Tal y como manifiestan muchos nutricionistas, médicos y profesionales de la salud, tener el colesterol alto puede suponer un riesgo para la salud, sobretodo a largo plazo, especialmente si tenemos en cuenta que no produce síntomas y que tiende a acumularse en nuestras arterias sin causar problemas o patologías relacionadas hasta que finalmente es algo tarde.
No obstante, no debemos entender al colesterol como un enemigo de nuestra salud, como de hecho es habitual que tiendan a pensar muchas personas. Nada más lejos de la realidad, dado que es necesario tener en cuenta cuáles son las funciones del colesterol para percatarnos de su importancia, sobretodo para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
Cuando nos realizamos una analítica de sangre es habitual observar en ella tres parámetros básicos en el análisis del colesterol:
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Colesterol LDL: popularmente conocido con el nombre de “colesterol malo”, es una lipoproteína formada por lípidos (grasas) y proteínas, cuya principal función es la de transportar líquidos, de forma que la función del colesterol LDL es la de transportar el colesterol del hígado a los diferentes órganos y tejidos. Se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, dado que se adhiere a las paredes de los vasos sanguíneos, de forma que las estrecha y multiplica el riesgo de derrame cerebral o ataque cardíaco.
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Colesterol HDL: conocido como “colesterol bueno”, es una lipoproteína de alta densidad muy útil a la hora de eliminar el colesterol de la sangre, ya que evita la acumulación de la grasa y por tanto la formación de la placa.
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Colesterol total: viene a ser la medición de los dos tipos de colesterol en la sangre. Es decir, se refiere al valor combinado de colesteroles en la sangre.
No obstante, hace en realidad poco tiempo se encontró una nueva forma de colesterol, conocida por los especialistas médicos con el nombre de MGmin-LDL, y que sería considerado como un nuevo colesterol incluso peor que el colesterol LDL.
Al parecer se trataría de un tipo de colesterol muy pegajoso, cuya capacidad para adherirse a las paredes de las arterias y formar placas grasas sería aún mayor que la capacidad del colesterol malo o LDL.
Esto podría conducir al riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares o ataques cardíacos, y según los especialistas, este nuevo tipo de colesterol podría ser una explicación para el aumento del riesgo de enfermedades coronarias en personas con diabetes.
De momento se sabría muy poco acerca de los efectos reales de este tipo de colesterol “ultra malo”, así como el tratamiento médico a seguir para reducirlo. En cualquier caso, es previsible que los consejos y hábitos nutricionales recomendados sean prácticamente los mismos que los indicados y prescritos para el colesterol LDL.
Imagen | euthman
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