Nadie ha dicho que bajar de peso sea fácil, sobretodo porque requiere un esfuerzo y una constancia diaria en aquello que realmente deberemos comer, así como en una práctica de ejercicio regular que, en su mayor medida, nos ayudará a poder rebajar ese exceso de peso.
Si eres tanto una de esas muchas personas que actualmente está siguiendo una dieta para bajar de peso, como si eres una de otras tantas que han comenzado dietas pero finalmente las han dejado, a continuación nos vamos a ocupar de una serie de “estrategias psicológicas” que nos ayudarán a que, nuestra dieta, no fracase.
Estrategias psicológicas para dietas de adelgazamiento
Son ideas sencillas que, ante todo, son fáciles de seguir, pero que deberemos tener en cuenta para poder conseguir nuestro propósito:
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Nunca te sirvas dos veces
Es una mejor opción servirse de manera abundante, y tener en cuenta que no habrá segundo plato. De esta forma comeremos con mejor apetito y podremos saborear la comida. -
Deja siempre algo en el plato
Muchos son los expertos que están de acuerdo en afirmar que una de las bases tanto para mantener como para rebajar el peso, es la de comer en menos cantidades, reestructurando así nuestra alimentación en 5 comidas diarias.
En ese caso, una opción igualmente buena es la de dejar algo en el plato, aunque desde un primer momento deberemos pensarlo antes de servirnos. -
Tómate un yogur antes de una comida importante o una fiesta
Si vamos a acudir a una comida importante en la que sabemos que habrán alimentos en abundancia y tenemos miedo de poder recuperar algo del peso perdido, podremos tomar un yogur magro enriquecido con diez gramos de proteínas en polvo y, ¿por qué no?, endulzarlo con edulcorante.
Las proteínas comenzarán luego lentamente a pasarse a la sangre, atenuando de esta manera las ganas de comer. -
Nunca compres alimentos cuando tengas hambre
Está constatado y demostrado que cuando una persona que tiene hambre compra alimentos, en definitiva compra alimentos mucho más grasos y azucarados, adquiriendo además una mayor cantidad de la que, en realidad, le hacía falta en un primer momento.
Es por ello por lo que se recomienda no ir nunca a un supermercado cuando tengamos hambre.
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