Durante los primeros meses de vida del bebé es tremendamente común que los niños regurgiten el alimento que hayan ingerido, generalmente leche (ya sea materna o de fórmula). Es lo que popularmente se conoce con la denominación de buches, y en la mayoría de las ocasiones, se trata de un problema frecuente y absolutamente normal, en especial si el niño es aún pequeño. No obstante, hay ocasiones en las que pueden llegar a preocupar a los padres, siendo además necesario diferenciar entre el vómito en sí mismo y la regurgitación. ¿Qué hacer y cómo podemos distinguirlos? Y, sobre todo, ¿cuáles son sus causas?.
La regurgitación en el recién nacido
Los conocidos popularmente como buches, y que en realidad deben ser denominados médicamente con el nombre de regurgitaciones, consiste básicamente en la llegada súbita a la boca, y sin esfuerzo, de una pequeña cantidad de comida, la cual tiende a pasar del estómago al esófago rápidamente. Consiste básicamente en el reflujo simple del alimento que el bebé acaba de ingerir.
En los recién nacidos (es decir, los lactantes) suele ser muy habitual, y en la mayoría de las ocasiones se convierte en un motivo común de consulta al pediatra, especialmente en los padres primerizos, o cuando las regurgitaciones se presentan muy a menudo. Aunque hay que preocuparse cuando las regurgitaciones son muy abundantes o el líquido ingerido se expulsa fuertemente después de todas las tomas, en muchos casos se trata de algo absolutamente normal.
Especialmente, las regurgitaciones tienden a surgir en niños pequeños, sobre todo en lactantes menores de cuatro meses. De hecho, se estima que dos de cada tres lactantes las padecen. Sin embargo, a medida que se va creciendo y se van cumpliendo meses, las regurgitaciones suelen desaparecer, de manera que antes de haber cumplido el año de edad es habitual que ya no aparezcan.
Aunque en realidad no se conozca esta diferencia, lo cierto es que las regurgitaciones son aún más comunes en bebés que reciben lactancia artificial, no siendo tan frecuente en niños que toman el pecho. Muchos pediatras señalan que, probablemente, esto es debido a que la leche materna se digiere mejor, permaneciendo por tanto por un periodo de tiempo menor en el estómago (en comparación con la leche de fórmula o artificial).
¿Qué síntomas produce?
Cuando un bebé sufre un buche o regurgitación es fácilmente distinguible. Así, lo que el bebé regurgita tiende a ser la leche ingerida, por lo general intacta o cortada (con un característico olor ácido), o simplemente el líquido que se corresponde al jugo gástrico.
¿Cuáles son sus causas?
Dado que durante los primeros meses la leche -materna o artificial- es el alimento exclusivo del bebé, es mucho más fácil que el contenido gástrico (el cual es en esos momentos totalmente líquido) pase al esófago, y de ahí a la boca. Dado que la leche artificial suele tardar más en ser digerida, al permanecer más tiempo en el estómago, aumenta el riesgo de que se produzcan regurgitaciones. Por ello, cuando la alimentación es algo más espesa, las regurgitaciones tienden a desaparecer poco a poco.
También influye la inmadurez del esófago, debido a que la pequeña válvula llamada cardias y presente al final de este músculo (que ayuda a regular el paso de la comida y los líquidos ingeridos hacia el estómago) aún está fisiológicamente inmadura, no funcionando como debería. Como consecuencia de ello, permite que el contenido del estómago vuelva a la boca, una o muchas veces.
¿Qué pueden hacer los padres? ¿Se puede prevenir?
Debemos tener en cuenta que las regurgitaciones desaparecen por sí solas con el tiempo, sin ningún tipo de tratamiento médico, a medida que el bebé crece, no solo por la madurez alcanzada por el cardias, sino por el paso a una alimentación más espesa. A pesar de ello, si tu bebé sufre de muchas regurgitaciones, sí existen algunos consejos que puedes tener en cuenta:
- Trata de alimentar al bebé siempre con leche materna, con tu pecho, en lugar de utilizar el biberón.
- Alimenta al pequeño con una mayor frecuencia, pero siempre con menos volumen.
- Acuéstale del lado derecho, ya que la salida del estómago se encuentra en la parte derecha del abdomen.
De hecho, solo se tratan las regurgitaciones cuando se vuelven molestas para el lactante, sobre todo cuando se repiten mucho. En estos casos, el tratamiento médico consiste en cambios y medidas posturales, y en la receta por parte del pediatra de una leche especial (más espesa).
Se debe diferenciar de la enfermedad por reflujo gastroesofágico
No se deben confundir las regurgitaciones con la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), la cual suele acompañarse de regurgitación del alimento y vómitos de repetición. Cuando el bebé padece esta enfermedad, es muy común que lloren por la inflamación del esófago, al causarles ardor provocado porque el contenido del estómago, tremendamente ácido, sube muchas veces por el esófago, dañando la mucosa.
Sus síntomas son irritabilidad sobre todo después de comer, el bebé se niega a comer o come poco, arquea la espalda (después de comer, o cuando está comiendo), cólicos, tos, problemas para tragar, arcadas y vómitos fuertes y frecuentes.
El cambio en la alimentación puede ayudar a la hora de disminuir el reflujo. Por ejemplo, se recomienda optar por leches especiales más espesas o añadir cereal de arroz al biberón, evitar alimentarlo en exceso y en menos cantidades, mantenerlo en posición vertical después de cada comida durante al menos 30 minutos, y hacerlo eructar después de cada comida.
Referencias bibliográficas:
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