Si eres mujer y en algún momento te has quedado embarazada, y además tienes algún perro o gatito en casa, es bastante probable que alguna persona te haya hecho la pregunta, esa pregunta que seguramente te irritó y enfadó en más de una ocasión: ¿y qué vas a hacer con el perro o con el gato?. “Comérmelo” (posiblemente pensaste). Y es que la ignorancia, y por desgracia los falsos mitos que existen en torno a los bebés y las mascotas, en ocasiones casi parecen un insulto.
Se suele pensar –erróneamente, vuelvo a repetir- que desde el momento en el que una mujer se queda embarazada debe hacer desaparecer de su casa todo animal o ser vivo viviente (y no, no me refiero a la pareja). Más aún desde el momento en el que el bebé llega a casa, como si la mascota fuera sólo un elemento de compañía, un objeto que se puede quitar y tirar cual aparato electrónico que ya no funciona, que no tiene sentimientos y que no te extrañará.
Por desgracia, la palabra del médico tiene también muchísimo que ver en estos casos, sobretodo cuando tienen la inteligente ocurrencia de recomendar o sugerir a la futura mamá y papá que se deshagan del perro o del gato, argumentando que pueden ser perjudiciales para el recién nacido.
Un buen ejemplo es el embarazo, el gato y la toxoplasmosis. Se suele pensar que el gato debe quitarse de casa desde el momento en que te quedas embarazada, porque transmite la toxoplasmosis. Si bien es cierto que es uno de los animales que puede transmitirla a los humanos, ¿sabías que para que eso fuera realmente así tendrías que pasarte su caca por tu boca? (o no tan literal, pero tendrías que haber tocado accidentalmente sus heces, no haberte lavado las manos convenientemente, y pasártelas por la boca, nariz o por algún alimento que luego hayas comido sin darte cuenta). De hecho, ¿sabías que es más probable que te contagies por toxoplasmosis si manipulas carne contaminada, o comes ensaladas cuyos vegetales no han sido lavados adecuadamente?.
Los beneficios de las mascotas para el sistema inmunológico del bebé y del niño
Algunos estudios científicos han constatado que la presencia en casa de gatos y perros reducen la posibilidad de que los bebés y los niños enfermen.
Ayudan de forma muy positiva en que los pequeñines necesiten tomar menos medicamentos, tengan menos riesgo de sufrir alergias, tengan menos problemas respiratorios y padezcan menos otitis. Además, se sabe que los niños con mascotas tienden a estornudar y toser menos durante su primer año de vida, a la vez que suelen resfriarse menos.
¿Cuáles son los motivos por los que los niños con mascotas estén más protegidos?
A la vista de los resultados de las investigaciones que se han ido llevando a cabo a lo largo de los años, los científicos llegaron a la conclusión de que los niños con mascotas tienen un sistema inmunológico más fuerte y eficaz porque el perro o el gato trae a casa un buen número de microorganismos (suciedad y bacterias), por lo que el pequeño fortalece su sistema inmune, crece más fuerte y más protegido.
Es decir, la presencia de perros y gatos en casa fortalece el sistema de defensas del bebé y del niño, reduciendo el peligro de que sufra enfermedades infecciosas.
Imagen | thefixer
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