Justo desde el momento en el que se produce la concepción, tu organismo “trabaja” activamente para dar cabida a una nueva vida. Por ello justo después de la fecundación, se produce la división celular, de manera que en las primeras 12 horas el cigoto unicelular se divide en dos células, y éstas a su vez se dividen en otras dos (y así continúa, duplicándose cada 12 horas).
Mientras tanto, el cigoto se mueve a través de las trompas de Falopio, hasta llegar al útero, momento en el que se pega a la pared hasta que comienza a producir unas enzimas que le ayudarán a la hora de digerir el recubrimiento del útero, permitiéndole anidarse ahí.
Por este motivo es habitual que aproximadamente una semana después de la fecundación (entre 7 a 10 días para ser precisos), se presente un leve sangrado que en muchas ocasiones tiende a confundir a la mujer, ya que aún no sabe que está en realidad embarazada y cree que le va a llegar la menstruación.
Sin embargo, cuando se produce la concepción y por tanto la mujer está finalmente embarazada, en realidad cuando de repente aparece ese sangrado leve se trata básicamente en lo que se conoce popular y médicamente como sangrado de implantación.
Por tanto, el sangrado de implantación es considerado como un síntoma de embarazo, dado que se produce como consecuencia de que el óvulo fertilizado se ha implantado o anidado en el útero.
Eso sí, puedes sufrir un sagrado de implantación como no tenerlo: aproximadamente un tercio de las mujeres lo presentan, pero puede aparecer o no en un único embarazo, en dos, en todos tus embarazos o en ninguno de ellos. Pero, ¿en qué consiste realmente y cómo es?.
¿Qué es el sangrado de implantación?
Básicamente consiste en una ligera pérdida de sangre que se produce como consecuencia de la anidación del óvulo fecundado en la pared del útero. Ésta es la explicación más sencilla, porque en realidad aunque no lo creas el proceso es mucho más complicado.
En el momento en el que el espermatozoide es capaz de llegar al óvulo, y sobre todo de penetrarlo, es el momento en el que se produce la concepción o fecundación, y se forma el cigoto que se trata de la primera célula que ha sido fecundada. En aproximadamente 72 horas se produce una segmentación del cigoto (mórula), y luego entre 4 a 5 días después ésta se convierte en blastocito.
Este blastocito se encuentra compuesto por dos grupos de células, una interna que se convertirá finalmente en el embrión, y otra externa o exterior que se convertirá en la importantísima membrana que lo nutrirá y lo protegerá a lo largo del embarazo.
¿Cuándo se produce el sangrado de implantación?
Una vez el blastocito llega al útero empieza a producir una serie de prolongaciones que le ayudarán a adherirse a la mucosa uterina, implantándose en el endometrio. Esto ocurre normalmente 6 o 7 días después de la fecundación, y médicamente se conoce con el nombre de implantación embrionaria.
Mientras que el sangrado, de aparecer, tiende a hacer acto de presencia 6 o 7 días después de la concepción, luego de 14 días el embrión se ha anidado firmemente al endometrio, su nuevo hogar, donde crecerá y se desarrollará.
¿Cómo es el sangrado de implantación?
Se caracteriza por ser un sangrado leve, formado por un tipo de sangre de textura más ligera, menos espesa, y cuyo color puede variar del tono rojo oscuro a un poco más amarronado.
Cuando en realidad se trata de un síntoma del comienzo del embarazo lo más habitual es que pueda confundirse fácilmente con la menstruación, aunque se diferencia de ésta en la tonalidad, ser leve y su duración de apenas 1 o 2 días (pero no más de 5 días).
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