumo de azúcar al 10% del aporte energético diario, en sus nuevas recomendaciones aconseja su limitación al 5% del aporte calórico cotidiano. Para que te hagas una idea, considerando una dieta típica de 2.000 kcal, ese 5% serían apenas 100 kcal., por lo que para aportarlas en forma de azúcar haría falta una cantidad de solo 25 gramos de azúcar.
Para hacernos una idea de lo poco que en realidad supondría esta cantidad de azúcar en nuestro día a día basta con fijarnos en varios ejemplos: una simple cucharada de salsa de tomate ketchup contiene 4 gramos de azúcar, mientras que una lata de refresco contiene en torno a 40 gramos de azúcar. Es decir, simplemente con tomarnos una lata de refresco estaremos duplicando la cantidad aconsejada de consumo de azúcar al día dada por la OMS.
Por tanto, respondiendo a la pregunta que titula este artículo, y más concretamente teniendo en cuenta que hasta el momento no existen especificaciones nutricionales ni médicas acerca de las raciones exactas de azúcar por día, se aconseja limitar el consumo de azúcar a 7 cucharadas de café al día (en torno a las 100 calorías).
Teniendo en cuenta lo que supondrían 25 gramos de azúcar al día, quizá te sorprenda el siguiente dato: el consumo de azúcar diario por persona pasó a ser de ¡63 gramos!. Efectivamente, nos encontramos ante un auténtico problema.
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