¿Sabías que entre 2003 y el consumo de azúcares refinados por día y por persona aumentó un 10%, alcanzando los 63 gramos? Son datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo a datos obtenidos por la Organización Internacional del Azúcar (OIA). Un consumo mayor de azúcares refinados que también ha venido acompañado de un aumento en los casos de sobrepeso y obesidad, y con ellos los evidentes riesgos para la salud que suponen.
Debido a este alarmante crecimiento, la Organización Mundial de la Salud recomendó hace algunos meses reducir el consumo de azúcar a menos del 10% de las calorías que consumimos diariamente, de manera que los adultos no deberían superar las 12 cucharadas (de café) por día, y en niños hasta 9 cucharadas de azúcar.
Es más, la propia evidencia científica recogida por la OMS demuestra que aquellas personas que consumen menos del 10% de las calorías diarias en forma de “azúcares libres” tienden a ser más propensos a tener un peso adecuado o normal de acuerdo a su estatura, complexión y edad. Lo que reduciría a su vez el riesgo de padecer enfermedades asociadas, como por ejemplo es el caso de las enfermedades cardiovasculares, cardiopatías y diabetes.
¿Qué son los azúcares refinados?
Mientras que el azúcar natural es aquel que encontramos naturalmente en determinados alimentos, los cuales son ricos en azúcar y además contienen agua, fibra y vitaminas que ayudan a regular tanto la absorción como el metabolismo del mismo, el azúcar refinado es el extracto puro del azúcar, conteniendo solo sacarosa o sucrosa.
Esto significa que a este tipo de azúcares no le acompañan nutrientes como las vitaminas, los minerales o la fibra naturalmente presentes en la caña de azúcar o la remolacha.
Es decir, el azúcar refinado es efectivamente extraído de fuentes vegetales, pero no tiene vitaminas, ni minerales, ni enzimas, ni proteínas, ni fibra, ni microelementos que la conviertan en un producto beneficioso para nuestra salud.
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Como manifiestan muchos nutricionistas y médicos especializados, en realidad el azúcar no es el problema de la actual epidemia de sobrepeso y obesidad en la que vive inmersa la mayoría de la población mundial, sino la grandísima cantidad de azúcar que se consume cada día, que además suele comúnmente acompañarse de grasas poco saludables.
¿Cuáles son los efectos tan nocivos de consumir azúcares refinados?
Para que nuestro organismo pueda digerir los azúcares refinados nuestro propio cuerpo debe aportar los nutrientes necesarios para su absorción. Si tenemos en cuenta que este tipo de azúcares no os contienen (y por tanto no los aportan), nos encontramos con que el azúcar refinado es un auténtico ladrón de nutrientes.
O, dicho de forma más adecuada nutricionalmente hablando, solo estamos ingiriendo calorías vacías. Es decir, se trata de un producto que no aporta ningún nutriente. Pero para entenderlo mejor debemos averiguar un poco más acerca de cómo nuestro organismo digiere el azúcar refinado…
Sobrecargamos a nuestro cuerpo durante su absorción y digestión
Los azúcares refinados, como por ejemplo es el caso del azúcar blanco refinado, son una combinación de la glucosa y la fructosa (dos azúcares simples). En nuestros intestinos encontramos una enzima conocida con el nombre de sucrasa, capaz de descomponer rápidamente la sucrasa en fructuosa y glucosa. En este momento, la glucosa es absorbida por nuestro torrente sanguíneo, mientras que el exceso de ésta es almacenada en el hígado. Por cada 100 mililitros de sangre se estima que hay un proceso de 100 miligramos de glucosa, lo que se traduce en 1 gramo de azúcar por cada litro.
Cuando la concentración de azúcar en sangre aumenta por encima de este nivel nuestro páncreas comienza a liberar insulina, una sustancia química con la que neutraliza la glucosa y disminuye el nivel de glucosa en la sangre. Sin embargo, cuando la concentración baja es el hígado quien libera la glucosa almacenada, en forma de una sustancia conocida como glucógeno.
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Como es de suponer, el problema no es que consumamos azúcar, sino que actualmente la mayoría de alimentos procesados contienen una cantidad excesiva de azúcares simples o refinados. Pongamos un ejemplo: tomar una simple taza de café con mucha azúcar, y además lo acompañados de unas cuantas galletas o un donut. ¿El resultado? Acabamos de ocasionar a nuestro organismo lo que podríamos traducir como una hiperglucemia, provocando que nuestro páncreas trabaje de forma casi desesperada a producir insulina.
Provoca desmineralización del organismo
A diferencia del azúcar natural que sí aporta nutrientes esenciales, en el caso del azúcar refinado nos encontramos con que no contiene fibra, ni minerales ni vitaminas. Es decir, solo nos aporta calorías vacías. Es más, cuando penetra en nuestro organismo en realidad se encuentra separado de los componentes nutritivos que sí encontramos en la planta de la que se obtiene de forma totalmente natural.
Como resultado, tiende a equilibrarse atrayendo sobre todo minerales (como el hierro, fósforo, calcio y magnesio) y vitaminas del grupo B con el fin de absorberlo, de forma que puede ocasionar desmineralización y déficit de vitaminas.
Predispone a la obesidad y a la diabetes
Se trata de un producto que influye de forma casi directa en el aumento de peso y también en la aparición de diabetes, dado que el azúcar refinado tiende a entrar de forma rápida en nuestro torrente sanguíneo, ocasionando fatiga en el hígado y cierto “estrés” en el páncreas, ya que debe segregar una grandísima cantidad de insulina.
El resultado es evidente, a la vez que peligroso: mientras que a corto plazo tiende a impedir que nuestro organismo sea capaz de asimilar correctamente los alimentos, a largo plazo influye finalmente en la aparición de la diabetes.
Con la obesidad ocurre lo mismo: al producir picos rápidos de insulina la glucosa termina por convertirse en reservas de grasa, llevándonos a un evidente aumento de peso.
Otros efectos negativos en nuestra salud
Además de los efectos negativos en nuestra salud indicados anteriormente, también existen otros que debemos mencionar:
- Acidifica la sangre.
- Debilita nuestro sistema inmunitario.
- Crea dependencia.
- Aumento de caries dental.
¿Y cuál es la clave para consumir menos azúcar? Leer siempre las etiquetas que contienen los ingredientes de cada producto, ser más conscientes de esta problemática y tratar de reducir su consumo de forma directa, optando preferiblemente por hidratos de carbono de asimilación lenta.
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