La envidia no es precisamente el sentimiento que más nos enorgullezca tener o –menos aún- más deseemos hacer ver (seguro que nadie querría exponerse con una serie de comentarios envidiosos en su muro de Facebook o de cualquier otra red social, al menos no voluntariamente).
Aunque sólo la manifestemos en parte, lo cierto es que la envidia es uno de los sentimientos propios de los seres humanos… y todos la hemos sentido.
Sin embargo para algunas personas estos sentimientos pueden volverse muy dominantes y convertirse en todo un problema que puede afectar profundamente nuestro estado de ánimo e incluso nuestra salud. Veamos en detalle qué es exactamente la envidia y por qué aparece.
¿Qué es la envidia?
La envidia es, como decíamos, un sentimiento que tiene muy antiguas raíces. De hecho, es uno de los siete pecados capitales de la religión cristiana junto con la avaricia, el orgullo, la gula, la lujuria, la ira y la pereza. Podemos rastrearlo aquí y allá, desde el cotilleo de dos amigas criticonas hasta en los cuentos de hadas (la envidiosa reina que no soportaba ser superada en belleza por Blancanieves).
Si tuviéramos que definir a la envidia, podríamos decir que se trata de un sentimiento de enojo o frustración en virtud de algo que otro tiene y uno no. El sentimiento de envidia esconde, a su vez, el deseo de la pérdida de aquello que se envidia o del fracaso de la persona envidiada.
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La envidia sería, de alguna forma, el lado negativo o nocivo de otro sentimiento, la admiración. Cuando hablamos de admiración nos preferimos, pues, a un sentimiento estimulante, aún cuando la otra persona nos supere o tenga algo que nosotros anhelamos.
En general la envidia se desata en función de una cualidad que la otra persona posee, no tanto así de un objeto material. Muchas veces, explican desde la psicología, no se envidia un objeto material sino la capacidad de la persona de obtenerlo (por ejemplo de haber triunfado laboralmente y poder acceder a un nivel de consumo superior).
Las causas de la envidia, ¿por qué aparece?
La psicología ofrece distintas interpretaciones sobre las causas de la envidia. Desde el psicoanálisis se sostiene que la envidia tiene su origen en las etapas más tempranas de nuestra vida, al ser apenas bebés.
Según esta teoría, el primer objeto de envidia es la madre, o más precisamente su capacidad de alimentarnos. De allí que si esta primera relación es satisfactoria, el niño irá desarrollando una sensación de seguridad y confianza. Pero en caso contrario, será desconfiado e inseguro, lo cual derivaría posteriormente en un adulto envidioso.
Otro aspecto que es señalado tiene que ver con la crianza de los niños. Si han crecido en una familia donde los comentarios envidiosos hacia otros eran usuales, o donde se haya potenciado la competencia entre los hermanos y la descalificación, es probable desarrollar estos sentimientos de envidia al ir configurando la personalidad.
Otros psicólogos plantean que la envidia puede surgir a consecuencia de muchas situaciones de frustración que se hayan dado en la vida de una persona, ya sean laborales, amorosas o sociales.
Consecuencias de la envidia en nuestra salud
Tener frecuentemente sentimientos de envidia tiene claros efectos negativos en nuestro estado de ánimo, provocando ira, depresión o baja autoestima. De hecho, es prácticamente nula la consulta psicológica por sentir envidia. Más habitualmente los pacientes atraviesan cuadros de depresión y luego se va determinando a lo largo del tratamiento la injerencia de los sentimientos de envidia en esa problemática.
Pero además tiene incluso consecuencias a nivel físico. Según se ha estudiado, quienes padecen estos sentimientos de envidia tienen tendencia a desarrollar trastornos hepáticos como la ictericia.
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