“¿Has terminado los deberes?”. Esta pregunta es quizás una de las más repetidas por las familias durante el curso escolar. Es totalmente normal que las obligaciones nos resulten algo tediosas, tanto para los niños como para los propios adultos, pero… hay que hacerlas.
¿Por qué nuestros hijos no acaban de acostumbrarse a realizar sus tareas y continuamente tenemos que estar encima de ellos para que las finalicen? Las causas de este hecho pueden ser múltiples, pero en este artículo nos centraremos en una de ellas: la cantidad y calidad de las tareas marcadas para casa.
El objetivo de los deberes
El desempeño de actividades académicas en casa es algo positivo siempre y cuando estas sean de calidad y en cantidades adecuadas para los alumnos.
La realización de tareas refuerza el desempeño individual de los contenidos realizados en el aula y permite la autoevaluación del alumno. Por otro lado, los deberes, en su justa medida, proporcionan al alumno la dosis de responsabilidad y autonomía de estudio que necesitará en cursos superiores de forma gradual.
Sin duda, los deberes marcados deben de cumplir una función básica: motivar al alumno haciéndole saber que es capaz de realizarlos por sí mismo y darle a conocer el motivo por el cuál estos son necesarios proporcionándole así un significado y un propósito educativo.
¿Cuánto tiempo es recomendable dedicarle a los deberes?
Estudios realizados en la Universidad de Stanford aconsejan que los deberes no deben de superar los 10 minutos por nivel educativo. Es decir, que si nuestro alumno está en el primer nivel de Educación Primaria estos no deben de superar los 10 minutos y si se encuentra en el sexto nivel, el máximo de tiempo empleado han de ser 60 minutos.
Adecuar el tiempo de estudio al alumno resulta algo fundamental. El niño tiene que ser capaz de mantener la atención continua durante la realización completa de la tarea (en Educación Primaria) ya que si esto no es así se produce la frustración y el sentimiento de incapacidad para su realización.
En educación Secundaria, al ser el tiempo de realización de tareas mayor, lo recomendable es hacer descansos de 10 minutos cuando aparece la fatiga tras alrededor de 60 minutos de trabajo continuo.
Tiempos de desconexión
La jornada laboral de un adulto suele constar de 8 horas. Tras estas 8 horas de trabajo la persona necesita tiempo libre para “desconectar” de sus obligaciones laborales realizando otras tareas como salir con amigos, ir al cine, hacer la compra, ir al parque con los niños, etc.
El niño no es muy diferente al adulto y tras estar 7 horas en el colegio y 2 horas más en actividades relacionadas con su formación, llegar a casa y tener que realizar 3 horas de deberes, más que algo positivo se convierte en tortura. Ya que tras esas 3 horas llega la hora del baño, cena y a dormir y de nuevo a la mañana siguiente comienza todo de nuevo.
¿Cómo afectan los deberes de más en la salud de mi hijo y de mi familia?
Demasiados deberes ocasionan en el alumno estrés, problemas de salud y una reducción considerable en la vida social y familiar.
En relación al estrés, si el niño está estresado no rinde y existe un bloqueo ante el cual como padres preocupados ejercemos más presión para que se finalicen las tareas. Lo que se consigue con este hecho es que el ambiente se crispe y que las relaciones familiares se deterioren.
Los problemas de salud hacen referencia a dolores de cabeza, problemas de estómago, ansiedad, cansancio y en muchas ocasiones, aunque nos esforcemos por luchar contra el reloj, privación del sueño.
Finalmente, si nuestra vida familiar acaba girando en torno a la realización de tareas y trabajos que el niño pueda tener, perdemos tiempo de hablar, realizar salidas divertidas junto con amigos o simplemente compartir momentos fuera de las obligaciones.
¿Tiene mi hijo deberes de más?
Hay que tener en cuenta muchos factores en relación al tiempo que tarda cada alumno en desarrollar sus tareas como mencionamos con anterioridad. No todos los alumnos son iguales y por tanto no todos trabajan a la misma velocidad.
Hay que tener muy presente que la vida de nuestro hijo tiene más aspectos a contemplar que únicamente el académico. Si este imposibilita el desarrollo del resto debemos hablar con el maestro para que nos dé algunos consejos acerca de la realización de tareas y nos informe sobre la evolución académica de nuestro hijo, considere el volumen de las tareas así como nos apoye profesionalmente en la educación de todas las áreas del desarrollo infantil.
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