La necesidad de ingerir líquidos se encuentra controlada por una región del diencéfalo, encargada de controlar el régimen de los líquidos en nuestro organismo. Esta región es conocida con el nombre de hipotálamo, y es el responsable de enviar la orden de tomar líquidos cuando detecta que tanto nuestra sangre como el resto de líquidos orgánicos están cerca de la densidad excesiva, ya sea por un aumento de la concentración de sales en nuestro cuerpo o por el déficit de agua.
De hecho, ¿sabías que nuestro organismo dispone de dos sistemas de detección distintos mediante los que informa de manera continua al hipotálamo?. Uno de ellos mide la tensión presente en las paredes del corazón que informa sobre el volumen de sangren la circulación sanguínea. Otro mide la proporción de las sales disueltas en la sangre. A su vez, la principal sensación de sed puede provenir de unos receptores que encontramos en la boca, surgiendo la sed cuando se reduce el nivel de humedad y se resecan tanto la boca como la lengua.
Por ello en realidad la sed es una sensación que emite nuestro cerebro con el fin de avisarnos de que necesitamos ingerir líquido. Pero para hidratarnos de manera adecuada no vale con cualquier líquido, como por ejemplo es el caso de los refrescos o las bebidas azucaradas. Más aún, optar por estos líquidos es un completísimo error cuando sentimos sed.
El motivo es evidente: el alto contenido en azúcar presente en este tipo de bebidas causa una mayor sensación de sed, aumentándola. Como consecuencia de ello, aunque al momento de tomar un sorbo sientas que la sed se reduce (sobre todo si la bebida se encuentra fría), lo cierto es que pocos minutos después sentirás cómo tu sed aumentada, “obligándote” a beber refrescos en mayores cantidades. Digamos que se trata de un círculo vicioso tremendamente bien estudiado.
Si además optas por una bebida azucarada con cafeína (como por ejemplo es el caso de la popular Coca Cola o la Pepsi) se trataría de un error incluso mayor dado que la cafeína hará que perdamos más agua con la orina, causando deshidratación.
¿Lo mejor para quitar la sed? Sin ninguna duda el agua. La cantidad a beber dependería en realidad de las necesidades de cada cual, aunque en la mayoría de las ocasiones basta con calmar la sed con dos vasos de agua.
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Por otra parte, en caso de haber practicado ejercicio físico muy intenso o durante más de 90 minutos lo más adecuado es optar por las bebidas deportivas ricas en sales minerales, útiles y adecuadas para la reposición de los diferentes electrolitos que hemos perdido con el sudor. Sea como fuere, la clave está en no optar por los refrescos ni por bebidas azucaradas para calmar la sed, porque lejos de reducirla la aumentará.
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