Las estadísticas que muestra la Organización Mundial de la Salud (OMS) acerca de la obesidad son muy alarmantes. Desde 1980, la obesidad se ha doblado en todo el mundo y concretamente, 41 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso o eran obesos.
La OMS categoriza la obesidad como una epidemia global y la define como: “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud y que afecta a todas las edades y grupos socioeconómicos. En España casi el 30% de la población adulta padece obesidad. La obesidad infantil es por tanto aquella que afecta a los niños.
El Índice de Masa Corporal (IMC) es un estándar que calcula el baremo ideal de una persona atendiendo a su peso, talla y estatura. En el caso de los niños también se contempla la variable del crecimiento.
Muchos estudios han afirmado que el 80% de los niños que padecen de obesidad o sobrepeso lo siguen manteniendo desde adultos con las consecuencias que ello conlleva.
Causas de la obesidad infantil
Podemos reducir las causas de la obesidad infantil en tres grandes bloques: causas genéticas, causas ambientales y causas psicológicas.
Si bien son varias las causas de la obesidad y el sobrepeso infantil, las cuales estudiaremos de forma resumida en el presente post, existe una fundamental que se convierte en una de las principales: el sedentarismo infantil.
Como ya hemos tratado en algún que otro momento, mantener una actividad física regular y fomentarla en los más pequeños es vital tanto para el crecimiento como para el desarrollo de los mismos, puesto que ésto ayudará a su vez a que quemen aquel contenido calórico excesivo que consumen cuando comen alimentos ricos en grasas o azúcar (hamburguesas y pizzas, bollería, dulces…).
A día de hoy es muy normal que los más pequeños estén horas viendo la televisión diariamente, jugando al ordenador, chateando con sus amigos… Y los padres no toman conciencia de lo que, estas actividades, pueden llegar a repercutir en la salud de los más pequeños.
También existen causas de carácter genético, social, metabólica o fisiológica que pueden fomentar que nuestro hijo sea obeso. En estos casos lo más recomendable, además de que fomentemos un estilo de vida mucho más saludable y una alimentación equilibrada, es consultar con un experto que nos asesorará personalmente y estudiará cada caso de manera individual.
Causas genéticas
La obesidad puede heredarse de padres a hijos, por lo que también es trabajo de los adultos evitarles esta enfermedad. Cuando uno de los dos padres está obeso, la probabilidad de que su hijo también lo esté es de 4 veces más de la norma, y en el caso de que sean ambos la cifra asciende a 8 veces más. Sin embargo esta causa no es una de las más determinantes.
Causas ambientales
En primer lugar, los hábitos que previamente se lleven en casa, serán aquellos que el niño adquiera por imitación. Si acostumbramos a comer alimentos grasos o no recomendados con una alta frecuencia o si mantenemos vidas sedentarias, cuando estemos criando a nuestro hijo tenderá a acercarse a los productos menos saludables y a realizar actividades pasivas como ver la tele o jugar a videojuegos.
Causas psicológicas
La comida no solo para los niños, sino también para los adultos a veces ejerce un placer compensatorio de otros problemas como pueden ser: el estrés, la inseguridad o el simple aburrimiento De esta forma comemos sin ganas y por el simple hecho de desarrollar una actividad para olvidar otras. Los alimentos a los que suelen acudirse en estas ocasiones no son otros que dulces, chucherías, papas fritas, etc.
No te pierdas: Consecuencias de la obesidad
¿Qué pasa si mi hijo es obeso?
Ya de por sí el sobrepeso y la obesidad hacen a nuestros hijos más propensos a tener enfermedades como la diabetes, la hipercolesterolemia e hipertensión arterial entre otras. Como ves, las enfermedades que estamos asociando la obesidad no son para nada simples, es más, pueden acompañarlos el resto de su vida.
Además de consecuencias físicas, las consecuencias psicológicas también hacen su aparición. Los niños están en edades en las que necesitan la aprobación de los demás y la reafirmación de su propia personalidad, pues esta a veces puede llegar a estar minada por el exceso de peso. No de forma voluntaria y con el propósito de herir tu hijo puede ser señalado lo que le provocará una baja autoestima al no estar conforme con su aspecto y derivar en depresión infantil.
Y recuerda, a estas edades el único que puede cambiar esta situación eres tú. Tú eres el que decides la comida que entra en casa y la actividad diaria a realizar, está en tus manos.
Remediando y previniendo la obesidad infantil
Vale, mi hijo es obeso… ¿Y ahora? ¡Qué hago! No te preocupes, a estas edades el organismo responde y se adapta más fácilmente a cambios de alimentación y ejercicio físico.
El problema de que nuestro hijo aumente de peso se reduce a un aspecto muy concreto (a excepción de aquellos tipos de obesidad que estén relacionados con fármacos o con desórdenes en el metabolismo): nuestro hijo INGIERE MÁS CALORÍAS DE LAS QUE QUEMA. Ese es el secreto.
Por tanto, conociendo ya la raíz del problema podemos poner asunto. Debemos de equilibrar lo que nuestro hijo come con lo que gasta. Recomendamos firmemente acudir a un profesional que adaptará ambos aspectos de forma personalizada a tu hijo.
Algunos consejos sencillos:
- Llena tu nevera de alimentos que consideramos sanos tales como verduras y frutas.
- Sustituye los aperitivos y las chucherías por algunas de elaboración propia como pueden ser helados de fruta natural.
- No prohíbas alimentos porque ello crea ansiedad en el niño, pero sí regula la cantidad de alimentos no recomendados ingeridos.
- Come con tu hijo y sírvele de ejemplo.
- Evita los restaurantes de comida rápido y déjalos para ocasiones contadas y en ningún momento lo asocies a premios.
- Llévalo a parques y actividades al aire libre.
- Ayúdalo a elegir una actividad o deporte activo que lo motive y anímalo a participar.
Y recuerda: fomentar una alimentación equilibrada rica en frutas y verduras, y un estilo de vida saludable en donde exista una actividad física regular (a ser posible diaria) ayudará a que nuestros hijos no sufran de sobrepeso y obesidad. Un problema que, dicho sea de paso, puede que no repercuta momentáneamente en su salud, pero que con el paso del tiempo puede convertirse en una grave incidencia.
Estos pequeños cambios no has de realizarlos de forma repentina ya que creará un rechazo en el niño, pero si vas acercándote poco a poco a este estilo de vida todos los miembros de la familia se verán beneficiados y ayudarás a tu hijo a perder esos kilos de más.
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