Imagínate que estás en una importante reunión en el trabajo, estás asistiendo a clases en la Universidad o en el instituto o simplemente estás conduciendo en una larga carretera para llegar a tu lugar de vacaciones. De repente, te entran unas ganas inmensas de orinar, pero prefieres aguantar las ganas y esperar hasta tener tiempo de ir al baño. Es, probablemente, uno de los episodios más comunes y habituales cada día, pero lejos de lo que puedas pensar, supone un riesgo para la salud que puede tener graves consecuencias, especialmente si alargas las ganas de orinar durante varias horas seguidas.
Cuando comenzamos a tener ganas de ir al baño nos encontramos ante una necesita completamente natural que presenta nuestro organismo, y que en definitiva se constituye como una señal de que nuestro cuerpo necesita deshacerse de aquello que ya no necesita. En el caso de la orina, es debido a que nuestra vejiga (el órgano donde la orina es retenida hasta su eliminación) se encuentra llena y necesita vaciarse. De hecho, la vejiga es el órgano encargado de almacenar la orina procedente de los riñones para su posterior expulsión a través de la uretra.
El funcionamiento de la vejiga es tal que así: cuando comienza a llenarse (admite entre 150 a 220 ml. de orina dependiendo de la persona), los nervios de la zona envían señales al cerebro con el objetivo de informar de su estado. Es así como se empiezan a generar las ganas de orinar. Ya luego, cuando vamos al baño, en situaciones normales la micción tiende a ser voluntaria, llevándose a cabo a través de la relajación de los músculos del esfínter y la contracción de la vejiga.
Si vamos al baño inmediatamente después de empezar a sentir las ganas de orinar, o al menos esperamos solo 1 o 2 horas, no ocurre nada. Pero sin embargo, si nos aguantamos ganas y además lo hacemos durante muchas horas puede tener graves consecuencias para nuestra salud.
Las principales consecuencias de aguantarse la orina para la salud
Agrandamiento y ensanchamiento de la vejiga
La vejiga no tiene mucha capacidad de almacenamiento. Concretamente entre 150 a 220 ml. de orina, cantidad que evidentemente depende de la persona. Si tenemos en cuenta que un vaso de agua supone 250 ml., si no orinamos en cuanto comenzamos a tener ganas y seguimos comiendo y bebiendo líquidos éstos continuarán aumentando en las paredes de la vejiga.
La consecuencia es más que evidente: la vejiga comienza a agrandarse y a ensancharse, convirtiéndose en un riesgo si además nos aguantamos las ganas de forma cotidiana.
Infecciones de orina
La orina contiene una serie de sustancias amoníacas y ácidas que pueden dañar las paredes tanto del tracto urinario como de la propia vejiga, especialmente si la orina es retenida durante mucho tiempo.
En este sentido, la cistitis se convierte en una de sus consecuencias más habituales, sobre todo en las mujeres, que surge como consecuencia de la inflamación de las paredes de la vejiga y la acumulación de todas las bacterias presentes en la uretra.
Reflujo vesicoureteral (VUR)
La infección de orina o la presión en el uréter causada por otro órgano pueden ocasionar la aparición del conocido como reflujo vesicoureteral, que se produce cuando la orina retrocede de forma anormal desde la vejiga a los riñones, lo que puede causar cicatrices, infección e incluso daño en el hígado a largo plazo (si no es tratado).
El tratamiento médico depende de la gravedad, aunque es posible su tratamiento con antibióticos con el fin de evitar infecciones, o cirugía si ya se presentan infecciones y fiebre.
Escalofríos y dolores pélvicos
La acumulación excesiva de orina puede causar escalofríos y finalmente dolor pélvico, como consecuencia de la acumulación de líquidos y toxinas presentes en la vejiga. Además, es posible que surjan otros síntomas relacionados, como por ejemplo cansancio y aturdimiento.
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