En esta era tecnológica nos hemos ido alejando un poco de nuestra madre tierra. Pocos son ya los que saben cómo cosechar, regar o tratar a nuestras aliadas las plantas. Este hecho hace que nuestros hijos a la pregunta: “¿De dónde vienen las manzanas? Contesten muy firmemente: ¡Del supermercado!
En la escuela se le enseña a los niños la procedencia de los alimentos, cómo han de ser tratados, cómo plantar, etc. Sin embargo no hace falta decir que la experiencia es el mejor de los aprendizajes y la que los hace más duraderos.
Las actividades de la jardinería nos sirven para enseñarle a nuestro hijo una infinidad de conocimientos. Desde la responsabilidad hasta el desarrollo físico y psicológico. A lo largo de este artículo veremos algunos aspectos que pueden ser muy beneficiosos para nuestros hijos y que podremos trabajar a través de la jardinería.
Ventajas de que los niños tengan su propio jardín y su huerto
Comiendo sano
Muchas veces las frutas y las verduras se convierten en enemigos acérrimos de nuestros hijos. Conociendo la importancia y la necesidad de su consumición a lo largo de la vida, pero especialmente durante los años de desarrollo infantil, la jardinería es una buena forma de introducir poco a poco estos alimentos y crear el gusto por ellos.
No significa lo mismo ir al supermercado y comprar un tomate, que plantar unas semillitas de tomates, regarlas y ver cómo poco a poco de semillas tenemos un tomatero. Este tomatero será el producto del cuidado de la planta de nuestro hijo, él le tiene cariño, lo ha visto crecer, así que por qué no probar el tomate que me ofrece. El fruto se convierte por tanto en una recompensa al trabajo realizado y no dudará en probarlo como mínimo.
El tiempo juntos
Las tareas de cuidado de un ser vivo, en este caso una planta, conllevan tiempo. Preparar el lugar, traer la tierra, colocar las semillas, preparar el abono, regar, etc. Estos momentos pueden convertirse en momentos de calidad con la familia. Todos tienen el mismo objetivo, que la planta florezca o saque frutos, y todos los miembros de la familia se ponen a ello.
De esta manera podemos despegar a nuestros hijos (y muchas veces a nosotros mismos) de los aparatos electrónicos y disfrutar de la familia, del sol y darle calidad a nuestro tiempo juntos.
Desarrollando nuevos conocimientos
La jardinería al principio será un poco difícil de explicar a nuestros hijos y debemos siempre de adaptar nuestro lenguaje. Poco a poco veremos cómo sus curiosidades nos llevan a explicaciones mucho más complejas y que desarrollarán su conocimiento y su interés por la naturaleza.
Todo comenzará con “esto es una semilla” y cuando nos demos cuenta nuestro hijo nos solicitará información acerca de la fotosíntesis, la reproducción de las plantas y los diferentes tipos de clima. Probablemente a la primera no tengamos las respuestas, pero aprovechemos esa curiosidad para aprender juntos y seguir mostrándole nuestro mundo a nuestro hijo.
Descubriendo cómo funciona el mundo
El hecho de observar la naturaleza es un acto sencillo a simple vista, pero el observar su funcionamiento no lo es tanto. La oportunidad que nos proporciona la jardinería es maravillosa para entender la naturaleza.
Nuestro hijo aprenderá las sustancias necesarias para que un ser vivo nazca y viva, descubrirá aquellos insectos que son beneficiosos para determinadas plantas, aquellos que no lo son, cuáles son las reacciones de las plantas ante un invasor, etc. En resumen, podrá ir conociendo cómo se forma un ecosistema.
Soy responsable de un ser vivo
De la misma forma que las mascotas hacen a nuestros hijos responsables de su salud, las plantas también cumplen con esta misión. Nuestro hijo sabrá que habrá que regar la planta “x” veces por semana, que habrá que ponerle abono, dejarla que coja sol sin permitir que se queme…
Sabiendo de antemano todas estas cosas, cuando nuestra planta saque flores o pequeños frutos nuestro hijo sabrá que ha sido su propio éxito.
Promoviendo el movimiento y la actividad física
La jardinería también nos ayuda a mover el cuerpo, ser ágiles y desarrollar diversas habilidades. No hace falta que tengamos un gran jardín ni que seamos los mejores jardineros, pero tareas como barrer, labrar, fertilizar, trasplantar, cavar, regar, etc. hacen que tengamos que movernos y mantenernos en forma. Nuestro hijo también encontrará reconfortante realizar actividades físicas si nos tiene como ejemplo.
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