Podemos definir al corte de digestión como la pérdida de conocimiento debido a un cambio de temperatura brusco, consistiendo médicamente en un shock periférico por dificultades en la vasculación de nuestro organismo.
De ahí que con la llegada del verano también escuchemos una de las frases más comunes en estos días, sobretodo entre muchas madres y padres: evitar meterse al agua cuando aún estamos haciendo la digestión.
Aunque debemos tener en cuenta que el corte de digestión no existe en realidad como tal, sí se produce como consecuencia del denominado como “reflejo por inmersión”, que aparece cuando la persona introduce bruscamente su cuerpo bajo en agua, y como consecuencia del cambio de temperatura brusco, la persona puede sufrir dolor de cabeza, mareos y náuseas, desvanecimiento y en casos más graves el paro cardíaco.
A diferencia de lo que tradicionalmente se piensa, lo cierto es que es falso que haya que esperar mínimo dos horas después de comer para poder bañarnos, ya que el proceso de la digestión puede llegar a durar en realidad hasta cuatro horas: a pesar de meterte en el agua dos horas después de haber comido, el proceso de la digestión aún continúa.
De hecho, ¿sabías que también puedes sufrir un corte de digestión en la ducha de casa al bañarte con agua muy fría? La diferencia es que cuando el corte de digestión se produce en el agua de mar o en la piscina, la persona pierde la conciencia y si nadie no se percata, puede ahogarse por inmersión.
¿Cómo prevenirlo?
Por todo ello, es fundamental introducirnos en el agua poco a poco, evitando hacerlo bruscamente, remojándonos muy despacio cada parte de nuestro cuerpo, con lo que conseguiremos acostumbrar a nuestro organismo a la temperatura tan fría del agua.
No obstante, en caso de aparecer algún síntoma cuando estemos en el interior del agua es importantísimo salir del agua para evitar consecuencias peores y mayores.
Imagen | saracino
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