Lo cierto es que, desde que éramos pequeños, siempre nos habían dicho que teníamos que lavarnos los dientes después de comer, para precisamente evitar que éstos se nos picaran y en definitiva apareciera la temida caries. Y, evidentemente, debíamos hacerlo siempre, comiésemos lo que comiésemos, aunque sobretodo cuando se trataban de comidas o bebidas con exceso de azúcar. Sin embargo, parece que esta acción no sería del todo adecuada.
Al parecer, precisamente lavarnos los dientes seguidamente tras haber ingerido comidas o bebidas ricas en azúcares o ácidos sería no solo errónea, sino incluso contraproducente para la salud de nuestros dientes.
El motivo es bien sencillo: durante el cepillado los ácidos y azúcares tienden a expandirse, de manera que no dejamos que es esmalte se recupere. De hecho, el cepillado podría llegar a eliminar el esmalte debilitado por el ácido, ya que penetrará de forma mucho más profunda en la estructura del diente.
Según algunas investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos, lo más adecuado sería posponer el cepillado a la media hora cuando consumimos una cantidad más o menos elevada de alimentos y bebidas ricas en azúcar o muy ácidas. Un ejemplo sencillo son bebidas como los zumos de naranja, limón o pomelo, las bebidas azucaradas como refrescos, las golosinas o los pasteles y dulces.
Incluso muchos especialistas aconsejan lavar siempre los dientes después de media hora tras haber comido, ya que el pH de nuestra boca disminuye, tardando un tiempo en volver a la normalidad. Como resultado, si nos cepillamos os dientes después de haber comido este proceso se intensifica, dado que repartimos el ácido por toda la boca y además lo empujamos contra los dientes.
Durante esa media hora la saliva de nuestra boca ayuda a que el nivel de acidez disminuya, de ahí que sea mejor esperar un poco antes de cepillarnos los dientes. Lo más aconsejable, mientras tanto, es enjuagarnos la boca con agua o con un colutorio.
Imagen | Phil and Pam
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