Los hidratos de carbono (también conocidos como glúcidos), vienen a ser una fuente de energía para el organismo, al ayudar en el ánimo de las personas, a la par que alimentan el sistema nervioso y la propia actividad cerebral en sí.
En este sentido, el cerebro necesita casi de manera exclusiva un suministro constante de glucosa, dado que utiliza aproximadamente 140 g. al día, una cantidad que –de hecho- puede representar hasta el 50% del total de los hidratos de carbono que se consumen.
¿De qué se componen los hidratos de carbono?
Los hidratos de carbono, químicamente, se componen de carbono, hidrógeno y oxígeno. Dada la combinación de estos elementos químicos, es lo que terminará por definir si nos encontramos ante un hidrato de carbono simple o complejo.
Tipos de hidratos de carbono
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Hidratos de carbono simples
Suelen ser los comúnmente aportados por los azúcares refinados. Son, de hecho, considerados como calorías vacías, ya que o se gastan o se acumulan en forma de grasa.
Ello se debe a que, como pueden ser absorbidos por nuestro organismo de manera muy rápida y bien, elevan rápidamente la insulina, lo que brinda la posibilidad de utilizar la glucosa, pero también la síntesis de triglicéridos (bajar los triglicéridos altos).
En este punto, y dado que la insulina trabaja igualmente rápido, baja el nivel de glucosa y vuelve a aparecer el hambre. -
Hidratos de carbono complejos
Vienen a ser los más recomendados, ya que tienden a ser absorbidos de manera más lenta que los simples, a la par que aportan un extra de vitaminas, proteínas, minerales y mucha fibra.
Por este motivo, no sube tanto la glucosa, ya que aumenta de manera constante, no creando sensación de hambre a continuación.
Los encontramos en las legumbres, patatas, pastas integrales, frutas, hortalizas…
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