Evita el consumo de alcohol
No hay duda que el consumo de bebidas alcohólicas influye de forma directa en la acumulación de grasa en el hígado, además de afectarle de forma muy negativa al causar daño en sus células.
Por tanto, es fundamental e imprescindible eliminar prácticamente por completo el consumo de cualquier bebida alcohólica, incluso aquellas que sean de baja graduación como por ejemplo podría ser el caso de la cerveza o el vino.
En la mayoría de los casos, cuando el hígado graso es debido a consumo de alcohol, el pronóstico de la enfermedad es muy bueno cuando se reduce y/o se elimina por completo.
Haz ejercicio físico
La práctica de ejercicio físico no solo es imprescindible a la hora de mantener una buena salud; es especialmente adecuado a la hora de reducir la grasa en el hígado y curarlo, ya que al mantenernos activos reducimos la grasa de nuestro cuerpo (en especial en este órgano, al movilizarse).
Además, es tremendamente útil para bajar de peso, evitar el sedentarismo, y reducir el exceso de peso que podamos tener. En muchos casos basta con practicar cada día al menos 40 minutos de ejercicio físico aeróbico.
Sigue una dieta adecuada
La alimentación también influye en la aparición del hígado graso no alcohólico, sobre todo cuando tiendes a consumir alimentos ricos en azúcares y grasas. Por tanto, una buena opción es seguir una dieta equilibrada y saludable, y evitar alimentos refinados y procesados.
Cómo prevenir el hígado graso fácilmente
Teniendo en cuenta que, en la actualidad, la mayoría de casos que se diagnostican de hígado graso son causados por los hábitos y por el estilo de vida que seguimos a día de hoy, es evidente que el higado graso o esteatosis hepática se puede prevenir. Incluso no solo podemos decir que se puede prevenir, sino que en caso de ser detectado y estar ya presente, se puede curar.
Por tanto, para prevenirlo es importantísimo seguir un estilo de vida saludable, basado en el seguimiento de una dieta variada y equilibrada, rica en alimentos frescos y saludables, y baja en grasas.
En este sentido, por ejemplo, podemos poner como ejemplo la dieta mediterránea, considerada -de hecho- como una de las dietas más sanas que existen. La clave, como vemos, está en evitar el sobrepeso y la obesidad, y en mantener una alimentación lo más saludable posible.
Dado que el alcohol es otro de los enemigos para la salud de nuestro hígado, y que interviene de forma decisiva en la acumulación de grasa en este órgano, es fundamental eliminar por completo el alcohol de nuestra dieta.
No obstante, existe cierta controversia sobre cómo actuarían determinadas bebidas alcohólicas «más saludables» sobre el hígado, como es el caso del vino, ya que algunos estudios constataron en su momento que consumir una copa de vino al día ayudaba a prevenir el hígado graso y a evitar que la grasa se acumulara en él.
En cualquier caso, dado que no existe acuerdo por parte de la comunidad médica, la recomendación básica es simple: evitar o reducir casi al completo el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica.
Como indicábamos, el sobrepeso y la obesidad influyen en la aparición de grasa en el hígado, de la misma forma que también lo hace la diabetes (que, dicho sea de paso, puede aparecer a su vez por tener exceso de peso).
Por ello, es importantísimo reducir nuestro peso poco a poco con ayuda de un nutricionista, mediante una dieta personalizada y adecuada a nuestras condiciones y circunstancias personales. Muchos estudios científicos han constatado que con una reducción moderada del peso se consigue revertir e incluso eliminar la presencia de grasa en el hígado.
Por otra parte, cuando practicamos ejercicio físico con regularidad aumentamos nuestro metabolismo y quemamos grasas. Es una actividad que ayuda de forma muy positiva en caso de tener hígado graso, especialmente si practicamos algún tipo de ejercicio aeróbico, como por ejemplo correr o caminar. Basta con practicarlo con cierta regularidad, a ser posible cada día y durante al menos 30 minutos cada vez.
Teniendo en cuenta que niveles altos de colesterol y de triglicéridos pueden igualmente influir en su aparición, es conveniente reducir los niveles altos de grasas en la sangre. En este caso, los consejos preventivos indicados anteriormente son igualmente útiles y recomendados.
También existen trucos y consejos que permiten depurar el hígado, y que ayudan ante cualquier patología relacionada con este importante órgano.
Lo que me ayudó a curar mi hígado graso
Aunque nunca tiendo a hablar sobre mi vida personal y privada, hace unos años me animó a escribir este artículo el diagnóstico de esteatohepatitis con hepatomegalia (es decir, no solo la acumulación excesiva de grasa en el hígado, sino inflamación del mismo y además agrandamiento). Y la falta de información que, por aquellos momentos, existía tanto del tratamiento como de la propia enfermedad en sí misma. Estamos hablando de marzo de 2008.
