Cuando hablamos de esterilidad o de infertilidad suele ser muy habitual que muchas personas confundan ambos términos, cuando en realidad se refieren a problemas distintos. De hecho, es bastante común que ambos términos se utilicen como sinónimos, fundamentalmente porque ambos se refieren a la imposibilidad de tener un bebé por parte de la pareja. Sin embargo, ¿sabías que en realidad no es lo mismo?.
Pero antes de descubrir cuáles son esas diferencias es importantísimo conocer cuánto se suele tardar en conseguir un embarazo, ya que cuando el embarazo tiende a no producirse puede ser una señal de la existencia de algún problema de fertilidad o de esterilidad.
Alrededor de un 95 por ciento de las parejas que mantienen relaciones sexuales sin protección suelen lograr el embarazo a los 12 meses de empezar a intentarlo. Así, con cada relación, cuando ningún miembro de la pareja tiene algún problema de fertilidad, la probabilidad de que la mujer consiga quedarse embarazada es solo de un 24%.
Por otro lado, la edad de la mujer influye en sus probabilidades de conseguir el embarazo. Por ejemplo, a los 35 años de edad la posibilidad de quedarse embarazada es del 10%, mientras que a los 40 años esa probabilidad es de solo un 5%. Es decir, sus posibilidades disminuyen a la vez que su edad aumenta.
Como es de imaginar, esto no significa que una mujer que tenga 35 años o más no pueda tener hijos, sino que en realidad, de manera normal, necesitará un tiempo mayor para poder conseguir el embarazo.
¿Qué es la infertilidad?
La infertilidad se produce cuando una mujer ha conseguido quedarse embarazada, pero éste no ha llegado a término o se ha producido la muerte del bebé horas después de producirse el parto. Es decir, la mujer consigue quedarse embarazada (ya sea un embarazo o varios), pero en todos éstos tienden a no llegar a término o el bebé nacido tiende a morir horas después.
En este sentido debemos diferenciar entre la existencia de una infertilidad primaria y de una infertilidad secundaria. Cuando existe infertilidad primaria, la mujer es capaz de quedarse embarazada, pero el embarazo no llega a término o el bebé muere poco tiempo después de haber nacido.
La infertilidad secundaria, sin embargo, consiste en que la pareja ya tiene un bebé sano luego de un embarazo normal y un parto normal. Pero cuando la mujer vuelve a quedarse embarazada, esta gestación no llega a término.
¿Y qué es la esterilidad?
Se habla de esterilidad cuando no es posible conseguir el embarazo. Es decir, cuando existe algún problema que impide que se logre el embarazo.
Generalmente, se considera que una pareja es estéril cuando después de un año de relaciones sexuales sin protección, no se consigue el embarazo.
Así mismo, es posible diferenciar entre dos tipos de esterilidad: la esterilidad primaria y la esterilidad secundaria. Existe esterilidad primaria cuando la pareja nunca ha conseguido tener un hijo. Mientras que existe esterilidad secundaria cuando después de haber tenido hijos no es posible conseguir un nuevo embarazo.
¿Sabías que existen algunas causas externas que pueden influir en la aparición de la esterilidad? Por ejemplo, la alimentación que se siga, los hábitos que se mantengan (fumar, beber alcohol…), el estrés o incluso el ritmo de vida que se siga pueden influir de forma directa en que la pareja no sea capaz de conseguir el embarazo.
Entonces, ¿cuándo se sospecha que hay un problema de fertilidad en la pareja?
Como te comentábamos brevemente en una línea anterior, se puede sospechar que médicamente existe algún problema de fertilidad cuando luego de un año de mantener relaciones sexuales sin ningún método anticonceptivo, la pareja no ha logrado el embarazo. Por tanto, cuando ha transcurrido un año y no se ha conseguido la concepción es siempre recomendable acudir al especialista.
No obstante, debemos tener en cuenta que este periodo de espera se reduce o acorta cuando la edad de la mujer sea mayor. Así, por ejemplo, a partir de los 35 años de edad se aconseja acudir al especialista cuando han transcurrido 6 meses y no se ha logrado el embarazo.
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