Y, en mi caso, el diagnóstico se realizó de forma sorpresiva tras una ecografía abdominal (mis analíticas de transaminasas y bilirrubina, sin embargo, eran totalmente perfectas, dentro de los parámetros considerados médicamente como normales). Algo que también suele ocurrir, ya que como comentaba al comienzo, en la mayoría de las ocasiones el hígado graso tiende a no causar síntomas evidentes.
De hecho, aún recuerdo como muchos especialistas me indicaban que, precisamente, no existía un tratamiento médico específico que ayudara a la eliminación de la grasa acumulada en el hígado. Lo que hacía que me sintiera aún más preocupado, puesto que como coinciden en señalar la mayoría de médicos y expertos, cuando el hígado graso se acompaña de inflamación y agrandamiento, nos encontramos ante una enfermedad mucho más grave y difícil de tratar.
No obstante, adopté un estilo de vida mucho más saludable, estaba 2 kilos por encima del rango de peso recomendado, y evidentemente no me encontraba dentro de lo que habitualmente se denomina como peso ideal, así que bajé en torno a 10 kilos combinando la práctica de ejercicio diaria (entre 30 a 40 minutos de footing) con el seguimiento de una dieta más sana, variada y equilibrada.
Tiendo a ser bastante goloso, así que eliminé por completo todo lo que tenía azúcar añadido y grasas saturadas. Además, opté por seguir un tratamiento natural a base de rábano negro, alcachofera, diente de león y cola de caballo, que aunque evidentemente no fueron la panacea me ayudaron muchísimo.
¿El resultado? En el mes de septiembre del mismo año me volví a realizar una nueva ecografía abdominal. No había presencia excesiva de grasa ni de inflamación. Es decir, no solo el exceso de grasa se había reducido hasta volver a cantidades normales, sino que ésta ya no estaba provocando la inflamación y el agrandamiento del hígado.
Probablemente, la práctica de ejercicio físico unido al seguimiento de una dieta mucho más sana y natural ayudó de forma muy positiva a la reducción de grasa en todo el cuerpo, especialmente en el hígado. Lo que se hace evidente que seguir un estilo de vida saludable y activo es la mejor forma de prevención -y curación- del hígado graso.
Algunos consejos naturales que te ayudarán mucho
Si te han detectado recientemente hígado graso, en primer lugar debes mantener la calma. Y es que aunque se trata de un trastorno muy común, y por lo general benigno, es cierto que aunque no debes alarmarte sí es aconsejable ponerte manos a la obra cuanto antes. A los consejos indicados anteriormente, como evitar las bebidas alcohólicas, seguir una dieta baja en grasas y sana, bajar de peso y hacer deporte regularmente, también puedes seguir los siguientes consejos naturales:
Opta por infusiones depurativas del hígado
Es el caso, por ejemplo, de infusiones elaboradas con alcachofa y diente de león. En este sentido, puedes elaborar una infusión combinada de alcachofa y diente de león. Para ello debes hervir en un cazo el equivalente a una taza de agua, y llevar a ebullición.
Cuando el agua entre en ebullición añade una cucharadita de diente de león y otra de hojas de alcachofera. Deja hervir durante 3 minutos, para luego apagar el fuego, colar y dejar en reposo 3 minutos. Puedes beber 3 tazas de esta infusión al día.
También puedes optar por la infusión de regaliz. En este caso la elaboración es idéntica a los pasos seguidos anteriormente, con la diferencia que deberás sustituir la alcachofera y el diente de león por una cucharadita de regaliz, y no beber más allá de 2 tazas al día, ya que puede actuar negativamente sobre la tensión arterial.
Cardo mariano, protector del hígado
Como ya hemos comentado en otros artículos, el cardo mariano es una de las plantas con beneficios medicinales más destacados para el cuidado y la protección del hígado.
Contiene silimarina, la cual ayuda a regenerar y proteger las células del hígado. Si deseas disfrutar de sus cualidades puedes optar por cápsulas de cardo mariano o extracto líquido de cardo mariano, que encontrarás fácilmente en herbolarios.
- Weiß J, Rau M, Geier A. Non-alcoholic fatty liver disease: epidemiology, clinical course, investigation, and treatment. Dtsch Arztebl Int. Jun 27;111(26):447-52. doi: 10.3238/arztebl.2014.0447.
- Carr RM, Oranu A, Khungar V. Nonalcoholic Fatty Liver Disease: Pathophysiology and Management. Gastroenterol Clin North Am. Dec;45(4):639-652. doi: 10.1016/j.gtc.2016.07.003.
- Dyson J, Day C. Treatment of non-alcoholic fatty liver disease. Dig Dis.;32(5):597-604. doi: 10.1159/000360511.
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